NORMAN, DE 27 años, número dos de los humoristas franceses en YouTube, alerta a sus fans en Facebook del lugar donde estará firmando autógrafos al día siguiente en París. "Venid en masa", les dice.
Y es que cuando se cuenta con 5,6 millones de abonados a sus vídeos en YouTube, es mejor anunciar los encuentros con los seguidores menos de 24 horas antes, para evitar una muchedumbre. A pesar de esta invitación tardía, varios centenares de adolescentes hacen cola al día siguiente para conocer a su ídolo.
"Estamos muy emocionados. Miramos sus vídeos a penas salen", comentan Gary y Mikaël, de 13 años, quien consideran chévere conocer en persona a Norman. "Nos enteramos del acto por Twitter, a través de amigos", dijo Eleonore, de 16 años, quien explica que lo sigue "desde el principio, desde hace al menos 2 o 3 años". "Tengo ganas de llorar. ¡He visto todos sus vídeos!", subraya Leela.
Gestionar su popularidad ante seguidores de carne y hueso es un desafío para estas jóvenes estrellas, que se han dado a conocer por vídeos caseros y desean abandonar el ciberespacio para dar un empujón a su carrera. Así, si Norman se presta a participar en encuentros públicos, es para promover su próximo espectáculo en una sala parisina.
En Francia, sólo un puñado de humoristas consigue vivir gracias a los anunciantes en internet, quienes pagan, por ejemplo, un euro por cada 1.000 visitas de un vídeo publicado, dinero que deben compartir con YouTube. En este sentido, los 70 vídeos publicados por Norman desde 2011 cuentan con un total de 638 millones de visitas.
"Lo miro todo el tiempo. Se me hará extraño verlo de verdad", se alegra Eugénie, de 13 años, quien ya ha conocido a otras estrellas del ciberespacio. Y las seguidoras se apresuran a publicar los selfis y las fotos del encuentro en internet, con el objetivo de poner en valor su perfil en Facebook.
Profesionalización
Las youtuber de la moda también buscan entrar en contacto con sus seguidores en la vida real. La número uno de las blogueras de belleza en Francia es Marie, de 19 años, quien con su seudónimo EnjoyPhoenix inició una gira por 15 ciudades, donde realiza charlas con cientos de seguidores sentados en parques. Su público, en un 90% femenino, está compuesto de adolescentes y jóvenes de entre 13 a 20 años.
"No me di cuenta enseguida de lo importante que era para ellas. "Hago vídeos en mi habitación, no soy Shakira ni tengo un Óscar. No merezco todo esto. Me siento muy orgullosa de la atención que las jóvenes ponen en mí y de poder ayudarlas".
"En un principio, los meet-up son un poco salvajes y no están muy organizados", confirma Thomas Owadenko, cofundador de Octoly. Esta compañía pone en relación a las marcas con las youtuber de belleza, a menudo remuneradas por hablar de un producto.
En Estados Unidos, las reuniones entre youtubers se organizan desde hace años de manera profesional en el Vidcon, que este año celebra su sexta edición y donde el público limitado a 20.000 personas paga de 100 a 150 dólares por cabeza para reunirse con los blogueros, conocerlos y dales vida tangible.
"Como a menudo ocurre en la generación Z, los youtubers no tienen la intención de vivir de ello o de ganar dinero al principio", explica Eric Delcroix, experto en redes sociales, para quien en un primer momento estos se dicen: "Hago mis cosas, porque me gusta y para ver qué ocurre", y los seguidores y el dinero "vienen detrás".