EL BOOM latinoamericano y las anécdotas que sucedieron mientras llevó a cabo una investigación de diez años que culminó con la publicación de un libro de más de 900 páginas titulado Aquellos años del boom, fue el eje central de la charla del periodista catalán Xavier Ayén en la culminación del Hay Festival 2015.
¿Qué cuántos escritores hacen parte del Boom? Nadie se ha puesto de acuerdo. Hay especialistas que hablan de cinco, otros de 200, otros de veinte e incluso el argentino Manuel Puig los catalogó según actrices famosas de Hollywood. Xavi Ayén fue práctico y optó por centrarse en quienes considera que son la estructura central de este movimiento que, según él, se ganó lo que considera como la Copa del Mundo de la literatura: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y José Donoso.
“Los unía que eran amigos, no una estética en común. Muchos eran vecinos, otros venían a visitarlos dos o tres veces al año”, contaba Ayén mientras hablaba sobre decenas de anécdotas que recopiló en una investigación que le tardó más de 10 años. “No es que me haya dedicado todo el tiempo a escribirlo, en el medio hice muchas cosas, tuve hijos, trabajé”. Pero lo que también hizo, fue mantener por años una curiosidad incisiva para poder esclarecer diferentes capítulos de este movimiento literario que, según su opinión, fue el último de su género. “El Boom es irrepetible. Hoy la literatura funciona de una manera diferente”, aseguró.
Fue así como realizó un puñado de viajes a la Universidad de Princeton en Estados Unidos –donde se guarda la mayoría de la correspondencia que se cruzaron los integrantes del boom–; sostuvo largas conversaciones con Carmen Balcells –a quien considera “la mujer del Boom”–, y llevó a cabo decenas de entrevistas con algunos de los autores que hicieron parte del boom, o que estuvieron cerca de ellos. Una vez estando en Nueva York conversando con Vargas Llosa, por ejemplo, el escritor recibió una llamada de Suecia. Era para avisarle, nada más y nada menos, que se había ganado el Nobel. Consecuencia: tuvo la primicia.
Pero tal vez la entrevista más difícil de conseguir, como era de esperarse, fue la de Gabo. Para eso tuvo que viajar un fin de semana de Navidad con una maleta de 45 kilos completamente cerrada, que en teoría llevaba los regalos que le enviaba Carmen Balcells, y encerrarse en un hotel de México a esperar una llamada. Pasaron dos días hasta que timbró el teléfono y era Mónica, su secretaria. El maestro lo esperaba en 30 minutos. Conversaron tres horas y cuando ya estaba de regreso en su hotel, lo llamó de vuelta. Quería corregir algunas respuestas para que fueran más divertidas.