Sobre sus roles actorales, su fundación teatral y la participación en una adaptación teatral de una novela de Gabo habló con EL NUEVO SIGLO
Edgardo Román nació en Bogotá el 4 de agosto de 1950 y desde su infancia quedó completamente hechizado por la magia del teatro y sus misteriosas posibilidades. Después de años de luchas, finalmente consiguió dominar el arte de transformarse en otros y apasionar al público hasta convertirse en uno de los mayores referentes de la actuación en Colombia, interpretando a personajes históricos que le permitieron ganar premios protagónicos como el Simón Bolívar y El India Catalina.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué es lo que siente cuando empieza a actuar?
EDGARDO ROMÁN: Una emoción enorme y una gran expectativa por lo que va a pasar. Al principio como en la mayoría de cosas, existe mucho susto por la incertidumbre de no saber qué sucederá. Sin embargo, con la experiencia, uno aprende a dominar sus emociones y a transmitirlas a los espectadores.
ENS: ¿En su fundación Actuemos qué enseña a sus estudiantes?
ER: Los invito a tener pasión por esto y los instruyo para que entiendan que están representando una de las artes más importantes. La dramaturgia sirve para saber quiénes hemos sido, para mirarnos al espejo y saber quiénes somos y seremos. El problema es que muchas veces la historia la cuentan los otros y eso nos lleva a correr riesgos. Por ejemplo, si nuestra historia la cuentan los gringos terminan por tergiversarla y nos marcan un gol, porque en últimas, nos cuentan cómo no somos y bajo el prejuicio de sus propios interés.
ENS: ¿Qué concepto tiene de las narconovelas?
ER: Es necesario contar lo que somos y la televisión debe ser un reflejo de nuestra historia con sus alegrías y desaciertos. Tenemos la obligación de narrar nuestra realidad colectiva aunque nos produzca algo de temor y esa mirada crítica hacia la verdad es lo único que puede ayudar a plantear soluciones y generar cambios a través de las artes teatrales, que ante todo son un acto eminentemente político que deben llevar a la gente a pensar.
ENS: ¿Qué tan importante es la estética para llegar a ser actor en Colombia?
ER: La televisión necesita feos y bonitos. Actualmente no existe tanto el prejuicio sobre la estética para conseguir un espacio en el gremio actoral. Gracias a programas como los realitys se ha mostrado el verdadero rostro de las cosas y hemos escapado de la estructura de la belleza como único mecanismo para entender la realidad. El realismo es el protagonista en este momento y llegó a un punto donde puede superar incluso a la ficción a nivel comercial.
ENS: ¿Si alguien le dice que siente temor de dedicarse al teatro por la inseguridad laboral, qué le diría?
ER: Considero que en este momento no existen carreras que aseguren necesariamente el éxito social, conozco muchos abogados e ingenieros que manejan un taxi. El tema fundamental es que si uno se propone, trabaja, tiene sueños y lucha, de seguro puede llegar lejos. En mi experiencia se puede ganar mucho dinero con el teatro, sin embargo, eso depende del nivel al que lleves la contundencia de tu arte.
ENS ¿Cómo se ha sentido con su regreso a la televisión con la novela La Gloria de Lucho?
ER: Debo confesar que volver a la televisión después de cinco años me dio algo miedo, sin embargo, al verme de nuevo frente a la pantalla se me han disipado todos los temores. Mi personaje Gonzalo tiene un impacto y una esencia maravillosa. Es un tipo cariñoso y sensible pero también tiene una fuerza y una frialdad que pueden llegar a sorprender.
ENS: ¿ Cómo se sintió en la adaptación de la novela Crónica de una Muerte Anunciada de Gabriel García Márquez, teniendo en cuenta que para algunos cineastas adaptar a Gabo al cine representa una labor titánica ?
ER: A mí no me pareció difícil aterrizar el realismo mágico al sector cinematográfico. Las obras del Nobel parecen de cine, son como fogonazos fantásticos que van llevando una narrativa muy propia de la manera de contar de este arte. En realidad me pareció sencillo y me he sentido muy horado de ser intérprete de García Márquez en este género.
ENS: ¿Recuerda alguna experiencia puntual con el Nobel?
ER: Tuve la oportunidad de viajar con él y de estar en varios países donde cada uno luchó para dar a conocer al país desde su arte. Tuvimos una relación muy profesional y nunca le note una actitud engreída, era un tipo muy fresco y natural. Por otro lado, considero que varios personajes nacionales que han quedado en la retina del pueblo son muy cercanos al realismo mágico, esa cosa fantástica que parece de mentira pero que está hecha con la sustancia de la realidad.