COMO PARTE de la iniciativa “Edificios que cuentan historias” se inaugura el 12 de este mes la exposición dedicada a la Escuela de Artes Plásticas y Visuales, en la Universidad Nacional (UN). La muestra incluye fotografías y textos dispuestos en dispositivos museográficos, como paneles en forma de cubo, una línea de tiempo y varias infografías que retratan la importancia de esta edificación para el país.
El inmueble, ubicado dentro del campus universitario de la UN en la capital, albergó la primera Facultad de Arquitectura y la Escuela de Bellas Artes de Bogotá. Por sus salones han pasado algunos de los grandes nombres de las artes colombianas: Alejandro Obregón, por ejemplo, pintó su serie Cóndores mientras fue director de la Escuela; Marta Traba alternó su cátedra de Historia del Arte con la dirección del Museo de Arte Moderno de Bogotá, que en ese entonces funcionaba en la Universidad; el arquitecto Fernando Martínez Sanabria se formó en estos salones; y Gustavo Zalamea estudió Arquitectura y regresó como profesor de Artes Plásticas.
Como estas, son muchas las anécdotas que encierra entre sus muros el Edificio de Bellas Artes, como coloquialmente se conoce a esta joya de la arquitectura moderna.
Entre artes y arquitectura
Por iniciativa de Alberto Urdaneta, uno de los principales pintores colombianos del siglo XIX, mediante el Decreto 85 del 21 de octubre de 1884, el Gobierno nacional creó la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, vinculada desde entonces a la Universidad Nacional de Colombia.
Esta institución recogió la tradición artística empezada por la escuela de pintores de la Expedición Botánica, empresa científica que, al mando de José Celestino Mutis, registró la flora colombiana en láminas que hoy son consideradas verdaderas obras de arte.
Además de Urdaneta, a ella han estado ligados importantes artistas como Roberto Pizano, quien trajo una colección única de reproducciones para que los estudiantes conocieran las obras de los grandes personajes europeos, y Francisco Antonio Cano, maestro de muchos de los artistas nacionalistas, también llamados Grupo Bachué.
Lange, Blumenthal y Rother
La escuela tuvo su sede en el claustro de Santa Clara hasta 1964, año en que se trasladó a la ciudad universitaria de Bogotá, al mismo edificio que hoy ocupa como Escuela de Artes Plásticas y Visuales de la UN. No obstante, este espacio inicialmente fue pensado y construido entre 1937 y 1940 para la naciente carrera de Arquitectura.
Además de tener un lugar central en la historia del arte colombiano, encierra un valor excepcional desde el punto de vista arquitectónico, razones que lo elevaron a “Bien de Interés Cultural” de carácter nacional en 1996.
Según Héctor Copete, estudiante de la Maestría en Museología de la UN, la importancia patrimonial de este edificio radica en que posee un planteamiento estético que corresponde a una arquitectura de transición, que reúne elementos academicistas, Art Deco y de la primera arquitectura moderna europea.
Se trata de un estilo que llegó con los exiliados y migrantes del viejo continente, a raíz de la Segunda Guerra Mundial. En su planeación intervinieron tres arquitectos alemanes: Erich Lange, con Adiciones posteriores, de Erns Blumenthal y La traza de los detalles ornamentales, de Leopoldo Rother.
En términos urbanísticos, Copete explica que la implantación del proyecto configura, junto con el edificio de la Facultad de Derecho, el eje transversal del óvalo que organiza el trazado del campus, que fue el principio rector para el desarrollo y consolidación de su forma actual.