El mundo de lo absurdo, de lo que puede ocurrir solo en Colombia, es lo que presenta la cinta de Iván Wild, Edificio Royal. Una cinta protagonizada por Jorge Perugorría, Katherine Vélez, Fabio Restrepo, Jaime Barbini, Laura García, Beatriz Camargo y Adel David Vásquez, llega a las salas de cine del país, el 15 de este mes.
Edificio Royal, es también el tercer cortometraje de Ciudad Lunar, y se convierte en una radiografía del país en muchos aspectos: soledad, silencio y a veces indiferencia, y falta de memoria quedan retratados en ella.
Sus protagonistas se encargan de mostrar esa realidad, ellos que se encuentran en un Edificio que está lejos de tener el encanto y glamour de otros años, ahora se muestra abandonado ante la indolencia de Zoila, una administradora tan despreocupada como amante del esoterismo; cuya realidad se une a la de otros inquilinos como Justo y Margarita, enfrascados en una particular visión de la muerte y la desmedida preocupación por el mañana; Graciela y Humberto, que tratan de luchar contra el olvido; y un conserje, Gabriel, dispuesto a sacrificarse por una construcción devorada por el tiempo bajo la mirada vigilante de un inspector sanitario inmisericorde.
Lo cierto es que ese territorio macondiano que gracias a la literatura, la música, la televisión y el cine se ha retratado siempre como el mejor vividero del mundo, donde parece haberse perdido la capacidad de asombro gracias a la malicia criolla con la que se le hace el quite a los problemas, pertenece ahora a un universo paralelo donde las más absurdas situaciones pueden ocurrir en un mismo lugar: el Edificio Royal.
Es domingo y Barranquilla se alista para que los tiburones del Junior se enfrenten en la final de fútbol con el Atlético Nacional, por cuenta de la música del desaparecido Joe Arroyo, parecería que nada puede amilanar ese espíritu deportivo y festivo… bueno, aunque quizá un cadáver “retenido” por falta de pago, un inspector de sanidad dispuesto a sellar una de las más emblemáticas construcciones y sinónimo, en el pasado, de clase y glamour, puedan aguar la fiesta en el prestigioso Edificio Royal.
La ópera prima del barranquillero Iván Wild, entra en un terreno poco explotado en el cine colombiano: el humor negro. El tema nació hace algunos años de una noticia publicada en un periódico local en la que el cadáver de un hombre era usado como prenda de pago por parte de la funeraria ante la familia del difunto y de muchas otras situaciones absurdas que fueron conocidas por el coguionista Carlos Franco, quien al final tuvo que hacer una especie de “selección oficial” para decidir cuáles serían las historias y los personajes que podrían ocupar el Edificio Royal.
En la tarea lo acompañó Iván Wild, quien adaptó las historias y coescribió con Carlos el guion final. El escenario no podía ser uno diferente a Barranquilla. De ahí que la locación fuera uno de los edificios más tradicionales de la capital atlanticense: el Edificio García, primera edificación de la ciudad que contó con ascensor y que aún hoy es el hogar de decenas de artistas y bohemios.
Sus grandes espacios sirvieron para contar la historia de una administradora a la que le preocupa más su apariencia física que el edificio que se cae a pedazos y es invadido por los bichos; de un conserje que ciego de amor defiende cual valeroso caballero a su dama de posibles apuros causados por un inspector sanitario; de una mujer que vive y sobrevive con el negocio de la muerte pero que le teme a la suya y de una pareja que lucha contra el olvido.