Con esta película, que recuerda la época violenta de Perú, cierra el ciclo audiovisual de los hermanos Diego y Daniel, así como el acercamiento al cine sobre paternidad
DANIEL VEGA recuerda cuando se fue a vivir a Canadá con su padre, como un tiempo explosivo y riesgoso como suele ser la adolescencia, “para entonces mi papá estaba viviendo en Toronto donde, si bien estaba lejos de haber alcanzado sus objetivos, estaba satisfecho con lo que estaba logrando. Mi viaje no duró ni un año. Perdí el calendario escolar y regresé revuelto de emociones y con mucha rabia”. Esa rabia fue la idea inicial para realizar el largometraje “La Bronca” (2020), el tercero de los hermanos Vega, que se estrenó la semana pasada en las salas de Cine de Colombia.
En esa época, finales de los ochenta y principios de los noventa, Perú atravesaba uno de los peores momentos de su historia. La guerrilla comunista Sendero Luminoso perpetró ataques terroristas en las principales ciudades del país, el cual vivía convulsionado y con miedo, pues el grupo armado llegó a controlar grandes porciones del territorio. Incluso, logró tomar el control de ciudades como Jauja, Yurimaguas, Juliaca o Tingo María, además de distritos en Ayacucho, Apurímac y Huancavelica. Para muchos peruanos salir del país era la mejor manera de sobrevivir, además de mejorar su calidad de vida ante el terrorismo y la crisis económica.
De la realidad a la pantalla
Daniel recuerda que la obsesión de su padre siempre fue el dinero. “De joven gozó de los privilegios de la clase acomodada limeña y, cuando empezó a trabajar, aspiraba a hacerse millonario de un día para otro. Se fue a Canadá con la intención de lograrlo y mirando a los que nos quedamos en Perú con desdén”. La historia de la película se enmarca en ese momento histórico tan cercano a su familia: un adolescente que viaja a visitar a su papá a Canadá, pero lleva consigo una bronca en la sangre por ser migrante y por la violencia de su país.
La primera escena es la de un joven de 17 años intentando arrancar una señal de tránsito con rabia. Exhausto lo hace y termina cargándola como un crucifijo en el hombro en una fría noche de invierno de Montreal. “Esto nos pasó en esa época, nosotros sentíamos que nos rodeaba una violencia, que nosotros cargábamos cierta agresividad y cierta rabia”, asegura Diego Vega, quien codirigió la película junto a Daniel, para el medio peruano RPP.
En seguida, la película nos presenta a Roberto, quien prefiere presentarse bajo el nombre de Bob. Durante su estadía en Canadá, el hijo conocerá verdaderamente a su papá, pero no podrá quitarse la rabia de sentirse solo y de no saber muy bien qué hacer en un país donde todos hablan otros idiomas y no cesa de caer nieve. La relación entre ambos está atravesada por otros personajes, la nueva esposa, su hija, sus amantes canadienses y el cuñado que vive en el sótano; en un círculo frío y desesperanzador, durante una adolescencia turbulenta y la frustración de su padre por no hacerse rico.
“La película cuestiona cómo nos transforman la violencia, la masculinidad tóxica, la migración obligada y la relación de este padre con este hijo”, asegura Diego. “El personaje, en particular, carga una violencia que explota en Canadá cuando se encuentra con su papá por razones que no tienen nada que ver con lo que pasa en el Perú, pero inevitablemente te hacen pensar en la violencia del país de ese entonces”, agrega.
Una trilogía sobre la paternidad
“La Bronca” es la tercera película de los hermanos Vega sobre la paternidad. La primera, “Octubre” (2010), cuenta la historia de un prestamista al que le entregan un niño y durante toda la película trata de deshacerse de él porque no quiere ser padre. La segunda de la trilogía es “El Mudo” (2013), el filme más premiado de la historia del cine peruano, donde el papá es un juez que es corrupto y que no comparte los mismos principios de sus hijos.
Con “La Bronca” se cierra un ciclo audiovisual de los realizadores y el acercamiento que han tenido al cine desde las experiencias familiares. “Más que una decisión, salió de una manera natural. Siempre estuvo el padre por ahí flotando en las historias”, dice Diego.
Este último filme fue rodado en Canadá en solo 15 días con un equipo pequeño. Recibió la Mención Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián 2019 en la categoría “Horizontes Latinos y Rodrigo Palacios”, el actor que hace de Bob, el padre que intenta negar su tradición peruana, también ganó el premio a “Mejor Actor” en este renombrado festival de cine.
Al final de la película aparecen imágenes de Perú, en ese momento histórico, que pretenden generar la idea de un país en una época violenta y caótica, “las imágenes finales las pusimos, fue una decisión muy difícil, porque mucha gente nos decía que la película funcionaba sin ellas. Pero nos pareció importante porque el conflicto y la historia peruana no se conoce en el mundo, entonces queríamos contextualizarla”, asegura Diego.