Casi dos siglos después de la derrota de Napoleón Bonaparte en Waterloo, en el territorio de la actual Bélgica, el esqueleto completo de un soldado muerto el 18 de junio de 1815 en el célebre campo de batalla fue descubierto por arqueólogos.
"Se le ve casi morir delante de nuestros ojos", declaró el martes el arqueólogo Dominique Bosquet refiriéndose al esqueleto exhumado la semana pasado durante trabajos de acondicionamiento del lugar, situado a unos veinte kilómetros al sur de Bruselas.
Tirado de espaldas, con una bala aún a nivel del pulmón izquierdo, el soldado estaba cubierto por una capa de 40 centímetros de tierra, en una posición que prueba que no fue desplazado después de su muerte, como si uno de los camaradas de su regimiento lo hubiese rápidamente enterrado para protegerlo de los saqueadores, según los arqueólogos.
Su uniforme desapareció desde hace tiempo pero sus objetos personales -una cuchara, algunas monedas, botones de uniforme y un trozo de madera con las iniciales CB grabadas encima- debería permitir determinar si pertenecía al campo de los vencedores (ingleses, prusianos y holandeses) o los vencidos bajo las órdenes del emperador de Francia.
El lugar donde fue encontrado, detrás de una cresta controlada por las tropas del duque de Wellington, deja suponer que se trata de un soldado británico, según Yves Vander Cruysen, responsable de la asociación "Batalla de Waterloo 1815".
El mes pasado se iniciaron trabajos para realzar el sitio de Waterloo y reforzar su atractivo entre los turistas, a tres años del bicentenario de la batalla.
El sábado y el domingo próximos se efectúa la reconstitución anual de la batalla por cientos de apasionados vestidos con los uniformes de la época.
En la batalla, que cambió el destino de Europa, participaron 125.000 hombres del Gran Ejército de Napoleón contra 210.000 hombres de los aliados, y terminó con la derrota de los franceses y más de 12.000 muertos.
AFP