El tema del agua desde una óptica distinta a la necesidad o el placer cotidiano es lo que a través de veinte imágenes de gran formato aborda el reconocido periodista y fotógrafo Enrique Patiño con su exposición El agua que fluye, que desde hoy y hasta fin de mes se puede apreciar en el Hotel Lancaster House y Apartasuites de Bogotá.
La muestra es una invitación a reflexionar sobre el vital líquido y v Va más allá del discurso ambientalista. Se sustenta en el arte de la fotografía para interpretar el elemento a partir del ser humano, y plantea nuevas definiciones a partir de términos conocidos como sequía, inmersión, ahogo, evaporación o naufragio, entre otros.
Algunas fotografías fueron realizadas a personajes como la cantante Adriana Lucía, la cantante y actriz Natalia Bedoya, la actriz de teatro Alejandra Borrero, la actriz de cine Martina García y la modelo Ángela María Roa, entre otras. La mayoría fueron hechas como parte del trabajo periodístico del autor.
Según Enrique Patiño “La técnica usada es el blanco y negro, para destacar la presencia del ser humano por sobre la del elemento. Estas fotos forman parte de un proyecto en desarrollo, y es la primera parte de un trabajo que buscará incluir a otros artistas interdisciplinarios”
"Lo más bello fue comprobar cómo se reventaban de luz las pequeñas gotas que se esparcían por doquier. Fue un goce. Absoluto y breve. El agua siempre es una fiesta"
Motivación
Patiño se inspiró para hacer este bello montaje en una simple pero muy profunda reflexión: no hay persona que no se transforme cuando entra en contacto con el agua.
Así, en la ducha, en el mar o en los ríos, la gente asume una actitud de contemplación reverencial o de súbito goce ante la presencia del elemento. Si somos agua por origen y por composición, si hemos definido el mundo y nuestro lenguaje a partir de sus términos, si ha determinado la agricultura y las ciudades, permitido la exploración y la conquista, provocado la muerte y permitido el surgimiento de nuevas especies, alterado los ciclos y determinado las migraciones, entonces ¿por qué no darle un sentido estético que nos involucre, nos comprometa con ella y nos recuerde que también somos gota, oleaje, inmersión, marea, agua, cuerpo de agua, isla, acantilado o río?
Es por esas razones que el agua, en esta exposición, va más allá de un discurso político o ambientalista, de una consigna de conservación justificadamente alarmista o de una exaltación de sus virtudes. Es, por el contrario, una interpretación desde el ser humano de lo que es o significa su presencia. Nosotros como el agua. Nosotros de vuelta al líquido para rendirle una explícita reverencia y para entenderla de una forma distinta, esta vez no a partir del elemento que nos transforma sino del ser humano que transforma al elemento y es parte de él para interpretarlo con libertad.
Esta exposición reúne algunas de las imágenes captadas durante el último año. Están en blanco y negro para destacar más al ser humano que al elemento y las fotos parten de conceptos o de palabras ligadas al agua para intentar otra definición a partir de nuestra presencia. Inmersión, ablución, naufragio, oleaje, ahogo, evaporación, gota, sequía, drenaje, entre otros términos, son revelados en esta serie de fotografías de gran formato.
Estas imágenes son apenas la punta del iceberg del proyecto personal que desarrolla el autor alrededor del tema El agua y la sed, que incluye un blog personal de imágenes y textos, una novela, y el impulso de un movimiento artístico interdisciplinario que reconvierta el manido mensaje ambientalista en una propuesta creativa y propositiva sobre los recursos naturales, siempre ligada al arte.