La 'Tierra Colombiana' llora a su mentor | El Nuevo Siglo
Cortesía
Lunes, 7 de Enero de 2019
Édgard Hozzman y Guillermo Romero *
Eucario Bermúdez fue sin duda “la voz” de la radio por más de seis décadas. Sin embargo, amén de sus aportes periodísticos resaltó por su vocación: servir
 

Justo después del mediodía del domingo pasado, don Eucario Bermúdez, el timbiano que hizo vibrar a Colombia marchó al cielo de las grandes voces.

Durante más de 60 años su voz retumbó por todos los rincones del país, viajó a los Estados Unidos donde fue un líder tan excepcional que incluso bautizaron una calle con su nombre.

Eucario, el hombre de la radio con las cinco vocales, nació con un solo objetivo en la vida: servir.

Palabras como trabajo, solidaridad, ayuda, apoyo, auxilio, favor, asistencia, compromiso, bondad y unas mil similares podrían calificar a uno de los grandes de la radio de Colombia.

Además de ser un comunicador polifacético, excelente lector de noticias, narrador deportivo de varias disciplinas, maestro de ceremonias, animador, productor de radio y televisión fue también un hombre empeñado en ver alegría en las personas, buscar mejoramientos en sus vidas y, sobre todo, estar presente en diversas campañas en pro de los más necesitados.

En Colombia marcó una historia difícil de igualar. Inalcanzable. Cada una de las noticias que leía en los noticieros llevaba un acento especial que transportaban a los oyentes al lugar de los hechos. Cada punto, cada coma, cada punto y coma eran puestos en su mágica voz y los micrófonos vibraban ante la emoción que le imprimía a cada palabra, a cada sílaba, a cada letra.

Eran los tiempos en los cuales la producción radial requería de un libreto, de voces elegantes y sonoras, de sonidos, de expresiones con cultura y de música seleccionada con misticismo y se le ponía empeño al trabajo, se cuidaba cada detalle, cada pausa, cada nota o silencio.

Al son de tierra colombiana

Sus admiradores le aplaudieron, le admiraron y aún extrañan sus programas como “Tierra Colombiana” -cuando la televisión era en blanco y negro- donde enseñó selectas obras musicales del folclor nacional con una altura de obra de arte. Su presentación con esmoquin, sus libretos en la mano, su peinado perfecto, sus expresiones adecuadas sintonizaban a los televidentes con cada una de las interpretaciones que se llevaban en cada emisión.

En su restaurante servía los platos nacionales con cinco tenedores. Allí se congregaban empresarios, destacados dirigentes nacionales y los turistas tenían un sitio ideal para escuchar la música vernácula y los bailes tradicionales. Fue el último lugar de este tipo en Colombia.

De Timbío a Bogotá

Nació en Timbío, un municipio a 13 kilómetros de Popayán y en la escuela apostólica de Santa Rosa de Cabal descubrió su vocación de comunicar leyendo los libros clásicos y algunos textos teológicos durante los almuerzos.

Manizales lo adoptó y le dio la oportunidad de comenzar en la radio en Emisoras Electra y más tarde en Transmisora Caldas donde encontró a dos personalidades de la radio quienes fueron sus modelos como locutor: Leónidas Otálora y el maestro Carlos Pinzón. Otálora fue quien le dio la oportunidad de leer noticias.

Recordaba con orgullo y nostalgia la campaña que hizo desde Transmisora Caldas promocionando a nuestra primera Mis Universo, la bella e inolvidable, Luz Marina Zuluaga. Eran años de la naciente televisión en blanco y negro. Gracias a ella se dio a conocer nacionalmente. El haber tenido fe en la belleza de Luz Marina fue su gran acierto.

En 1965 llegó a la cadena Caracol. Allí fue director, lector de noticias y narrador deportivo, actividad que le permitió conocer el mundo y cubrir grandes eventos, nacionales e internacionales, mundiales de fútbol y juegos Olímpicos.

Acompañó a Carlos Arturo Rueda Ce y Armando Moncada Campusano a varias Vueltas a Colombia. Le imprimía la emoción necesaria para que los pedalistas se hicieran famosos por las escapadas montañas del país.

Luego pasó a la lectura de noticias y en esta tarea dio buenas y malas informaciones para el país.

Noticia en medio del llanto

Sólo una noticia casi no puede darla al país. Le dolió hasta el alma y quienes lo escucharon esa mañana del 9 de enero de 1966 se unieron en oraciones por lo ocurrido y por Eucario.

Julián Ospina Mercado, el famoso locutor bugueño había muerto en el accidente de Satena. Julián, con su portentosa voz había grabado meses atrás la entrada del ¡Extra, Extra! Cuando la noticia se produce, Caracol se la comunica.

Entre sollozos Eucario Bermúdez le dio la fatídica noticia a Colombia de la desaparición de su amigo.

Eucario paralizaba al país

El sábado 25 de noviembre de 1967, por ejemplo, en Chiquinquirá, el segundo municipio de Boyacá despertó con el afán de llevar a sus niños a los colegios porque ese día se celebraba la sesión solemne. Entre los afanes de la despertada y los preparativos del desayuno transcurría el día, aparentemente normal.

De un momento a otro, esos niños se fueron desmayando, otros no soportaban los dolores estomacales y unos más fallecían en los brazos de los padres angustiados. Era acá y allá. El vecino. El amigo. Los hijos del barbero y del zapatero. Todos iban cayendo. ¿Qué pasaba? La emisora Reina -filial de Caracol-lanzó la noticia sobre el hecho extraño que ocurría en la ciudad. En Bogotá, Eucario Bermúdez lanzó el extra: “Atención, un envenenamiento masivo se presenta a esta ahora en Chiquinquirá, la ciudad religiosa de Colombia”.

Y todo el día el país estuvo pendiente de este infausto suceso. Mientras don Eucario entregaba información cada quince minutos sobre esos hechos, el país rezaba y se enteraba de cada acaecimiento de ese alarmante envenenamiento.

Cuando el hombre llegó a la luna, don Eucario Bermúdez les dio la noticia a millones de radioescuchas, cinco minutos antes de que Neil Armstrong pisara el piso selenita.

Dentro de las anécdotas que recuerda con cariño está el de los juegos Olímpicos de Múnich 1972. Por la tensión generada por el trágico atentado, Eucario le desconectó accidentalmente el equipo de transmisión a Édgar Perea lo que enfureció y después de gritos y alaridos, el trance terminó con un abrazo.

En 1981 partió a los Estados Unidos en busca del sueño americano. Sabía de la importancia de la colonia colombiana en La Florida, por lo que comenzó a transmitir, “Tierra Colombiana”, espacio que no tuvo el éxito esperado, pero luego con la llegada de Caracol Radio a Miami fue su primer director y lector de noticias. Dentro del informativo creó un espacio editorial, “Don Eucario y su comentario” el que le dio gran autonomía como opinador y denunciante del acontecer miamense.

Allí sacó a relucir su don de generosidad y de solidaridad, pero sobre todo el de servicio. Se hizo tan popular que incluso, la Avenida 110 del South West y la calle 40 fue bautizada con el nombre Eucario Bermúdez way.

Sus oyentes lo quieren y lo admiran. El científico Ricardo Roa recuerda que siempre escuchaba su participación en el programa deportivo que hacía Hernán Peláez para escuchar sus notas llenas de buen sentido del humor. “Era magistral”, dice ahora el doctor en biogenética.

Incursionó en la música como compositor a mediados de los años sesenta, escribió: “Es tímido el amor”, tema que interpretó Kenny Pacheco, fue autor de dos libros autobiográficos Crónicas de un exilio voluntario (1997) y El talento no se jubila (2011). Admirador de dos grandes periodistas: del maestro de maestros Orlando Cadavid Correa y de don Antonio Pardo García. Eucario se precia de ser un buen mecanógrafo, escribe 120 palabras por minuto, añora la excelente radio que se hizo en los años dorados de nuestra radiodifusión, lapso en que a nuestro bello folclore identidad de nuestra cultura se le daba la difusión e importancia que se merece.

Don Eucario Bermúdez: un hombre difícil de igualar. Descanse en paz.

 

*Especial para EL NUEVO SIGLO