El coleccionista alemán Cornelius Gurlitt, fallecido el martes, legó por sorpresa al Museo de Bellas Artes de Berna su inmensa colección de cuadros, muchos de ellos expoliados a judíos durante el nazismo.
El museo indicó en un comunicado que había sido "informado mediante un mensaje telefónico y escrito por parte de Christophe Edel, abogado de Cornelius Gurlitt".
Centenares de obras de arte, entre ellas pinturas de grandes maestros robadas a judíos bajo el nazismo, se hallaron en el apartamento de este anciano solitario y discreto en Múnich hace dos años.
Según el mensaje del abogado, Cornelius Gurlitt, que no tenía hijos, "nombró como heredera universal a la fundación privada del Museo de Bellas Artes de Berna", indicó el comunicado.
El museo de la capital helvética mostró su sorpresa por este elección, ya que "nunca, en ningún momento, tuvo la mínima relación" con el coleccionista alemán.
Pese a la "gratitud y la inmensa sorpresa" de este regalo inesperado valorado en decenas de millones de euros por los medios alemanes, la pinacoteca reconoció también que esta herencia "plantea una serie de cuestiones espinosas, en especial, jurídicas y éticas".
El museo declaró que esperaba aún consultar los documentos de este legado y tomar un primer contacto con las autoridades competentes, antes de tomar "una posición concreta".
La pinacoteca de Berna, la más antigua de Suiza, cuenta con una colección permanente con obras de Monet, Hodler, Picasso, Giacommetti, Rothko o Dalí, entre otros grandes maestros.
- Expolio, museos y patrimonio familiar -
El caso Gurlitt estalló en noviembre de 2013, cuando la revista alemana Focus reveló que la justicia alemana había confiscado en 2011 más de mil obras de arte, entre ellas, cientos de cuadros presuntamente expoliados a judíos durante el Tercer Reich.
El legado comporta dibujos y telas de grandes maestros como Chagall, Picasso, Matisse o Renoir. Otros 200 cuadros más se hallaron en otro domicilio del coleccionista alemán en la ciudad austríaca de Salzburgo.
Gurlitt había heredado estas obras de su padre, un marchante de pasado turbio bajo el régimen nazi (1933-45), fallecido en 1956.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense liberó a Hidelbrand Gurlitt, quien recuperó su colección descubierta por los aliados en Hamburgo.
La investigación judicial demostró que el Tercer Reich descolgó varios cuadros de museos alemanes y vendió legalmente varias de las obras de la colección de Gurlitt, cuya familia había adquirido otros lienzos antes de 1930.
Respecto a las obras expoliadas a judíos, Gurlitt firmó en abril un acuerdo con el estado alemán para restituir unas 590 obras a sus herederos legales, si bien este acuerdo no incluye los lienzos encontrados en Austria.
La elección del museo helvético como heredero universal es un misterio, pese a que el anciano, fallecido el martes a los 81 años, ya conocía el mundo del arte de Berna.
Los problemas con el fisco comenzaron después de que los agentes de aduanas detuvieran con dinero en efectivo a Gurlitt en un tren procedente de Suiza, donde había vendido, según él, un cuadro a la galería de arte y de subastas Kornfeld, de propiedad judía.
La repercusión mediática del caso sobrepasó posiblemente a este hombre de pelo blanco, que prefería escribir una carta a llamar por teléfono. Así, hace unos meses lanzó una página web "www.gurlitt.info", en la que contaba su historia.
"Simplemente quería vivir con mis cuadros, en paz y tranquilidad", escribió en la carta que encabeza esta página web.