FOTOS EN blanco y negro son la prueba fiel de la dolorosa realidad por la que atraviesa el pueblo Embera-Katío. Las imágenes tomadas por el colombiano Andrés Herrera Pérez se trasladan a Desarraigo, un libro que da cuenta de la situación que viven a diario los integrantes de esta comunidad, que ha sido expulsada de su territorio por el conflicto armado colombiano.
“El desarraigo implica sacar de raíz, extirpar, extinguir, expulsar, en síntesis arrancar de la tierra”, comenta Pérez sobre esta creación que captura con sensibilidad distintos momentos de la vida cotidiana del pueblo indígena, tanto en los albergues donde residían en Bogotá afrontando el destierro, como en sus lugares de origen en Chocó y Risaralda, donde cada día es más evidente el abandono estatal en el que viven. La publicación fue editada por la Universidad de La Salle en coherencia con su compromiso social.
Sobre la concepción del libro, el autor afirma: “empecé a elaborar el libro con el trabajo adelantado en los albergues de Bogotá y zonas de la ciudad como el barrio La Favorita, la carrera séptima, el Parque Nacional y el barrio Las Cruces. Luego viajé a los territorios de los Emberas-Katíos del Alto Andágueda en el Chocó (principalmente en las comunidades de Aguasal y Conondo) y de los Chamís en Risaralda (desde la comunidad de Dokabú hasta la de Arenales), con el propósito de presentar un panorama más amplio que permita comprender las causas del desplazamiento de la comunidad y sus consecuencias”.
Con esta publicación, el fotógrafo quiere dejar una huella en todos los colombianos y eliminar poco a poco la indiferencia que también sirve como caldo de cultivo para que este pueblo sólo quede en los libros de historia. “Desarraigo busca contribuir a que el paso de los Emberas por estos lugares no se olvide, además de que quede evidencia de sus circunstancias y de las consecuencias que sufren las víctimas del abandono del Estado y del conflicto armado, quienes, paradójicamente, tienen que limitar su libertad y cambiar radicalmente de vida, mientras sus exigencias de una vida digna son ignoradas y los victimarios siguen libres y no son investigados. También pretende ser una evidencia del riesgo de extinción física y cultural que corren las comunidades indígenas en el país”, añade Herrera.
Al indagar las razones que lo llevaron a trabajar en esta problemática, el autor cuenta que “desde finales del siglo pasado los Emberas han llegado a Bogotá huyendo del hambre, del abandono del Gobierno y de la violencia de actores armados como las Farc, el Eln, el Ejército nacional y los grupos paramilitares; sin embargo, no han encontrado más que el frío y la indiferencia de la ciudad. El Estado dispuso para ellos dos albergues en la localidad de Los Mártires, en los que, a pesar de contar con techo, alimentación y servicio de salud, se hallaban en condiciones diametralmente opuestas a las de su territorio, donde conviven con el río, la tierra y la montaña. En esos albergues los horarios, las reglas, las rejas y los muros determinaban su cotidianidad. No obstante, no todos los Emberas que llegan a la ciudad tienen cupo en estos alojamientos y algunos tienen que pasar la noche en inquilinatos y, con frecuencia, dedicarse a la mendicidad”, asegura Andrés Herrera quien se metió de fondo a investigar el tema.
Para finalizar, Herrera explica que “a pesar de estas circunstancias, los Emberas (tanto Katíos como Chamís) han mantenido firme su voluntad de retornar a sus regiones, lo cual se realizó en diciembre del año pasado. Sin embargo, los retornados aún no cuentan con proyectos productivos sustentables en sus comunidades y las condiciones de sus viviendas y vías siguen siendo precarias, así como los servicios de educación y salud y las oportunidades laborales”, puntualiza el fotógrafo.