La historia del Museo Iglesia Santa Clara se remonta a 1647, la edificación fue testigo de los hechos más importantes del país. Pero su estilo no solo enmarca el sufrimiento del pueblo, también la santidad del mismo; pues la iglesia aún conserva esos vestigios de las misas y encuentros religiosos que se realizaban en la época de la conquista.
La iglesia es un lugar de culto, que aún guarda la decoración original compuesta por retablos barrocos, pinturas al óleo de los siglos XVII y XVIII, imágenes de bulto estofadas y policromadas, pintura mural y celosías mudéjares, que la convierten en un espacio perfecto para recibir a la exposición Cuerpos opacos. Delicias invisibles del erotismo místico.
La exposición es un conjunto de retratos de monjas coronadas del Monasterio de Santa Inés de Montepulciano, O.P., de Santafé de Bogotá. La muestra estará abierta al público durante un año debido a su importancia, pues para su curadora Constanza Toquica, quien le comentó a Camilo Gómez Gaviria, cronista de temas culturales, “Cuerpos opacos proviene de su lectura del jesuita y teórico francés del siglo XX Michel de Certeau quien estudió la historia de la espiritualidad en occidente y la hagiografía o vida de los santos. “Él trabaja el concepto de ‘cuerpos opacos’ para referirse a la opacidad de los cuerpos representados, de figuras religiosas” explica. Según Certeau hay una ruptura en la relación del individuo con Dios a partir del periodo de la Ilustración. “Entonces, él dice que son opacos porque el cuerpo en sí, el retrato, representa esa relación, esa vinculación de esa experiencia vivida y sentida que tuvo la monja, pero que ni para ti ni para mí, hoy en día, significan eso mismo que quiso representar el pintor. Y por eso es la opacidad”.
La muestra además de mostrar ese paso a la otra vida, se basa en la necesidad que tienen algunos seres de llegar al otro lado, “Porque hay un deseo, como en el erotismo físico. Hay un deseo del otro. Pero no del otro, el fulano que me gusta, sino el Otro con mayúscula”, comentó Certeau.
Cuerpos opacos. Delicias invisibles del erotismo místico enmarca la muerte como una forma de experimentar la vida misma, como le aseguró su curadora a Gómez: “Creo que en un país como Colombia donde hay tantas muertes violentas y nos alimentamos mediáticamente día a día con cuerpos muertos de forma violenta, no queremos mirar más la muerte porque es sinónimo de violencia, de algo que no debería suceder y que nos duele. Y por eso negamos la muerte. Pero mirar una muerte santa es diferente. Estas representaciones, estos retratos nos hablan de otra forma de experimentar la muerte”.