El grupo musical argentino Les Luthiers recibió el homenaje del Instituto Cervantes, en Madrid, que los elogió como una referencia en el mundo hispánico por la "elegancia del humor" desplegado a lo largo de medio siglo.
"En tiempos difíciles el humor es muy importante. Y es muy importante que el humor tenga que ver con el ingenio, con las sutilezas del idioma, y no con la zafiedad. Ellos han sido unos maestros históricos", dijo a modo de encomio el director del Cervantes, el poeta Luis García Montero.
Representan "la elegancia de la mirada, la elegancia del humor", añadió García Montero en el acto, donde estuvieron también los artistas españoles Ana Belén, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat -quien ha compartido escenario con los argentinos- y los integrantes de la compañía catalana de teatro cómico Tricicle.
El homenaje comenzó con el depósito de un legado en un voluminoso cofre metálico, en el sótano de la sede mundial del Cervantes.
En la ceremonia estuvieron los veteranos Carlos López Puccio y Jorge Maronna, así como Horacio 'Tato' Turano, Roberto Antier, Martín O'Connor y Tomás Mayer-Wolf, aunque no así Marcos Mundstock, uno de los miembros más antiguos, aquejado de un tumor cerebral.
El legado es un riquísimo testimonio de la carrera de este sorprendente grupo, que incluye fotos en blanco y negro del primer recital, una partitura escrita por el fundador Gerardo Masana con plumín y tinta china, textos de obras, libros sobre el grupo, la colección completa de DVDS del conjunto y hasta una irónica "estatuilla Mastropiero", que ridiculiza la de los óscar.
"El trabajo de Les Luthiers fue siempre infatigable", dijo Carlos López Puccio, compositor y director de orquesta que ha tocado más de 30 instrumentos con el grupo. "Estos escritos tienen más de cincuenta años, y yo, por entonces, tenía más de 20. Creo que merecería estar yo en la caja", añadió en tono de broma.
La entrega del legado en el depósito del Cervantes concluyó con una muestra del ingenio del grupo: una interpretación de la Oda a la Alegría de Beethoven, con ayuda de tres mates argentinos.
Merecen "no sólo un cofre en el Instituto Cervantes, sino un sofá en la Academia de la Lengua", dijo elogioso en un coloquio posterior el escritor colombiano Daniel Samper, destacando cómo Les luthiers "han hecho reír a millones de personas".
"Los respetamos, les agradecemos, los queremos, los seguimos y les estamos inmensamente agradecidos", abundó la vicepresidenta del gobierno español, Carmen Calvo. Son unos "magníficos portadores de esta lengua que nos une", enfatizó.
-Una carrera larga y reconocida-
Coincidiendo con sus bodas de oro, Les Luthiers recibieron en 2017 en España el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Previamente, en 2011, habían recibido el Grammy Latino a la excelencia musical.
En su larguísima trayectoria, Les Luthiers, ataviados siempre de esmokin y moñito negro, construyeron más de 30 instrumentos y compusieron más de 170 canciones, pertenecientes a diversos géneros como óperas, tangos, boleros y hasta corridos mexicanos.
Muchas de esas obras están atribuidas al personaje ficticio de Johann Sebastian Mastropiero, una sátira del célebre compositor alemán Johann Sebastian Bach.
El conjunto empezó con siete integrantes en 1967, pero seis años más tarde falleció su fundador Gerardo Masana, arquitecto, músico y compositor de la "Cantata Laxatón", una brillante parodia de "La Pasión según San Mateo" de Bach.
Aquella no fue la única vicisitud, ya que en 2015 murió el muy apreciado Daniel Rabinovich, miembro inicial del conjunto, y dos años más tarde Carlos Núñez Cortés abandonó el grupo.