El "made in China" rima a menudo con barato y poco duradero, pero varias marcas del gigante asiático instaladas en París empiezan a pisar fuerte en el mercado internacional del lujo.
"Mostramos una moda que viene de China, pero que se dirige al mundo entero, creando nuevas referencias sobre este país. Destacamos un nuevo 'made in China' de calidad y sofisticación", resume a la AFP la francesa Isabelle Capron, directora general de Icicle Paris.
Fundada en Shanghái en 1997, esta marca cuenta con 270 tiendas en China y un volumen de negocios de 250 millones de euros. Abrió en septiembre en París su primera tienda internacional, de casi 500 m2 en la lujosa avenida George V, corazón del "triángulo de oro" en la capital francesa.
"Es un trampolín para nuestra internacionalización. París es la capital de la moda y el objetivo es dar visibilidad a la marca", subraya la representante de la firma china que se dio a conocer en 2018 en Francia comprando la firma Carven.
Icicle emplea solo tejidos naturales –cachemira, seda, algodón, lana, lino...– y tintes vegetales, como la cebolla, la corteza de nogal, la flor de isatis y el té. Las prendas se fabrican en las tres fábricas del grupo en China.
Pero hoy en día la ropa con la etiqueta "made in China" sigue siendo sinónimo de calidad mediocre para muchos consumidores europeos.
"Los estereotipos son muy tenaces: hace siete años, cuando me uní a un grupo chino, algunos me miraban pensando en esta imagen de que los chinos tienen mal gusto o producen prendas de mala calidad. Pero hoy hay un verdadero cambio, esta nueva ola de marcas chinas es reveladora", afirma Capron.
"Nunca he sentido hostilidad hacia mí. Al contrario, siempre suscité interés", confía en cambio Dawei, un diseñador chino de 38 años que desfila desde este año en la Semana de la Moda de París con su marca del mismo nombre y que reivindica una producción en China "con materiales italianos, franceses, japoneses y chinos".
"Quizás como estudié en París, aprendí en grandes casas como Balenciaga y John Galliano y creé mi marca en París, nunca fui considerado como un extranjero llegado de China. Soy un diseñador que trabaja en París de origen chino", resume Dawei.
"El Chanel chino"
Uma Wang, Masha Ma, Yang Li, Jarel Zhang... Varios diseñadores chinos figuran en el calendario oficial de la Semana de la Moda de París, junto a la marca pionera Shiatzy Chen, que se estrenó en 2009 y fue la primera de origen chino en instalarse en la célebre avenida Montaigne.
¿Por qué en París? "Porque es la cuna de la alta costura y tener un estudio de diseño aquí nos permite explorar las técnicas de confección occidentales, y además estar en el centro de las últimas tendencias", explica a la AFP Wang Chen Tsai-Hsia, fundadora de Shiatzy Chen.
Esta firma lanzada en 1978 en Taiwán cuenta con 70 tiendas en Asia. Las colecciones, fabricadas en Shanghái y Taipéi, seducen al combinar el 'savoir faire' tradicional con los cortes contemporáneos.
"Utilizamos mucho la artesanía y siempre tratamos de integrar elementos chinos en nuestras creaciones", afirma Wang Chen Tsai-Hsia, cuya marca se conoce como el "Chanel chino".
Por su parte, Icicle apuesta por un estilo más "internacional" y por responder a la creciente demanda de una moda "natural y sostenible".
"Nuestro objetivo son los jóvenes profesionales que quieren una prenda de línea depurada y que dure", resume Capron, cuya marca propone suéters de cachemira a 550 euros y abrigos de lana y seda a partir de 1.150 euros.
La marca quiere ser más que una vitrina. "Tenemos un verdadero plan para París y Europa. Abriremos una nueva tienda a finales de 2020", en la capital francesa, anuncia Capron.
Para el experto en lujo Eric Briones, "para ser deseable, incluso por parte de los clientes chinos, una marca china no puede limitarse a tener tiendas en su país. Hay que existir en París, que les fascina".
Los chinos representan el 35% de los consumidores de productos de lujo en el mundo.
Briones, cofundador de la escuela de moda "Paris School of Luxury", afirma además que este "auge de un nuevo 'made in China' es solo el principio de una revolución, emprendida por la joven generación china que quiere consumir productos nacionales".
Es "un regreso al apego a las marcas locales, que se dio primero en la ropa callejera y empieza a extenderse al lujo", analiza.