La inminente entrada de Facebook a la bolsa neoyorquina está provocando una efervescencia inusitada en los mercados, que se agitan por el más mínimo detalle, como la indumentaria de su joven dirigente Mark Zuckerberg.
Los analistas difieren enormemente en cuanto a la estimación del valor de la empresa californiana fundada ocho años atrás.
Los medios de prensa también están divididos. Mientras algunos señalan que las acciones ofrecidas ya habían sido colocadas, otros aseguran que les cuesta encontrar comprador.
El 3 de mayo, Facebook anunció que más de 337 millones de acciones serían ofrecidas a precios que oscilarían entre 28 y 35 dólares en una primera cotización en el mercado Nasdaq, oficiosamente esperada para el 18 de mayo. Otras 50 millones de acciones podrían ser lanzadas al mercado de ser necesario.
La operación valorizaría al grupo en entre 70.000 y 87.500 millones de dólares y en hasta cerca de 97.000 millones incluyendo todas las opciones sobre acciones que podrían ser ejercidas de aquí a uno o dos años.
Esas cifras son mucho más abultadas que los 23.000 millones de dólares en que se valorizó Google cuando su desembarco en la bolsa, en 2004.
Facebook podría recupeerar 5.600 millones de dólares en la operación (otros 5.000 millones irían a sus actuales accionistas), pero no precisó el uso que daría a esos fondos.
Lo que los más de 900 millones de usuarios del sitio comunitario esperan es que Facebook "continúe innovando y haga que el servicio se vuleva más interesante e importante", señaló el analista Tim Bajarin, de Creative Strategies.
Pero la empresa va a funcionar con empleados que durante largo tiempo fueron remunerados en acciones y de que de la noche a la mañana se convertirán en millonarios -comenzando por Mark Zuckerberg, que este lunes festeja sus 28 años y se aseguró de contar con más del 53% de los derechos de voto-, un fenómeno de consecuencias imprevisibles.
"Cuando un conjunto de personas que trabaja en determinada empresa recibe un paquete de dinero, se producen comportamientos extraños", afirma el analista independiente Rob Enderle.
Zuckerberg ya es un excéntrico en el mundo de las finanzas. La semana pasada algunos analistas lo criticaron al verlo vestido con su camiseta con capucha de siempre, en vez de con un traje.
Comportamientos como este "exacerban a personas que tienen medios como para hacer fracasar la entrada (de Facebook) en la Bolsa", señaló.
Zuckerberg debió hacer frente a críticas más de fondo, sobre su estrategia, tras una serie ce compras onerosas, como la adquisición de Instagram por 1.000 millones de dólares, un lote de licencias por más de 500 millones y la startup Glancee, la semana pasada.
Según la prensa, la compra de Instagram llamó la atención de la Comisión Federal de Comercio, que habría abierto una investigación al respecto. Facebook se negó a comentar esta información.
"Una vez que una empresa comienza a cotizar en bolsa, adquiere responsabilidades fiduciarias", señaló Bajarin, destacando la necesidad de que Facebook asuma una actitud más circunspecta.
Sin embargo, la semana pasada Facebook volvió a ocupar las primeras planas luego que Microsoft anunció una integración mayor de las informaciones del sitio comunitario en su motor de búsqueda Bing, y el viernes la propía Facebook confirmó que lanzaría un servicio de almacenamiento en línea, siguiendo los pasos de Google, Dropbox y otros.
"Mark (Zuckerberg) quiere que Facebook esté contectado a toda clase de sitios, y un flujo de dinero fresco puede sostener ese modelo", estimó Bajarin.