No existe otra etapa en la vida de un ser humano donde se desarrolle y crezca tan rápido como durante la gestación hasta los dos años. Es un periodo de crecimiento exponencial.
Durante los primeros mil días de vida, dos células se convierten en un bebé de tres mil gramos, aproximadamente, y luego del parto crece unos 24 centímetros en promedio.
Para un adecuado crecimiento resulta clave el estado de salud de la madre, desde la gestación hasta el parto, su dieta durante la lactancia materna y el inicio de la alimentación complementaria del bebé, pues esto contribuye a su buen desarrollo metabólico, inmunológico y microbiológico.
Una investigación liderada por Geraldine Vargas Salamanca, investigadora del Grupo de Alimentos, Nutrición y Salud de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana, analizó la información y los estudios disponibles respecto a los primeros mil días de vida de un ser humano, considerados como un periodo crucial para la conformación de la flora intestinal.
“La microbiota intestinal es un complejo ecosistema microbiano compuesto por diferentes grupos de microorganismos, localizados mayoritariamente en el colon y cuyas funciones permiten el metabolismo de nutrientes como vitaminas K y B12, además de contribuir en la maduración del sistema inmune por su capacidad de controlar bacterias patógenas que pueden causar infecciones”, explicó la experta.
En su investigación “Efecto del modo de alimentación en el desarrollo de la microbiota en los primeros mil días de vida y programación de la salud a corto y mediano plazo: revisión sistemática de la literatura”, Vargas Salamanca indagó sobre cómo los modos de alimentación determinan la configuración de la microbiota, que afectaría la salud de cada individuo en el futuro.
Por lo anterior, el adecuado desarrollo de la microbiota intestinal en los niños de hasta 24 meses de edad podría llegar a reducir riesgos de enfermedades crónicas no transmisibles como la desnutrición o el sobrepeso, el retraso en talla, las infecciones respiratorias y hasta la diabetes.
De la concepción a los 24 meses
La ventana de los mil días contempla tres momentos claves en la alimentación: gestación, lactancia materna y alimentación complementaria.
Según la nutricionista javeriana, quien presentó su trabajo en el marco del pasado XVI Congreso La Investigación, una de las primeras variables que podría afectar la conformación de la microbiota se da durante la gestación, un periodo donde aumentan las necesidades energéticas del cuerpo.
Para Vargas, el índice de masa corporal (IMC) de la madre gestante podría llegar a influir en la cantidad de nutrientes que se le suministran al feto y, posteriormente, en la cantidad de insulina que recibirá el bebé a través de la leche materna.
Sobre este último punto es común preguntarse hasta qué edad darle leche materna al bebé de forma exclusiva, o ¿En qué momento introducir alimentos complementarios? ¿Es recomendable usar fórmula láctea? Según la investigadora, la vía más efectiva para modular la microbiota es por medio de la dieta, pero existen varias posturas respecto a variables como la edad de introducción del alimento complementario, el tamaño de las porciones o el tipo de comida.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud recomienda que durante los primeros seis meses de vida el bebé se alimente de forma exclusiva con leche materna. Pasado este tiempo debe comenzar una alimentación complementaria bajo recomendaciones de un profesional de la salud.
Vargas Salamanca evidenció cómo las dietas exclusivas con leche materna (LME), o combinadas con alimentación complementaria, tienen una distribución más homogénea en los grupos de microorganismos que conforman la microbiota, mientras que la alimentación con fórmula láctea (FL) presenta niveles bajos de pre y probióticos.
“La alimentación de la madre gestante durante el embarazo y en la lactancia materna debe incluir, preferiblemente, un variado consumo de frutas, verduras, legumbres, carnes rojas y abundante agua, además de una reducción de azúcares y grasas saturadas. Para el bebé de hasta seis meses, la alimentación exclusiva con leche materna previene las enfermedades diarreicas y respiratorias agudas, y el inicio de la alimentación complementaria debe darse de manera paulatina con carnes, pollo, verduras, frutas leguminosas y fibras, siempre con el acompañamiento de un profesional de la salud”, complementó la investigadora javeriana.
En Colombia, la tasa de lactancia materna exclusiva en menores de seis meses es de solamente el 36%, situación ocasionada por factores externos como las licencias de maternidad menores a seis meses, los ingresos y recursos de los padres, la etnia y hasta su ubicación geográfica.
Por eso, para Vargas se hace indispensable la investigación respecto a la situación de la primera infancia durante la llamada “ventana de los mil días” en Latinoamérica, ya que la información y las investigaciones disponibles son casi inexistentes y resalta que los estudios analizados en esta investigación no son del todo concluyentes porque no incluyen otras variables externas que determinan también en gran medida esos modos de alimentación.
Es así como la alimentación de la madre durante la gestación, la alimentación exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses del recién nacido y una adecuada introducción a los alimentos complementarios entre los seis y 24 meses de vida podrían definir en gran medida la conformación de la microbiota intestinal, siendo la alimentación balanceada la forma más eficaz de reducir los riesgos para la salud de los niños y ayudar a prevenir el desarrollo de patologías futuras en su desarrollo y vida adulta.