Atrévase a experimentar, al mismo tiempo, alegría, miedo, ira, tristeza y hasta asco
TODAS HEMOS pasado por una situación en la que definitivamente no sabemos cómo reaccionar. Pero nunca nos habíamos imaginado la posibilidad de que pequeños seres que habitan en nuestro cerebro son los encargados de dirigir cada una de nuestras reacciones o sentimientos.
Pixar, fue quien decidió darnos una pista de lo que puede estar sucediendo en nuestra cabeza cada que nos sentimos confundidos, alegres, enojados y hasta antipáticos. Si aún no ha visto la peli, conozca a los personajes que podrían estar viviendo dentro de su cabeza con la peli Intensamente y atrévase a vivir sus emociones al máximo.
El panorama mental es descubierto gracias a la joven Riley, que tiene que dejar toda su vida en el Medio Oeste cuando a su padre le ofrecen un nuevo trabajo en San Francisco.
Como el resto de las personas, Riley se deja llevar por sus emociones: Alegría, Miedo, Ira, Asco y Tristeza. Todas ellas viven en los Cuarteles Generales, que es el centro de control de la cabeza de la joven y desde allí le ayudan y aconsejan a lo largo de los días.
Sin embargo, las emociones chocan y aunque Alegría, que es la emoción principal y la más importante para Riley, intenta mantener su actitud positiva, a la hora de elegir nuevo hogar, nueva ciudad y nueva escuela hace que se cree un caos en los Cuarteles Generales.
Más allá de la interesante odisea que deben pasar las emociones para volver a poner en orden la mente de Riley, pues la historia deja al descubierto la difícil y dolorosa búsqueda de equilibrio emocional que nos permite salir adelante del desmoronamiento de las emocionales y que conforman nuestra identidad e integridad moral.
En el caso de la joven se ve reflejado en el abandono de su antiguo hogar y entorno, y el no deseado e intempestivo ingreso a un hábitat impredecible, gris y tosco, un entorno donde se pierde la mudanza, hay que dormir en el suelo, se atrofian las habilidades sociales y deportivas, los padres ya no parecen tan divertidos y sensatos y que, en el colmo de los colmos, la pizza lleva brócoli.
Es claro que Riley no la tiene nada fácil. Su nuevo mundo, su casa, su colegio y su ciudad no se parece ni de lejos a su antiguo mundo. Está confundida, nostálgica, enfadada. Ya nada es seguro y grato. La ira, el miedo, el disgusto y la tristeza, sobre todo la tristeza, empiezan a apoderarse de su ánimo en menoscabo de la alegría. Pero la alegría, detrás de esa euforia y sonrisa permanente, es una emoción más bien opresiva, que se cree con el derecho de decirles a sus colegas qué hacer y qué no hacer, cuándo aparecer y cuándo desaparecer.
Pero, como en toda buena aventura de formación, como lo es Intensamente, Riley va creciendo y descubre poco a poco algo esencial para ella: que para lograr su verdadero equilibrio debe reconocer que la tristeza, la ira, el disgusto y el miedo no son emociones tóxicas y vergonzantes, sino que, de hecho, bien dosificadas son enteramente saludables y necesarias. Y más aún, Riley aprende que sin ellas la alegría no deja de ser sino una emoción agobiante, una tirana desconsiderada y empalagosa y, al fin de cuentas, predecible hasta al fastidio.