Jóvenes mayas reviven juego de pelota | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Diciembre de 2012

Ataviados con taparrabos, collares de semillas y adornos de plumas, indígenas de Guatemala y Honduras recrearon en Copán el juego de pelota maya, ritual ancestral que incluía el sacrificio, en vísperas de celebrar el cambio de era en el calendario de esa rica civilización precolombina.

Con el aroma intenso de la hoja de pino regada en el piso de los alrededores, en un ambiente animado con música de flauta y caracoles de fondo, los dos quintetos de jugadores, mayas chortis, saltaron la noche del martes a la duela de cemento construida en el patio de una escuela frente al parque del sitio arqueológico Copán Ruinas, 400 km al noroeste de Tegucigalpa, para conmemorar el cambio de era el 21 de diciembre.

"Es un orgullo salvar el juego que estaba en peligro de extinción", expresó a la AFP Leonel Interiano, capitán del equipo guatemalteco.

Los jóvenes, quienes entrenaron por meses, llevaban la cara pintada -los hondureños con tintes negros y los guatemaltecos blancos- y el cabello amarrado con una cinta de tela que ataba detrás de la cabeza dos plumas rojas de papagayo.

Ofrenda a Ajaw

Coreando el "olé" de los estadios de fútbol, unos 500 bulliciosos aficionados animaron a lo largo de 50 minutos, con dos tiempos de 25 cada uno, a los nerviosos jugadores que, como en el pasado, tenían que hacer pasar la pelota de hule por un aro golpeándola con el puño, brazos, antebrazos, pecho, caderas y piernas.

Los hondureños, que como locales llevaban un listón negro en el taparrabo, lo lograron seis veces y los guatemaltecos cinco.

El campo de juego abarcó un área 20 por 10 metros, con piso de cemento pintado de rojo y una pared de madera en la que fue colocado un aro metálico vertical, en lugar del antiguo de piedra.

Según los estudiosos de esa cultura, el juego de pelota que practicaban los mayas era concebido como un ritual y terminaba con el sacrificio del capitán de unos de los equipos como ofrenda a los dioses, pero no está claro si era del perdedor o del ganador.

El sacrificio "era para que la tierra fuera más fértil y honrar al dios Ajaw -supremo-", explicó a la AFP Jairo Medina, entrenador del equipo de Guatemala, integrado por estudiantes de un colegio técnico de Recursos Naturales de la comunidad de Jocotán, departamento de Chiquimula.

"Yo hubiera muerto con honor porque el sacrificio sería para que las tierras fueran más fértiles y hubiera una mejor producción", comentó Fredy Mendoza, el capitán hondureño, un estudiante de secundaria de 19 años.

-- Bienvenida una nueva era --

Unos 5.000 descendientes directos de los mayas viven en 19 comunidades enclavadas en las montañas de los departamentos occidentales hondureños de Copán y Ocotepeque, colindantes con El Salvador y Guatemala, según Inmar Díaz, organizador del encuentro.

Copán, que tuvo su apogeo entre el año 426 y 822 después de Cristo, alberga en 12 majestuosas hectáreas construcciones en piedra, entre las que destacan plazas y monumentos de algunos de los 16 reyes de la dinastía, y la gigantesca escalinata de jeroglíficos. Uno de los mayores atractivos son los vestigios de un campo de pelota, bastante bien conservado.

"Más de mil años después vuelve un juego de pelota a esta zona" de Copán, resaltó Díaz, un descendiente maya promotor de la cultura precolombina y quien trata de extender esta práctica en Honduras.

El viernes, en el solsticio de diciembre, los mayas cerrarán una era de 5.200 años y darán la bienvenida a un nuevo ciclo, una fecha que dio lugar a interpretaciones apocalípticas y fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas.

La conmemoración en Honduras se centra en Copán, donde ese día el presidente Porfirio Lobo encabezará una ceremonia.

Pero también habrá rituales y actos culturales en sitios arqueológicos de El Salvador, Belice y, sobre todo, en el sur de México y en Guatemala, donde también se encuentran algunas ruinas de los campos de juego de pelota.

La civilización maya, que se extendió por esos territorios, tuvo su mayor esplendor en el llamado período clásico (250-900 d.C.), hasta que entró en una etapa de decadencia en el período postclásico que se prolongó hasta tres siglos antes de la llegada de los españoles a la región.