“Enrique Ponce, eres un poema” | El Nuevo Siglo
Foto cortesía.
Domingo, 24 de Febrero de 2019

De los tendidos bajó un grito reconociéndole al de chiva sus maneras, las que, a pesar de pinchar en sus dos actuaciones, le valieron para que el usía le concediera tres orejas. Ramsés, el torero colombiano, cortó una y una, mientras Sebastián Castella pechó con el peor lote y se fue con un trofeo.

Las notas de Granada, canción compuesta por Agustín Lara que fue interpretada por el barítono colombiano Valeriano Lanchas, calentaron una tarde fría pasada por agua. El ruedo de la Santamaría lucía distinto, en las tablas estaban pegadas obras de arte del pintor francés Loren Pallatier. La terna remató ese cuadro luciendo trajes a la vieja usanza. Casi lleno para un cierre de lujo en una corrida goyesca.

Saltó al ruedo ‘Fosforero’, de 500 kilos. Lo recibió Enrique Ponce, doblándose con gran arte y flexibilidad. La baja temperatura no se sentía pues todo era fantasía. Toro y torero se volvieron uno solo. Con el pasar de los minutos el público empezó a pedir indulto, el cual fue negado por la presidencia. Una vez con la espada, el diestro de chiva pinchó y luego asestó un estoconazo fulminante. Cuando dobló el burel, el Presidente sacó casi de forma inmediata los dos pañuelos blancos y el azul, concediendo una merecida vuelta al ruedo al astado y garantizando la puerta grande para el diestro.

En su segundo de la tarde, cuarto del festejo, Ponce lidió a un toro brocho que acusó falta de raza y fuerza. Sin embargo, el torero se impuso, la gente estaba con él. Un señor de considerable edad se paró en los tendidos de sol y gritó: “Ponce, eres un poema”. En medio de la faena el matador agradeció y continuó sacando lo que no se veía de su oponente. Pinchó y mató. Petición y oreja para el ‘maestro’ que ha hecho de Bogotá, la taurina, su casa.

Ramsés Ruiz, quien oficiaba de anfitrión, llegó con ilusión acompañado de su padre y su hijo. Y fue técnico. Muy técnico. El bogotano hace las cosas tan correctamente que, en ocasiones, el público se desconecta y pierde la chispa. Pero su lidia fue impecable, dejando grandes momentos.

A ambos toros les cortó orejas Ramsés. Más destacada fue su lidia al tercero de la tarde, aunque también obró con criterio ante el encastado Decano, animal que cerró la temporada. Faenas serias, con temple, con verdad. Oreja y oreja.

Y fue una pena que Sebastián Castella tuviera que pechar con el peor lote de la corrida. En el segundo de la tarde, el francés lució torero, llegó a los tendidos con facilidad y cautivó con su valor -dejó un cambiado por la espalda de miedo-. Una estocada desprendida no impidió que le fuese concedida una oreja.

El segundo del galo, lidiado en quinto lugar, fue un toro que se rajó casi de entrada. Negando embestidas y llevando la labor de Castella a ser silenciada.

Terminó con la corrida -goyesca-  de Ernesto Gutiérrez la temporada taurina de Bogotá, que dejó como saldo cinco matadores a hombros y 14 orejas en tres festejos.