El daño causado por Greenpeace al valiosísimo sitio arqueológico de las Líneas de Nasca se ha convertido en el más sonado ataque contra el patrimonio de Perú y el primero provocado por una ONG, según las autoridades.
El ingreso sin permiso y sin respetar los protocolos de seguridad y de conservación, provocó un cierre de filas entre los peruanos en defensa de un tesoro cultural de más de 2000 años de antigüedad y considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
"Es la primera vez que una ONG se ve envuelta en un atentado de este tipo", aseguró a la AFP el viceministro peruano de Cultura, Luis Jaime Castillo, quien señaló que habrá sanciones económicas, además del proceso judicial en curso.
Las líneas, en las pampas de Nasca, a 450 km al sur de Lima son geoglifos que representan figuras geométricas y de animales, y sólo pueden ser apreciadas en forma aérea. Su real significado constituye un enigma pues algunos investigadores las consideran un observatorio astronómico o un calendario.
El ataque de Greenpeace denunciado por las autoridades peruanas ocurrió el 8 de diciembre, cuando doce activistas ingresaron a la zona de las Líneas de Nasca para desplegar 45 telas amarillas en el suelo en las que se leía "Time for change! The future is renewable, Greenpeace" (Tiempo de cambio! El futuro es renovable).
La ONG grabó un video para difundirlo en el marco de la Conferencia de la ONU sobre el clima que se realiza en Lima (COP20) hasta este viernes.
Según la fiscalía de Nasca, se constataron "daños irreparables" en un área de 40m2 en la zona donde está localizado el geoglifo con la figura de un colibrí.
Según la fiscal Velia Begazo, de la segunda fiscalía penal de Nasca, el hecho "constituye un delito contra el patrimonio cultural, penado con entre tres y seis años de prisión".
El escándalo ha mellado la imagen de Greenpeace, cuyo director internacional, Kumi Naidoo, llegó el jueves de urgencia a Perú.
"He venido para reunirme con las autoridades y ver en qué podemos ayudar a las investigaciones. Haremos todo lo necesario para subsanar el problema", dijo.
En los días previos al inicio de la conferencia climática de la ONU en Lima, Greenpeace realizó otra manifestación en el sitio arqueológico Machu Picchu. Un mensaje con luces alertó sobre el calentamiento global, una iniciativa que tampoco contó con autorización.
"El problema con Greenpeace es que ellos creen que están al margen de la ley porque presumen que tienen un mandato moral superior y eso es una falacia, que destruye el estado de derecho", señaló Castillo.
"Podemos perdonarlos si hay disculpas, pero igual habrá un proceso judicial y administrativo con multas que se imponen a quienes cometen actos ilícitos. Van a tener que enfrentar una situación complicadísima", advirtió.
Este año Perú reforzó la vigilancia de sus monumentos históricos en Cusco, la antigua capital del imperio incaico, por ataques con aerosoles a muros prehispánicos.
También se adoptaron medidas ante la nueva tendencia de algunos turistas extranjeros de tomarse 'selfies' desnudos en el santuario arqueológico Machu Picchu, algo considerado irrespetuoso.
- Otros ataques al patrimonio -
Entre otros ataques contra el patrimonio cultural peruano figura la caída del brazo de una grúa de filmación sobre un reloj solar de piedra incaico en Machu Picchu en 2000, durante la grabación de un comercial de cerveza.
Aquel golpe provocó una rajadura de la extensión de un lapicero en una piedra que data de la segunda mitad del siglo XV.
El caso se cerró en 2008 con penas de cuatro años de prisión para los responsables y una fuerte sanción económica a la empresa.
En 2004 dos jóvenes chilenos pintaron con graffiti un muro inca del siglo XV en Cusco, en otro caso que acabó con los responsables presos por un año y multas.
En 2010 el 'Candelabro de Paracas', otro geoglifo famoso ubicado en un desierto a unos 300 km al sur de Lima, fue afectado por personas que se desplazaban en cuatrimoto.
La figura de 180 metros de largo data de hace unos 2.500 años.
En el mismo lugar, en 1996, la policía detuvo a 15 misioneros mormones que querían destruir el candelabro por considerarlo "satánico"/AFP.