El director Tomás Pinzón Lucena estrena en Colombia La Paz, una película documental que muestra la condición humana dentro de la guerra a través de los rostros de los combatientes rasos de las Farc, al convivir durante cinco meses con integrantes del Bloque Alfonso Cano, en un campamento asentado en las montañas del Cauca.
Esta producción, que para nada retrata la vida de la cúpula del grupo armado, pero sí de la ‘guerrillerada’ y que se estrenará este jueves en la plataforma Mowies, logra permear la intimidad de estos hombres y mujeres, permitiendo al espectador conocer sus miedos, sueños e incertidumbres, sobre todo en los días previos al plebiscito, e incluso, el día mismo de la jornada, cuando el no se impuso, convirtiendo al equipo de producción de la película en unos testigos de excepción en este capítulo de la historia colombiana.
Todo inició cuando Tomás, a través del exsenador Álvaro Leyva y de la periodista María Elvira Bonilla hizo llegar una propuesta al Secretariado de las Farc en Cuba, que tras varios meses dio una respuesta positiva, aunque pudo ser diferente, pues la decisión siempre dependió del curso de las negociaciones.
Ya en terreno, el primero en recibirlo fue Walter Mendoza, el subcomandante del bloque guerrillero, un hombre al que recuerda con una gran sonrisa enmarcada en un espeso bigote gris, quien había preparado para el equipo, conformado además por el camarógrafo francés Arnaud Prullière y el sonidista colombiano Juan Camilo Bernal, una caleta en la que dormirían, permitiéndoles desde el primer momento vivir y compartir la cotidianidad del campamento.
“A pesar de la cálida bienvenida del comandante Walter, el primer día consistió en escanearnos, olernos y analizarnos. Tanto ellos como nosotros vivíamos una guerra interior por dejar a un lado prejuicios y miedos para poder acercarnos”, cuenta el director Tomás Pinzón, quien aún recuerda la primera noche en el campamento.
A fuerza de convivencia los reparos, de cada lado, se fueron viniendo abajo, aunque Tomás nunca perdió su olfato como documentalista, para lo que se apoyaba en su equipo y se aseguraba de no perder la objetividad a la hora de analizar lo que era auténtico y lo que no, en esa cotidianidad documentada en 240 horas de grabación y que se resume para el público en 81 minutos.
“No fue fácil llegar a ese corte. La película la fuimos encontrando en la sala de edición, o más bien nos fue encontrando ella a nosotros. Fue un proceso muy duro y de mucha deliberación”.
La cinta llega precedida del Premio del Público a Mejor Documental en el Ficci y Premio del Jurado en el festival de cine colombiano en París fue El perro que ladra. En Lima, y por unanimidad, el jurado encabezado por la cineasta argentina Agustina Comedi, también le otorgó el Premio del Jurado.