por Mauricio ARBILLA
Con cuatro de sus cinco integrantes acercándose a los setenta años y el más joven de 'solo' sesenta, el 'viejo' Deep Purple dio una lección de rock pesado y progresivo en Toronto, desviando la atención de una ciudad inmersa en los Juegos Panamericanos.
El mítico cantante Ian Gillan (69 años), el baterista Ian Paice (67), el 'pirata' y bajista Roger Glover (69), el tecladista Don Airey (67) y el 'juvenil' guitarrista Steve Morse (60) dieron cátedra una cálida noche de lunes en el anfiteatro Molson Canadian para siete mil entusiastas espectadores que en su myoría también orillaban la tercera edad.
La legendaria banda fundada en 1968 en Hertford, Inglaterra, conforma junto a Led Zeppelin y Black Sabbath la 'Santísima trinidad' de la primera era del hard rock y heavy metal.
El baterista Ian Paice es el único sobreviviente de la formación original de Deep Purple que grabó en 1968 su disco debut Shades of Deep Purple, y que casi cinco décadas más tarde sigue dando vueltas por la carretera y ha vendido más de cien millones de discos.
Aunque Ian Gillan y Roger Glover se unieron al viaje un año más tarde, en 1969, y junto a Paice, el guitarrista Ritchie Blackmore y el fallecido tecladista Jon Lord se transformaron hasta mediados de los setenta en un referente para todo aquel que quiera iniciarse en el rock pesado.
- Highway Star, inicio a toda velocidad -
De arranque el lunes, como para dejar claro que todavía sabe de que se trata este negocio, Deep Purple empezó su concierto con uno de sus grandes clásicos, Highway Star, el tema que abre el disco Machine Head, de 1972, sin dudas el mejor de la banda y uno de los más grandes que el rock haya escuchado.
El recital en Toronto forma parte de la gira norteamericana de 2015, que se inició en Puebla (México) el 27 de mayo y culminará en Indio, California a mediados de agosto. Desde finales de agosto Deep Purple girará por Europa con un show final en el O2 Arena de Londres el 3 de diciembre.
Con momentos en los que coquetearon con el rock progresivo y otros en los que desataron su furia y el virtuoso Steve Morse sacaba de su guitarra riffs maravillosos como un mago saca conejos de su galera, Purple deleitó durante más de una hora y media a los siete mil espectadores, llevándolos quizás a recordar los años setenta.
Luego del arrollador inicio con Highway Star, atacaron algunos temas de su último disco, Now What?!, grabado en 2013 y dedicado a su tecladista y cofundador Jon Lord, fallecido el 16 de julio de 2012 a los 71 años.
Allí apareció la clásica imagen de Gillan -vestido de Tshirt y jeans negros, como no podía ser de otra manera- tocando su pandereta y, si bien ya no se mueve salvajemente por los escenarios, su voz sigue siendo única y todavía le permite cantar como en sus mejores años.
El segundo momento de alto voltaje llegó con el quinto tema, otro de sus clasicos, Strange Kind of Woman, donde Steve Morse -en la banda desde 1992- deleitó e 'hizo hablar' a su guitarra, logrando que todos se pusieran de pie y aplaudieran a rabiar.
Luego de un iterminable solo de Morse de unos quince minutos, en los que sacó sonidos inimaginables de su viola, llegó uno de los puntos altos del recital, el solo del inoxidable Ian Paice.
Si bien no fue como el que solía hacer en The Mule en los setenta, Paice emocionó con sus más de cinco minutos solo con su batería y la gente ya no volvió a sentarse.
- Lazy, todos de pie -
Acto seguido y tras una genial introducción de Iarey -que reemplazó a Jon Lord en 2002- Purple atacó con otros de sus clásicos del Machine Head, Lazy.
Pero al contrario de lo que dice la canción al inicio "feel lazy, I'll stay in bed" (me siento perezoso, me quedaré en la cama), todo el anfiteatro estaba de pie y bailando.
Luego llegó Perfect Strangers, tema que dio nombre al que quizás fue su último gran disco, Perfect Strangers, de 1984, para posteriormente atacar con Space Trucking, también del Machine Head.
- Y al final llegó el humo -
Y si a esta altura la gente ya estaba en éxtasis, el final los llevó a donde todos querían, escuchar la mítica Smoke on the Water.
La famosa canción, cuyo riff inicial debe aprender todo adolescente que quiera iniciarse en la guitarra eléctrica, fue el apoteosis para el público, con Steve Morse haciendo olvidar a Ritchie Blackmore, Gillan llevando su garganta al límite y todos los presentes coreando el estribillo de la mítica canción.
Fue un final digno de una de las mejores bandas de la historia del rock y como comentaron a la AFP dos sexagenarios con pinta de jóvenes rockeros más que de abuelitos: "ellos lo inventaron (el hard rock), y todavía saben como hacerlo mejor que nadie"/AFP.