Máxima Zorreguieta, la argentina futura reina de Holanda, conquistó el corazón de los holandeses con su amplia sonrisa y su dominio del idioma, a pesar del oscuro pasado de su padre durante la dictadura militar en Argentina.
La princesa, nacida en Buenos Aires hace 41 años, se convertirá en reina el 30 de abril tras el anuncio el lunes de la abdicación de la reina Beatriz en favor de su hijo mayor, Guillermo-Alejandro.
Los holandeses conocieron a Máxima Zorreguieta en marzo de 2001 cuando el príncipe anunció su compromiso en la televisión tras un romance de cuento de hadas. Después de su boda en 2002, la empleada de bancos de inversión tomó la nacionalidad holandesa y fue autorizada a seguir profesando su fe católica a pesar de pasar a formar parte de la Casa de Orange, incondicionalmente protestante.
La fastuosa boda, el 2 de febrero de 2002, se vio ensombrecida por la controversia en torno al padre de la novia, Jorge Zorreguieta, Ministro de Agricultura durante la dictadura militar argentina (1976-1983), que dejó 30.000 desaparecidos según organizaciones de derechos humanos.
La clase política holandesa no toleró la presencia de Jorge Zorreguieta, exministro del dictador Jorge Videla, así que no asistió a la boda de su hija en Amsterdam y, en solidaridad, la madre tampoco lo hizo.
Máxima nunca ocultó que lo que se le imponía le entristeció, pero aseguró estar "lista" para aceptar la decisión. Durante la ceremonia, las cámaras de televisión mostraron sus lágrimas cuando se escucharon los acordes del tango favorito de su padre, "Adiós Nonino".
"Lamento que haya hecho lo mejor que pudo en un mal régimen. Tenía las mejores intenciones" dijo Máxima en una entrevista antes de su boda. El gobierno de Holanda incluso encargó al historiador Michiel Baud que investigara el actuar de Zorreguieta durante la dictadura. Baud concluyó que Zorreguieta debía saber algo sobre las torturas y las miles de desapariciones, pero dijo estar casi seguro de que el exministro no estuvo personalmente involucrado.
El padre de Máxima fue acusado en repetidas ocasiones de estar implicado en algunas desapariciones y continúa bajo investigación pero de momento no se presentaron cargos en su contra.
Con su encanto y su sonrisa, Máxima se ganó rápidamente la confianza de los holandeses. Aprendió el idioma y descubrió su cultura, incluso nadó en un canal de Amsterdam por una causa caritativa.
La futura reina, que según los medios de comunicación estadounidenses y británicos tiene una semejanza con la estrella pop Britney Spears, dedica tiempo a proyectos de desarrollo, apoya iniciativas de microcrédito en países en desarrollo y la emancipación de las mujeres inmigrantes. Según las encuestas, Máxima es el miembro más popular de la Casa de Orange, incluso más que la muy admirada reina Beatriz, y mucho más que su marido Guillermo-Alejandro, cuya reputación de Casanova en su juventud quedó sepultada tras la boda.
Pero a pesar de su imagen amable y cercana a la gente, la princesa, muy querida por los holandeses, también provoca controversias. En 2007, al hacer comentarios sobre la identidad holandesa, Máxima dijo que "el holandés no existe, al igual que el argentino" sus palabras le valieron muchas críticas, en especial con respecto al problema de la integración de los inmigrantes.
Desde su boda, la pareja vive en Wassenaar, un elegante suburbio de La Haya, ciudad sede del gobierno y donde vive y trabaja la reina Beatriz. La pareja tiene tres hijas: Catalina-Amalia, de 9 años y que se convertirá en la princesa de Orange, Alexia, de 7, y Ariane, de 5.
"La gente es muy buena conmigo” aseguró la futura reina en una entrevista en julio de 2009, dando gracias de que no la persigan los fotógrafos. "Es fantástico que pueda moverme libremente en Holanda y que pueda llevar a mis hijos a la escuela e ir de compras" dijo sobre su vida en un país donde se espera que la realeza mantenga un delicado equilibrio entre la normalidad y el esplendor de la monarquía./AFP