Jaime García Serrano es reconocido y admirado en el mundo por ser el único ser humano capaz de calcular operaciones matemáticas complejas más rápido que una calculadora; un cerebro que, como los mismos científicos que lo han estudiado afirman, no tiene comparación, el mismo que recorrió diversos países demostrando su talento y dejando sin palabras a todos aquellos que no creían en tales hazañas.
Actualmente pasa sus días llevando una vida tranquila junto a su familia, en España, realizando algunos viajes y conferencias, pero principalmente concentrado en incursionar con sus métodos de aprendizaje en el mundo académico, queriendo que los niños de su ciudad y en un futuro de su país natal, Colombia, desarrollen capacidades y dejen de aborrecer la matemática.
Jaime estuvo recientemente en Málaga, un municipio ubicado en el suroriente de Santander, Colombia, donde protagonizó un nuevo reto matemático en el Instituto Técnico Industrial Emeterio Duarte Suárez: logró ocho desafíos de cálculo infinitesimal con funciones trigonométricas, supervisados por docentes de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Las funciones trigonométricas seleccionadas incluían seno, coseno, tangente y cotangente, seguidas de una segunda fase con operaciones más complejas, como arco seno, arco coseno, arco tangente y arco cotangente.
El profesor superó ampliamente las expectativas, resolviendo los ocho retos en tiempo récord. Sus cálculos, precisos hasta en 15 decimales y con un promedio de respuesta de 0,3 segundos, asombraron a todos los presentes.
“Yo vivo en España y vine a Colombia, a mi pueblo natal, a demostrarles a todos que sí se puede hacer cálculos mentales complejos sin necesidad de aparatos. Estoy muy feliz de haber logrado los retos, sigo aprendiendo, capacitándome y aplicándome para nuevos retos”, le dijo Jaime a EL NUEVO SIGLO.
Considerado el calculista matemático del siglo, desde pequeño este colombiano disciplinado e inteligente ha patentado un método exento de misterios y esoterismos, que busca fortalecer y revivir la memoria mediante el proceso de la nemotecnia.
Desde niño
Pero, ¿cómo nació este don matemático? Jaime le dijo este medio: “Desde niño me fascinaron las matemáticas y ese interés fue creciendo con los años. Durante los días de confinamiento estuve haciendo mis primeros cálculos, me retaba a mí mismo mentalmente y poco a poco lo fui logrando”.
Gracias a su disciplina y su constancia, logró ser un descubridor de los métodos abreviados para resolver problemas por medio del cálculo mental, pudo hacer lo que nunca antes pudo otro ser en la Tierra: demostrar que es más rápido que una computadora. Así lo acredita la organización literaria mundial Guinness World Records, con sede en Londres, que le reconoce, además, estos registros orbitales:
El cálculo más rápido de la raíz 13 de un número de cien cifras, en sólo 0,15 segundos, la memorización de un número de 200 dígitos, cálculo de los calendarios de cien mil años, cálculo del calendario gregoriano de un millón de años, cálculo de las funciones trigonométricas. Ha recorrido el mundo y en todas partes (ante la televisión japonesa, americana, europea, en universidades, colegios, ante científicos y en los auditorios más selectos) se ha lucido con algo que sigue pregonando a los cuatro vientos: raciocinio.
Jaime García Serrano nació el 14 de agosto en 1956 en el seno de una numerosa familia, siendo el décimo de once hermanos, hijo de Eleuterio García, quien trabajaba como taxista, y Leonarda Serrano, ama de casa.
Entre los sueños de su niñez, jamás tuvo en sus planes convertirse en un prodigio de las matemáticas ni nada que se le pareciera, simplemente quería ser y era un niño normal; incluso, llegó a aborrecer las sumas y restas que le ensañaban en la escuela, prefería jugar fútbol con sus hermanos y sus compañeros de clase en las calles que lo vieron crecer.
“Fui un niño normal, igual que todos, salía a las calles a jugar con los amigos, incluso fútbol, descalzo”.
El ábaco
En la escuela Antonio Nariño, donde Jaime realizó sus estudios primarios, fue el lugar en el que su vida empezó a cambiar, pues en una de las clases de matemática, de las que no era muy fanático, conoció por primera vez el instrumento para calcular operaciones básicas que lo haría entender y conocer la matemática al punto que se enamoraría de ellas: el ábaco.
“Recuerdo que me ilusionó tanto que me fabriqué uno con un marco de madera, alambres y tapas de botella y gaseosa”.
Gracias al ábaco, Jaime comenzó a ver las operaciones aritméticas de forma fácil y divertida, eran un juego para él, al punto que entre sus amigos y familia se volvió costumbre retarse entre ellos mismos a calcular números en el menor tiempo posible, ignorando que a medida que pasaba el tiempo, este juego le desarrollaría capacidades de razonamiento y agilidad con el único pretexto de no perder frente a sus oponentes.
A Jaime siempre lo ha caracterizado la competitividad y esto se debe a que en su niñez, gracias al juego de calcular operaciones matemáticas en el menor tiempo posible, comenzó a practicar todo el tiempo, con el fin de ser cada vez mejor y ganar cada partida. Por ello realizaba ejercicios cuando llegaba a la escuela, antes y después de clase, a tal punto que este inocente deseo de ganar le dio la oportunidad de crear y descubrir formas fáciles de resolver ejercicios en el menor tiempo posible.
Dejando atrás su niñez y convirtiéndose en un adolescente como los demás, Jaime llegó a cursar a bachillerato en el Instituto Técnico Industrial de Málaga, donde su panorama cambió significativamente, pues ya no era el experto en operaciones básicas, sino uno más del salón, que no tenía la menor idea de qué eran derivadas, límites, integrales o logaritmos, y aunque esta falta de conocimiento no lo detuvo para seguir entendiendo y explorando el amplio mundo de la matemática, él lo volvió más un pasatiempo que otra cosa y dedicó su atención a una sus grandes pasiones, el fútbol.
“Cuando recibí el primer récord, me lo dieron en España. Recuerdo que me fui para allá, lo recibí y en ese momento la televisión española y todos los medios de comunicación, tanto la radio como los periódicos, como El País, El Mundo y ABC me hicieron entrevistas. Así me dieron conocer más en España y me invitaron a la Universidad Complutense en Madrid para que dictara una conferencia. Entonces ya empezaron las invitaciones no solamente para más universidades en Valencia, Barcelona y La Coruña, y vi que mi futuro estaba allá”.
Gracias a su notable presentación, Jaime fue llamado a concursar en el programa internacional "Supercerebros" de National Geographic, representando a la Colombia.