Santa María Tlahuitoltepec es un pueblo en la Sierra Norte del estado de Oaxaca, al suroeste de México. Aunque está muy lejos de cualquier ciudad grande, la influencia occidental ha sido imposible de evadir: según el último censo, allí habitan solo 3.452 personas y sin embargo, cuenta con una banda filarmónica y con dos escuelas de música.
“Vivía entre las nubes y las montañas, pero mi comunidad es tierra de músicos”, recuerda María Reyna González, una indígena mixe que a sus ocho años descubrió la música en el coro de su escuela y desde ese momento entendió que lo suyo serían los escenarios.
“Mi sueño siempre fue salir de mi comunidad porque las mujeres allí, incluso mi madre, que es mi mayor ejemplo, me decía: ‘Tienes que salir de aquí porque lo único que va a pasar es que vas a ser mamá y te vas a casar. Acá no hay otro futuro”.
Por eso, a sus 15 años, desafiando las barreras del idioma y hablando solo unas palabras de español, María Reyna viajó 13 horas por tierra hasta Guadalajara, Jalisco, donde encontró trabajo como empleada doméstica.
“Solo hablaba cerca de un 30 % de español y creo que ha sido una de las experiencias más difíciles porque me tocó ser empleada doméstica. La señora de la casa donde trabajaba y sus hijos me empezaron a enseñar el idioma y con ese trabajo, pagué mis clases de canto, la preparatoria y también la licenciatura cuando tenía 19 años”.
Aunque empezó cantando música popular mexicana, su registro vocal le permitía imponerse retos más avanzados. Estudió música sacra y en 2009 llegó a la escuela privada Elevare donde conoció a su profesor de canto Joaquín Garzón, quien reconoció su talento y le enseñó la técnica detrás de la ópera. Más adelante, él se convertiría en su pianista y director musical.
Pasando a las ligas de las grandes sopranos, María Reyna empezó a estudiar bel canto y a hacer interpretaciones en italiano, pero sabía que eso no era lo suyo; quería que la gente que ella conocía la entendiera, especialmente su madre, quien no habla en español y menos en italiano.
Ella recordó que su abuelo había compuesto la canción Tääk´unk, que quiere decir ‘Madrecita’ en mixe y con la ayuda de Garzón, la adaptó a la opera.
“En 2012 subimos un video para mi mamá con una canción que se llama Madrecita y era la forma de decirle que la extrañaba mucho porque llevaba dos años sin verla. Esa canción me cambió la vida. Después de eso, en Oaxaca me pidieron que hiciera un concierto para el Día Internacional de la Mujer Indígena, llevándoles a las mujeres el mensaje de que no importa el origen del que vengan, siempre pueden hacer sus sueños realidad”, rememora con nostalgia.
De esa forma, su potente voz inundó el Teatro Juárez y fue la primera vez en que la chica de Santa María Tlahuitoltepec fue presentada como soprano mixe.
El rescate de su lengua
“Madrecita por siempre te llevó en mi corazón
No digas que no estás en mi pensamiento
Aunque lejos me encuentre
Siempre te llevó conmigo”
Así reza la letra de Tääk´unk y su mensaje impactó tanto a los oyentes, que desde entonces María Reyna y Garzón crearon el proyecto Ópera Mixe que fusiona música clásica contemporánea y un poco de jazz con las lenguas originarias de México.
“Mi comunidad ha estado muy sorprendida y al principio no entendían, pero poco a poco han ido asimilado lo que estoy cantando. Ahora están orgullosos de que los represente”.
Y es que cerca de 90.000 personas hablan Mixe, también conocida como lengua ayüük, razón por la que María Reyna entiende la importancia de cantar en su dialecto.
“La música me ha cambiado la vida. Cantar en las lenguas tradicionales de México es muy importante para que la gente entienda la importancia de su lengua”.
Precisamente este jueves, la ONU celebró el Año Internacional de las Lenguas Maternas. Según el informe de la organización titulado ‘Atlas de las lenguas del mundo en peligro’, el 43 por ciento de los aproximadamente 6.000 idiomas que se hablan en el planeta están en peligro y cada dos semanas uno desaparece, llevándose consigo un patrimonio cultural invaluable.
La música de esta soprano indígena es un soplo de aire fresco en la escena musical y justo por eso ha compartido tarimas con Natalia Lafourcade y Ely Guerra, entre otros artistas mexicanos. Además, en 2016 fue invitada de honor a la Feria Internacional del Libro en Santiago de Chile.
Con 28 años, vive en Ciudad de México y en el mes de mayo lanzará su primer álbum en el Teatro Álcala de Oaxaca. El trabajo musical tendrá aproximadamente 13 canciones en varias lenguas como mixe, mixteco, maya y zapoteco.
María Reyna también tiene invitaciones a Nueva York, Nueva Jersey, San Francisco y Washington para cantar. Esas presentaciones podrían catapultar aún más su carrera, sin embargo lo único que le hace falta es la visa estadounidense. En 2018 se la negaron, pero espera que este año tenga más opciones de obtenerla.
“Nada es imposible cuando la fuerza de voluntad es grande y cuando uno tiene un motivo para salir adelante. Yo no quería regresar a mi pueblo hasta ser alguien en la vida”.
*Periodista de Anadolu