UN impensable viaje al futuro. Eso fue lo que Stanley Kubrick hizo, hace 50 años, con su película 2001: Odisea del espacio, que no sólo se convirtió en pionera de la ciencia ficción (y la más exitosa de este género según expertos) , sino que hizo vivir a los espectadores, en esa época, una experiencia tan fantasiosa como temerosa.
El director neoyorkino marcó la historia del cine con ésta y otras obras caracterizadas por la complejidad de las tramas, los efectos especiales y la innovadora composición pictórica. Su prodigiosa versatilidad se vio reflejada en la diversidad de géneros que abordó a lo largo de su carrera, siendo denominado por los críticos como uno de los cineastas más influyentes del siglo XX.
2001: Odisea del espacio es tal vez la obra maestra del aclamado director porque en 1968 eran muy pocos, como él, capaces de adentrarse en un futuro imaginado, más allá de la órbita terrestre y la posibilidad de vidas diferentes a la humana.
Los impecables resultados de sus películas se aprecian en cada uno de los planos en los que se denota su estricta dedicación al detalle, un acto atribuido al trastorno obsesivo compulsivo que al parecer afectaba al director y que lo hizo llevar al desquicio a sus actores repitiendo cientos de veces las mismas tomas.
Para Kubrick, hacer una película de ciencia ficción se volvió una obsesión. Tenía la idea recurrente de hacer un documental rodado por extraterrestres y a los productores a los que el director les planteó la idea llegaron a pensar que era completamente desatinada, así que después de un arduo trabajo de investigación, en febrero de 1964, el director descubrió al autor Arthur C. Clarke y su novela El fin de la infancia, historia sobre una raza superior alienígena que hizo evolucionar a la humanidad e inspiro a Kubrick profundamente. Desde ese momento supo que debía trabajar con Clarke y los dos llevarían a cabo el desarrollo de su odisea.
Esta historia de culto narra periodos de la evolución de la humanidad, del pasado y del futuro. Comienza en la época antes de la aparición del "homo sapiens", en donde un grupo de primates, tras tener contacto con un monumento de piedra, empiezan a desarrollar su inteligencia. Millones de años después, un monolito muy similar es encontrado enterrado en la luna, lo que despierta el interés de los científicos espaciales. Es así como inicia una misión en la NASA, en donde HAL 9000, una máquina dotada de inteligencia artificial, se encarga de controlar todos los sistemas de la nave, definiendo el destino de Dave Bowman, uno de los astronautas líderes de la misión.
2001: Odisea del espacio es una película donde la ciencia ficción es tan solo un pretexto para hablar del misterio sin nombre de la evolución de la especie humana. En ella todo es considerado exacto, desde la historia de Arthur C. Clarke, la música de Richard Strauss y los decorados “futuristas”, hasta los efectos especiales, el triunfo de las máquinas sobre el hombre, el silencio del infinito y la muerte como vuelta a los orígenes. Detalles con los que el director, creador de otros clásicos como El Resplandor y La Naranja Mecánica, construyó un poema sinfónico capaz de mostrar la belleza y el caos de un futuro cada vez más presente a través de un extraordinario realismo científico.
Y es esta exitosa y aclamada cinta de Kubrick la que vuelve a las salas de cine, medio siglo después, para que los amantes del cine puedan embarcarse en ese viaje que en esa época el director norteamericano hizo y en el que llevó a miles de asistentes a varios teatros en el mundo.