"Mi filme es una alegoría del poder y de lo difícil que es abandonarlo", explicó este viernes el director colombiano Ciro Guerra tras presentar en Venecia su primer filme en inglés "Esperando los bárbaros", en competición por el León de Oro.
"Pese a que ocurre en un tiempo lejano, ese mundo se asemeja al de hoy. Habla al mundo de hoy", explicó Guerra, quien se basó en el libro homónimo del Nobel sudafricano J. M. Coetzee, con el que trabajó para elaborar el guión.
"Cuando leí por primera vez la novela de Coetze encontré que se trataba de una poderosa alegoría sobre la forma en que el mundo se ha construido sobre el poder (...) y cómo es difícil tanto permanecer en el sistema como dejarlo", explicó el director en perfecto inglés durante la conferencia de prensa de presentación del filme.
Aplaudido en los dos pases para la prensa especializada, Guerra compareció en Venecia con los protagonistas, dos estrellas de la talla de Mark Pattinson y Johnny Deep.
"Los argumentos de esta historia son pertinentes con el mundo de hoy: el poder dentro del poder, sobre el que opta por tomar decisiones y al que descartan", explicó el actor francés Depp, quien encarna al violento coronel Joll.
Seleccionado entre los 21 realizadores en competición, Guerra, nominado al Óscar en 2016 con "El abrazo de la serpiente", narra a su manera, con su estilo riguroso, una historia de odio por el extranjero, de abusos y extremismos.
"Traicioné la novela, había que hacerlo para que tuviera un lenguaje más cinematográfico", contó a propósito del final distinto con respecto al texto literario.
Publicada en 1980, la novela es una parábola de una Sudáfrica desquiciada por el racismo, una denuncia de la brutalidad y de la arrogante ignorancia del poder.
"Fue un gran desafío, pero descubrí que estaba conectada con todas las cosas que había hecho en el pasado, todo los temas que me interesan", reconoció el autor de obras sobre el poder y la violencia como "La sombra del caminante" y "Pájaros de verano".
"Al principio, era una alegoría (...) pero durante el proceso de hacer la película, comenzó a ser cada vez menos una alegoría y más algo que sucede en el mundo. Se sentía cada vez más el presente", explicó.
Rodada entre Marruecos y Mongolia, Guerra, que ha trabajado para algunas de sus precedentes películas con indígenas del Amazonas, aprovechó su capacidad para explorar entre las culturas, para competir por el máximo galardón del certamen veneciano.
"Desde el inicio tuve claridad sobre cómo hacerlo, podía ver la película absolutamente clara. Fue un desafío y un privilegio", reconoció.