Con una corrida de Achury Viejo, Manizales dio apertura a su 64ª. feria taurina
Tarde otoñal, tres cuartos largos de entrada y gran ambiente para la corrida inicial de esta nueva edición de la Feria Taurina de Manizales, que este año rinde homenaje a la memoria del ganadero y médico manizalita Ernesto Gutiérrez Arango, al cumplirse 100 años de su nacimiento.
Midieron talentos el fino diestro español jienense Curro Díaz, el antioqueño Juan de Castilla y el novato rejoneador Andrés Rozo, ante un muy bien presentado encierro, aunque de juego algo disparejo, de la ganadería de Achury Viejo, de encaste Parladé y Conde de La Corte.
Abrió el festejo el caballero en Plaza Andrés Rozo, un joven bogotano que intentó dar lidia al toro Aguador, número 43 de 486 kilos. Desafortunada resultó su actuación pues si bien el de Achury anduvo desentendido de la cabalgadura, aunque tomaba bien el capote que le presentaban, quedó claro que aún no está preparado para un compromiso de los kilates de la feria manizalita. Tuvo que intervenir el sobresaliente de espadas, el novillero Julián Mateo, para estoquear al ejemplar.
En su segundo toro, de nombre Cintro, número 44 que pesó 482 kilos, refrendó la pena que produjo su inclusión en el cartel. A un toro que tenía toreabilidad lo citó para ejecutar las suertes contra lo exigible, es decir al estribo y rematando a la grupa, a lo cual se suma el haber dejado atropellar la cabalgadura, como ocurrió en su primer turno. Resultado: Pitos... casi bronca.
Curro Díaz, torero nacido en Jaén, provincia española de Linares, hizo su primera presentación ante un ejemplar, segundo de la corrida, que a pesar de haber tenido la virtud de alojarse en los medios, fue de juego cancino. El diestro porfió por los dos pitones, pero el burel había decidido suspender la función. Espadazo un tanto tendido pero efectivo, tras metisaca, y palmas.
En su segundo, quinto toro de la corrida, de nombre Media Noche, bregó para resolver su comportamiento áspero; casi que se lo pensaba para embestir. Lo insípido de su juego precipitó el final de la digna presentación de Curro Díaz, quien intentó sin cansancio romper el letargo, aunque no lo logró. Estocada hasta las cintas un pelín tendida y se acabó el problema. Silencio.
Dos orejas y puerta grande
Juan de Castilla se las vio en primer lugar con Madrileño, un toro de 480 kilos, bonito, negro astracanado y además potable como las aguas de Manizales. El espada paisa lo sabía y, después de un excelente tercio de banderillas que nos regalaron Ricardo Santana y John Jairo Suaza, intentó bordar una faena grande, pero, aunque no estuvo del todo mal, el toro fue superior. Le faltó al diestro el punto de gracia, la hondura que exigen las faenas de importancia. Estoconazo delanterillo y tendido. El toro dobló en los medios sin puntilla. Primera oreja de la Feria y banderillas negras al Palco, que inexplicablemente se negó a dar la vuelta al ruedo a este gran toro.
Cerró la tarde otro negro azabache de nombre Barretino, que también derrochó gran toreabilidad. Se le veía en las primeras tandas embestir a gusto, como a gusto también lo toreaba Juan, pero le faltó apretar al toro, aprovechar las condiciones que evidenciaba y alargar las series para darle profundidad a la faena. Infortunadamente, ante esa carencia, el toro se vino a menos y terminó entablerado.
Estoconazo desprendido para una oreja, la segunda para el antioqueño, y, obviamente, para que se abriera la puerta grande.
Esta tarde, toros de Dos Gutiérrez para El Cid, Emilio de Justo y David Martínez.