Los niveles de radiactividad de los peces en la costa este de Japón siguen siendo elevados, sobre todo frente a Fukushima, 17 meses después de la catástrofe nuclear en la central de Daiichi, según un estudio de un experto estadounidense publicado el jueves en la revista Science.
Ken Buesseler, químico del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (Massachusetts, noreste de Estados Unidos), analizó las mediciones del gobierno japonés y concluyó que podría haber una fuente persistente de radiactividad en el océano Pacífico que podría proceder de una fuga del reactor de la central dañada por el sismo o bien de sedimentos marinos contaminados.
También estimó, basándose en esos datos, que cerca de un 40% de los peces atrapados cerca de Fukushima no son comestibles según las normas establecidas por las autoridades niponas.
El científico subraya además, en la edición de la revista a publicarse el viernes, que los niveles de contaminación en casi todas las especies de peces y crustáceos no disminuye. Pero estos niveles varían según la especie, lo que complica la reglamentación por parte de los organismos públicos.
Según Ken Buesseler, que había llevado adelante en 2011 una misión internacional de investigación sobre un buque para estudiar la dispersión de los radionucleidos procedentes de Fukushima, "es necesario hacer más que estudiar los peces para predecir cómo evolucionarán los diferentes niveles de contaminación".
"Necesitamos sobre todo entender mejor las fuentes de cesio y otros radionucleidos que siguen manteniendo estos niveles de radiactividad en el océano frente a Fukushima", insistió.
Para ayudar a alcanzar este objetivo, el científico y su colega Mitsuo Uematsu, de la Universidad de Tokio, organizan un simposio en la capital japonesa el 12 y 13 de noviembre.
El objetivo es presentar las últimas estimaciones disponibles sobre emisiones de radiactividad en la central de Daiichi, así como su impacto en el océano, la vida marítima, los peces y los crustáceos.
El científico observó no obstante que frente a las costas del noreste de Japón, la gran mayoría de los peces atrapados siguen estando por debajo de los límites autorizados para su consumo, aún después de que las autoridades los bajaran en abril de 2012.
Un terremoto de magnitud 9 y subsiguiente tsunami se produjo el 11 de marzo de 2011, acabó con la vida de unas 19.000 personas y paralizó los sistemas de enfriamiento de la planta de Fukushima, lo que produjo la fisión de alguno de sus reactores nucleares.
La radiación se filtró en el aire, el suelo y el mar alrededor de la planta.