Por Emilio Sanmiguel
Especial para EL NUEVO SIGLO
La idea de llevar a escena el Macbeth de Shakespeare y la versión operística de Verdi, en el marco de la misma producción visual, firmada por Laura Villegas, fue decididamente afortunada. No sé muy bien si el costo de la misma, que superó los 1.500 millones, en tiempos de austeridad, haya sido tan atinado…
Lo cierto es que para las representaciones del miércoles 13 para el drama y jueves 14 para la ópera, el teatro estaba casi con el aforo completo (el Mincultura y el teatro ¡me levantaron su veto!).
En líneas generales, como concepto dramático, más afortunado el del director colombiano Pedro Salazar para el drama, que el del español Ignacio García para la ópera de Verdi.
MACBETH: LA TRAGEDIA
Lo he afirmado en otras oportunidades. Pedro Salazar es el director de teatro más competente y versátil de su generación. Lo demostró con su Otello de Shakespeare en el Teatro Mayor y lo corroboró en Macbeth, una prueba de fuego para el auditorio, porque lo hizo de corrido sin intermedio, el aplauso al final fue enorme y no hubo deserciones.
Supo manejar el ritmo dramático entre escenas desoladoras y otras más abigarradas que utilizaron a tope la enorme escenografía de Villegas (autora del dramático vestuario), con las sugerentes luces de Bogumil Palewicz.
En cuanto al desempeño de los actores, pues primero lo primero, demostraron enorme profesionalismo en su preparación, pero faltó un trabajo más cuidadoso de los matices, faltaban silencios y más confidencialidad vocal en algunas escenas, como la preparación del asesinato de Duncan.
Dicho esto, queda por registrar el gran trabajo de Christian Ballesteros en el protagónico, con algunos momentos francamente memorables. Bien en general la Lady Macbeth de Marcela Benjumea, con muy buenos momentos y otros menos logrados. Felipe Botero, luego de su Yago de Otello, se reafirmó en este Banquo, incisivo e irónico, ágil y estático; gran actor.
Para terminar (no hay tanto espacio): Salazar demostró saber lo que hace con la dirección de las escenas de las brujas.
MACBETH: LA ÓPERA
El trabajo del director de escena español Ignacio García con Verdi, dejó la sensación de que no cree demasiado en la ópera. Porque abigarró las escenas de tal manera que por momentos el espectáculo resultaba fatigante. Parecía mentira que se tratara de la misma producción.
Hacer a Lady Macbeth resolver la escena de la carta en lo alto de la escenografía, como desde un balcón, o mantener permanentemente figurantes en escena (hasta en la conspiración del asesinato) no fue muy acertado. Como tantos otros de sus colegas, cree poseer la autoridad para corregir a Verdi (de paso a Piave y Maffei, los libretistas), que fue muy específico al pedir tres grupos de brujas sopranos, cada uno de seis, pero no, atiborró la escena con brujas que no insinuaban terror, agregó bailarines y figurantes y arruinó lo que Verdi escribió. Para no hablar de la entrada bailada de los soldados al castillo de Macbeth que francamente provocaba risa. Tampoco fue buena idea hacer que el coro cantara Patria opressa con el ya desgastado recurso de ubicar el coro al interior de la sala.
Gran desempeño del barítono ruso Vladimir Stoyanov, con la voz de agudos muy vibrantes e incisivos que demanda la partitura y un momento francamente glorioso en su gran aria del final de la ópera.
La soprano griega Dimitra Theodossiou fue Lady Macbeth. Es una soprano de talla internacional, muy reconocida en la interpretación de roles para soprano drammatico d’agilità, su Giselda de I lombardi es histórica y su Libia de la battaglia di Legnano excepcional, pero, no se le da con igual categoría la Abigaile de Nabucco o Lady Macbeth. No logró meterse en la piel siniestra de la mujer de Macbeth, ni transmitir la intensidad del Vienni t’affreta o la perversidad de la cabaletta Or tutti venite, tampoco llevó a buen puerto La luce langue. La gran Escena del sonambulismo no escaló las alturas, ni musical ni dramáticamente hablando.
Ocurrió algo de excepción a lo largo de la representación, cada vez que aparecieron el tenor español Sergio Escobar que hizo el Macduff y el bajo-barítono Valeriano Lanchas como Banco: con ellos en escena el resto del elenco parecía quedar en un mortal segundo plano, hasta Macbeth y su mujer; no sólo por su presencia vocal, sino porque tenían sus personajes tan interiorizados que llevaban el drama a una dimensión melodramática francamente gloriosa.
Ya para finalizar, bien la dirección musical de Pietro Rizzo al frente de la Sinfónica Nacional y el Coro de la ópera, no hubo nada memorable, pero tampoco nada que lamentar.
Termino con lo dicho: llevar a escena el drama de Shakespeare y su versión verdiana, fue una excelente idea… un poquito carita… pero buena idea.
CAUDA
Hablando de imposibles: el drama y la ópera, ambos dirigidos por Pedro Salazar, quien posee experiencia en los dos campos teatrales. Sí, un imposible, pero, en el marco de la misma producción habría sido interesante.