Las dietas bajas en carbohidratos pueden estar ganando popularidad, pero estos macronutrientes no son el enemigo. Consumirlos en una medida correcta alimenta el cuerpo, el cerebro y también suministra una cantidad abundante de nutrientes.
Los planes de alimentación bajos en carbohidratos no son nada nuevo, de hecho han existido por más de 100 años. Desde entonces, han ganado y perdido relevancia. Quienes hacen dieta a menudo se sienten atraídos por estas soluciones porque prometen una pérdida de peso bastante rápida pues enfocarse únicamente en proteína y grasas, resulta un buen trabajo a la hora de controlar el hambre. Pero, acudir a este tipo de alimentación también tiene su lado negativo.
La función
Los carbohidratos no se merecen su mala reputación. Es más, son la fuente de energía principal del cuerpo. Cuando se come carbohidratos, se descomponen en forma de un tipo de azúcar llamada glucosa, que llega a tus células, tejidos y órganos por medio del torrente sanguíneo. Mientras todo el cuerpo depende de un suministro continuo de glucosa, los músculos la almacenan en una forma llamada glucógeno para proveer energía de manera instantánea, y el cerebro depende casi exclusivamente de glucosa, la cual sirve como combustible.
Los carbohidratos se encuentran en muchos alimentos, algunos más nutritivos que otros. Los vegetales, las frutas, los granos integrales y los frijoles son fuentes naturales y nutritivas de carbohidratos. Estos alimentos no solo proveen los carbohidratos que el cuerpo necesita, sino también una gran cantidad de vitaminas, minerales, fibra y fitonutrientes (muchos de los cuales actúan como antioxidantes y protegen las células).
El problema es que muchas personas comen demasiado de los carbohidratos menos nutritivos, como aquellos que se encuentran en los azúcares, dulces y en los granos refinados y altos en almidón (como el arroz blanco, la pasta, el pan blanco, y en los cereales refinados y endulzados para el desayuno).
Los efectos
Cuando se consumen suficientes carbohidratos para suministrar glucosa a las células, el cuerpo es forzado a descomponer las grasas corporales para obtener energía. En lugar de producir glucosa, el resultado final de la descomposición de las grasas son los compuestos llamados cetonas, así es como la dieta “Keto” o dieta “cetónica” obtiene su nombre.
El cuerpo está programado para hacer este cambio cuando está hambriento y mantener así el sistema funcionando. Cuando se consume una dieta balanceada, se producen menos, o también algunas cetonas. Pero en una dieta muy baja en carbohidratos, el cuerpo es básicamente engañado para que piense que no recibirá ningún combustible, por lo que entra en un estado llamado cetosis.
Si bien el cuerpo puede adaptarse a funcionar con cetonas, se debe tener en cuenta que este no es un estado fisiológico normal, es un mecanismo de defensa que el cuerpo utiliza para mantenerlo en funcionamiento.
Un plan de carbohidratos muy bajo no es balanceado y es difícil de mantener, lo que significa que es probable que se recupere cualquier pérdida de peso. Lo más importante es que un plan de carbohidratos muy bajo elimina no solo los carbohidratos poco nutritivos, como los dulces, sino que también limita las frutas, los vegetales, los frijoles y los granos integrales; esto quiere decir que es muy probable que se pierdan los nutrientes que aportan estos alimentos.