La XIV edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia presenta a partir del sábado un crudo retrato de Italia, un análisis amargo de la modernización a través de un viaje a la urbanización caótica y a las obras públicas inútiles.
El certamen más relevante de la arquitectura mundial se celebra este año en una ciudad sacudida por el arresto por corrupción de alcalde de la ciudad, Giorgio Orsoni.
Con el título genérico de 'Monditalia' el director de la edición, el arquitecto holandés Rem Koolhaas, ha escogido a Italia como emblema de las contradicciones de la arquitectura del siglo XX, de la modernización y de la globalización.
Igual que un médico que inspecciona una herida abierta, recorrer las inmensas y largas salas del Arsenal, el antiguo astillero de Venecia, es explorar Italia de sur a norte para descubrir sus escándalos y sus sobornos.
Tras dos años de estudio junto a un equipo de 180 personas, entre ellos estudiantes de Harvard y de su taller de Rotterdam, Rem Koolhaas, el arquitecto del rigor, inaugurará el sábado la Bienal sin la presencia de la mayor autoridad local.
El alcalde fue detenido junto con otras 34 personas, entre ellas políticos y empresarios, por un caso de sobornos millonarios para construir un gigantesco dique para salvar Venecia de las mareas, el llamado proyecto Moisés.
Italia, que Rem Koolhaas escogió por ser el emblema de la belleza, del patrimonio artístico y de la capacidad artística, también es un país de contradicciones y avidez.
Para ilustrarla, Koolhaas muestra los derrumbes de Pompeya, la construcción de un centro para una cumbre del G8 en la isla de la Magdalena, en Cerdeña -que nunca se utilizó y está ahora abandonado- fotos de las villas de mafiosos y conjuntos residenciales construidos en Milán por Silvio Berlusconi.
La historia reciente de Italia también está ilustrada a través de 80 filmes, seleccionados por Alberto Barbera, director de la Muestra de Cine de Venecia.
Durante seis meses, hasta el 23 de noviembre, habrá debates, conferencias y charlas, por invitación de Koolhaas a los 65 países participantes.
"La modernidad es un proceso doloroso, algunos países se han visto obligados a modernizarse aceleradamente", advirte el arquitecto, un proceso que se puede palpar en los pabellones nacionales de Japón, Rusia, Corea y Chile, entre otros.
- La herida de Chile -
Colocado en el centro de una de las inmensas salas del Arsenal, un simple muro de hormigón armado representa la herida de Chile.
Este muro, realizado en los años 1970 para la entrada de una fábrica donada por la Unión Soviética al gobierno socialista de Salvador Allende para construir casas populares se convirtió en bandera política: la dictadura de Augusto Pinochet se lo apropió y ordenó cubrir la firma de Allende de cemento fresco.
Los responsables del pabellón chileno, uno de los "más intensos" de la bienal, según el diario local Il Gazzetino, lo han transformado en una suerte de altar, con adornos de una virgen y lámparas coloniales.