UNA explosión de creatividad, representada en diversas expresiones artísticas y que tiene como ADN que es el debut en un escenario cultural tan importante como el Mambo de 25 artistas locales autodidactas y emergentes es lo que se puede apreciar en la reapertura de este museo.
“Autónomo” es una muestra excepcional y pletórica de talento realizada por los que se han llamado “artistas de la casa”, ya que estos 25 expositores hacen parte del proceso de formación artística que el Museo de Arte Moderno realiza desde meses atrás y quienes, tras un dedicado proceso de guía y aprendizaje con tutores especializados, canalizaron sus sinergias y materializaron su creatividad en todas y cada una de sus obras.
El Mambo reabrió sus puertas el pasado jueves con la mencionada exposición y tras varios meses que se emplearon para las adecuaciones de ambiente y seguridad que requería este escenario cultural, que a lo largo de más de cinco décadas de existencia ha albergado importantes y selectas obras de arte.
“Queremos que el Museo continúe siendo óptimo para albergar obras, tenemos que asegurarnos que los niveles de humedad y temperatura estén controlados, que los filtros UV de las ventanas sigan funcionando. Durante estas obras también se limpió la fachada y se impermeabilizó” comentó a EL NUEVO SIGLO, la museógrafa Angélica Rodríguez, al tiempo que agregó que para permitir el acceso a todo tipo de público se puso en funcionamiento un ascensor.
Retomando el tema de “Autónomo”, explicó Rodríguez que estos 25 artistas de Bogotá, autodidactas y emergentes, fueron los más destacados del grupo de los 160 que hicieron parte del programa Mambo PFA, un ambicioso programa de formación para aquellas personas, que sin distingo alguno, tienen una venta artística digna de explorar y explotar.
El proceso de formación y potencialización de habilidades duró cuatro meses y estuvo a cargo de 22 tutores.
“Es de ese trabajo mancomunado que se sale Autónomo, que hace referencia al salto de lo empírico y autodidacta a un talento orientado para sacar el máximo provecho en sus obras. Es, sin duda, que ellos son conscientes de estos procesos y de sus positivos resultados”, expresó a este diario Lyda Vásquez, directora del departamento de educación del Museo y directora general de la exposición.
Vásquez resalta que este ambicioso proyecto de formación se materializó en el Mambo gracias a la labor que el año pasado realizaba Franklin Aguirre, en una localidad bogotana, de donde saltó a ser el director del proyecto Mambo PFA.
“Hace dos años yo seguía lo que estaba haciendo Franklin, un curador y maestro hace más de 20 años. Él se ha dedicado también a la enseñanza y parte de su proceso ha sido ser mentor y tutor de artistas autodidactas, puntualmente de la localidad de Kennedy. Dos años después cuando en el Museo se dio la oportunidad de presentar un programa de formación artística no dudé en contactarlo para gestar el proyecto”, explicó Vásquez.
Fue así como se dio la alianza del Museo con varios espacios comunales, Casa de Juventud y bibliotecas de localidades como Tunal, Tintal, Kennedy, Engativá, Egipto, Los Mártires y San Bernardo, entre otros. Los gestores culturales de estas localidades ya trabajaban con algunos artistas emergentes de diferentes edades y gracias a la petición del Mambo, abrieron una convocatoria para quienes quisieran participar en el programa del museo.
Paralelamente se abrió una convocatoria por redes sociales al público general y se presentaron casi 300 personas. Fue de ellos donde los tutores eligieron a los más adecuados y junto a los se habían seleccionado en cada localidad –que tenían prioridad – conformaron un grupo de 160 “artistas en formación”, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 70 años. Todos eran artistas formados en las bases de la educación disruptiva enfocada hacia la imaginación y el autoconocimiento.
“Los procesos de autoconocimiento y relación con el contexto, con las otras personas, con la naturaleza y con tu ciudad, hace que el individuo piense en otras relaciones. Por eso las obras de la exposición tienen un hilo conductor o de coincidencia: son reflexiones de los artistas de manera íntima, durante estas indagaciones y el trabajo de formación también se enfocó en esto. Fue una combinación entre teoría y práctica” explicó la directora general.
Agrega en diálogo con este diario que “este proceso de formación también incluyó clases magistrales y charlas con influyentes artistas como María José Arjona, Esteban Peña y Miller Lagos”. Todo ello aunado a los componentes práctico y experimental, que se trabajó enseñando técnicas de dibujo, pintura y serigrafía, al igual que con visitas a talleres y galerías independientes enfocadas en procesos como la fotografía, estampado y muchas más.
De otra parte, Vásquez destaca el apoyo que recibió el museo de una fundación que donó recursos para el programa, el interés de los gestores locales y, obviamente, de los elegidos quienes fueron amas de casa, adultos mayores, maestros de obra y estudiantes de diferentes carreras, ent6re otros, que tuvieron la oportunidad de potencializar sus conocimientos artísticos, dando rienda suelta a su imaginación y pasión por el arte.
Los asistentes a esta exposición encontrarán una amplio y variado “menú” creativo, ya que se pueden apreciar des pinturas y esculturas hasta performance, video instalación y diversos medios bidimensionales.
Talento mexicano
De otra parte, Eugenio Viola, el nuevo curador del Museo tiene una ambiciosa agenda de proyectos, los que tomarán forma hasta el año entrante. En el entretanto seguirá con la ruta previamente trazada de exposiciones, entre ellas la de la mexicana Teresa Margolles, quien estará el próximo fin de semana en su primera muestra individual en Colombia.
La artista mexicana desde hace unos años centra su temática en la migración y lo que veremos en Bogotá es fruto del trabajo que hizo durante dos años en la frontera colombo-venezolana, más puntualmente en el puente Simón Bolívar, con migrantes que trabajan en Cúcuta pero que viven en Venezuela.
Margolles trae las realidades de estas personas de una forma muy particular, los fluidos de sudor, las camisas llenas de sangre y elementos de la zona serán utilizados por la artista para que la exposición vaya más allá de la fotografía y de los videos, los cuales por supuesto estarán presentes, pero serán paralelos a la representación escultórica y de performance que ella realizará con estos objetos. “Es un performance que empieza en Cúcuta recogiendo las camisetas y los objetos y termina aquí en el Museo. Se mancharán las ventanas y se harán unos cubos de cemento que se marcarán con las iniciales de cada persona” contó para este Diario, la museógrafa Angélica Rodríguez.