ESTE AÑO ha traído grandes cambios para las empresas y sus colaboradores, entre estos la implementación del teletrabajo por medio de la realización de labores cotidianas en casa o de forma remota, que obligó la cuarentena. Una nueva realidad -para algunos más que otros- que implica altos niveles de exposición a riesgos psicosociales, tanto en aspectos intralaborales como extralaborales, que influyen en la salud y el estado físico de las personas.
Por esto, a propósito del Día Nacional de la Salud en el Mundo del Trabajo, que se celebra el 28 de este mes, para promover hábitos de vida saludables y prevenir las enfermedades laborales, la Universidad El Bosque explica los riesgos en el teletrabajo y brinda algunos lineamientos para dar un mejor manejo a estos.
“Los riesgos psicosociales están relacionados con las condiciones físicas en que se realiza el trabajo, el control y autonomía con las que el trabajador cuenta para realizar su trabajo, los estilos de gestión y apoyo social recibido, el ambiente interno, las condiciones de contratación, las jornadas laborales y cuando su exposición no es debidamente controlada, pueden afectar el bienestar, la satisfacción, el desempeño y la salud del trabajador”, afirma la psicóloga Yolanda Sierra Castellanos, directora de la especialización en Psicología Organizacional y de la Seguridad en el Trabajo de la Universidad El Bosque.
A su vez, los riesgos psicosociales varían de acuerdo con la actividad que se realiza, en lo relacionado con el trabajo en casa, estás asociados principalmente a:
• Las demandas ambientales y del esfuerzo físico, especialmente de tipo ergonómico, que puede aumentar la fatiga física, mental y sensorial, en algunas ocasiones, la carencia de los implementos necesarios para realizar la tarea.
• Las demandas cuantitativas y de carga mental, con relación al tiempo con el que se dispone para la realización de la tarea.
• Las demandas de la jornada de trabajo, porque se dificulta la planeación de las tareas, se disminuyen los tiempos de descanso y se alargan las jornadas.
• Las demandas emocionales, especialmente si la tarea está relacionada con la atención a clientes o usuarios del servicio.
• La influencia negativa en el ambiente extralaboral, pues se unen tanto los espacios personales como los laborales, lo que aumenta el conflicto familiar; a su vez, rompe el equilibrio que debe existir entre trabajo y la familia.
Consejos para reducir los riesgos
Ahora bien, para hacerle frente a esta situación es importante revisar la oportunidad de respuesta por parte de las áreas de las empresas encargadas de gestión humana, de la seguridad y salud en el trabajo, así como de bienestar psicosocial.
A su vez, esto dependerá de qué tan avanzada está la gestión de los factores de riesgo psicosocial y qué tan preparadas se encuentran para asumir los retos de la reincorporación laboral.
Para lograr esto, como punto de partida, es necesario que las organizaciones evalúen su nivel de avance en los siguientes aspectos:
• ¿Cuenta con datos actualizados que permitan identificar quiénes están en riesgo por presencia de trastornos emocionales y afectivos?
• ¿Ha realizado acciones que permitan que los trabajadores cuenten con los recursos emocionales requeridos para afrontar la situación?
• ¿Ha realizado acciones orientadas a la promoción de estilos de vida y trabajo saludables?
• ¿Cuenta con un sistema de vigilancia epidemiológico en riesgo psicosocial?
• ¿Tiene un sistema de asesoramiento y recuperación para los colaboradores?
• ¿Ha realizado acciones orientadas a la promoción del autocuidado y el comportamiento seguro frente al riesgo?
• ¿Conoce la percepción de los trabajadores frente al riesgo y el autocuidado?
• ¿Tiene claridad sobre qué tan cerca o lejos está la organización de contar con una cultura corporativa orientada al bienestar psico-emocional, comportamiento seguro y autocuidado?
Finalmente, para que empresas y colaboradores se adapten a la nueva normalidad, es necesario trazar acciones orientadas a la promoción de estilos de vida y trabajo saludables; además, el fortalecimiento de los recursos emocionales tales como la autoeficacia, la empatía, la resiliencia; competencias de interacción social como la asertividad y las habilidades sociales, planeación y manejo del tiempo.
Así mismo, se requiere de acciones enfocadas en prevención que partirán de la identificación, manejo y control de los factores de riesgo psicosocial: especialmente, de aquellos emergentes, a la vez de acciones orientadas a la actuación sobre los efectos causados por la pandemia, entre ellos, el manejo del duelo, la ansiedad, el estrés postraumático y las reacciones al estrés agudo.