El escritor colombiano Gabriel García Márquez fue emisario secreto entre Fidel Castro y Bill Clinton en 1997, tras participar tres años antes en una negociación migratoria entre Cuba y Estados Unidos.
En un informe develado por Castro en abril de 2004, el Premio Nobel de Literatura narró los "sobresaltos e incertidumbres" que enfrentó en su misión secreta en Washington.
García Márquez llevó a Clinton, un reconocido admirador de su obra literaria, un mensaje en que Castro le proponía colaboración contra el terrorismo.
Cuba había descubierto un "siniestro plan terrorista" que fraguaban anticastristas en Miami y solicitó a su amigo García Márquez que fuera emisario ante Clinton para denunciarlo.
"Aquella noche tomé conciencia de que mi (programado) viaje a Washington había sufrido un giro imprevisto e importante", relató el escritor.
"No llevaba notas personales, pero conocía el mensaje al dedillo", precisó García Márquez, quien tenía experiencia en ese tipo de gestiones.
Durante el éxodo de los balseros cubanos en 1994, a petición del entonces presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, el escritor había servido como emisario ante Castro en una negociación propuesta por Clinton, que puso fin a la crisis migratoria.
Salinas reconoció la "inteligencia y aplomo extraordinario" de García Márquez en esta misión, que permitió a La Habana y a Washington no sólo resolver la crisis migratoria, sino plantearse la posibilidad de ampliar la colaboración a otros temas.
Pero esta tregua acabó abruptamente en abril de 1996, cuando la fuerza aérea cubana derribó dos avionetas de un grupo anticastrista de Miami, acusadas de violar el espacio aéreo de la isla.
García Márquez cumplió su misión de emisario en 1997 tras una ola de atentados contra hoteles y restaurantes de La Habana, en los que murió un italiano, que intentaban impedir el despegue del naciente sector turístico cubano.
Thomas McLarty, consejero presidencial estadounidense para América Latina y amigo de Clinton, recibió el mensaje de Castro en un encuentro de 50 minutos con el escritor.
"Su misión era en efecto de la mayor importancia, y usted la ha cumplido muy bien", le dijo McLarty a García Márquez.
El escritor abandonó Washington "con la impresión cierta de que el esfuerzo y las incertidumbres de los días pasados habían valido la pena".
Pero los informes cubanos fueron desestimados para su objetivo final y sirvieron a Estados Unidos para detectar una red de agentes cubanos que operaba en Miami espiando a grupos anticastristas.
Cinco agentes fueron detenidos y condenados a largas penas de prisión.
Ellos eran "la principal fuente de información de actividades terroristas contra nuestro país", se lamentó Castro.
Dos de los cinco cumplieron sus sentencias y volvieron a Cuba.