La mayor plataforma para los jóvenes músicos del país, Colombia Canta y Encanta anuncia su edición número 19, donde seguirá manteniendo intacta su misión: hacer que las nuevas generaciones se enamoren cada día más de la herencia musical, pero con un estilo actual.
Desde este domingo hasta el 8 de agosto se llevará a cabo un nuevo festival de esta escuela, de origen antioqueño, con un mensaje dedicado a la vida y a la preservación del folclore colombiano, como es tradición de todos los años.
Con una programación que incluye conciertos, clases maestras, conversatorios académicos, actividades recreativas y competencia nacional, se desarrollarán días llenos de música en voces de niños y jóvenes.
El evento contará además con programación virtual y pequeños aforos presenciales en Medellín, motivando al público infantil, juvenil y familiar a conectarse de nuevo con las presentaciones en vivo conservando todos los protocolos de bioseguridad.
Silvia Zapata, directora de la Fundación Colombia Canta y Encanta, habló con EL NUEVO SIGLO sobre la trayectoria que ha construido el festival, sus logros y el llamado que hace este encuentro para obtener mayor visibilidad y respaldo.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo nace el Festival Colombia Canta y Encanta?
SILVIA ZAPATA: Colombia Canta y Encanta empezó con la idea de sembrar en los niños y jóvenes el amor por el país a través de la música colombiana, pero con unos textos que fueran apropiados para el entorno de los niños actuales y con mensajes para la vida. Esa era la misión.
Empezamos con ocho niños. Luego 12 niños que estaban haciendo montajes pidieron clases y ahí nace nuestra escuela Colombia Canta y Encanta, que en este momento tiene alrededor de 170 niños, quienes reciben formación musical con énfasis en música folclórica del país. Trabajamos la música de todas las regiones.
Ha pasado de todo. Ha sido un proceso de crecimiento supremamente interesante. En este momento tenemos una sede alrededor del estadio en Medellín, donde permanentemente tenemos formación para niños desde los tres años, hasta los que llegan a la universidad. Pero siempre mantenemos a niños y jóvenes haciéndole gala al país, desarrollando identidad, repertorios con mensajes para la vida y teniendo excelentes resultados en el área emocional y formativa cultural. Actualmente, estamos en vísperas de celebración del nuestro festival número 19.
ENS: ¿Cómo ha sido la experiencia de atraer a los niños y jóvenes para que ayuden a preservar la herencia musical de Colombia?
SZ: Es un concepto que está muy generalizado, porque desafortunadamente en medios de comunicación no hay aquella constante de incentivar todo lo que es lo nuestro primero. Pero desde nuestra experiencia, puedo decir con toda la propiedad que para los niños no es nada difícil. Aquí llegan niños, que al final no tenemos el cupo para hacer la cobertura que se necesita y todos son enamorados de la música colombiana, vienen detrás de música y cuando les ponemos el ingrediente folclórico no tiene ningún problema, se enamoran de las canciones.
Nosotros no buscamos hacer un repertorio de lo que algunos llaman ‘música vieja’, sino que hacemos música folclórica con su pedagogía pertinente, pero estamos con la nueva música de Colombia para las nuevas generaciones, por eso hablamos de cosas que son del entorno de ellos, de sus costumbres, su cultura, de un niño más citadino. Sin embargo, se hace el honor y la gala también a los niños campesinos. Entonces no es para nada difícil, los niños reciben lo que los adultos les demos. Estamos felices con este experimento porque cada vez tenemos más niños enamorados de lo nuestro.
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ENS: Para varios sectores, especialmente el de la cultura, la pandemia ha dejado algunas consecuencias, pero también oportunidades. ¿Al festival cómo le ha ido en estos tiempos de covid?
SZ: Nos ha ido perfecto porque ha sido una oportunidad de investigar y adelantar en conocimiento y en información. Descubrimos tecnologías para hacer que las colecciones que logramos hacer el año pasado, cuando estábamos en pleno confinamiento, tuvieran la mayor cobertura a través de redes sociales.
Este año lo estamos haciendo semipresencial. Tenemos ya ese ingrediente que descubrimos tan satisfactoriamente, pero también tenemos semiabierto lo presencial, entonces del 1 al 8 de agosto haremos eventos presenciales todos los días a las 6:00 p.m. con un aforo restringido; y en el cierre, que será en el Teatro Pablo Tobón Uribe, vamos a tener una función a las 11:00 a.m. y a las 4:00 p.m. El resto lo vamos hacer de forma virtual y semipresencial, que lo vamos a transmitir. Tendremos la cobertura por ambos lados.
ENS: El festival llega a sus 19 años, ¿cuáles serán los pilares de esta edición?
SZ: Siempre tendremos en cuenta la misión principal, que es hacer que los niños y jóvenes sean personas transparentes, felices y disfruten primero de su país para poder conocerlo y permanecer en él para ver si cancelamos ese pensamiento de algunas personas de irse del país por 'x o y' razón.
También es importante incentivar a que los jóvenes aprendan a amar lo de nosotros, a sentirlo y descubrir nuestros orígenes; tener una conexión con esas raíces que es lo que nos hace idénticos a nosotros mismos, lo que hace que nuestra cultura se instale dentro de nosotros. Así, de esta manera podremos encontrar un camino más claro, menos confuso que va a beneficiar a niños, jóvenes y sus padres.
Los mensajes siempre serán para la vida y tenemos varias disciplinas para lograrlo como canto, danza y actuación, las tres se conjugan para lograr que un niño se apropie del patrimonio nacional, que se sienta orgulloso de presentarlo acá y en cualquier lugar del mundo.
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ENS: ¿Cómo ve el panorama de la conservación del folclore musical en el país?
SZ: Lo veo fabuloso. Además, no estamos solos. Somos un ejército. Tenemos una entidad que se llama Festiandina, compuesta por más de 40 festivales que hablan el mismo idioma, como decimos en Antioquia, halando para la misma cuerda. Estamos conectando con los mismos principios, desarrollando en todo el país eventos donde los niños y los jóvenes están mostrando tanto interés por la parte instrumental y vocal e interactuando con ambas disciplinas.
Hay cada vez más niños y jóvenes desde los colegios, universidades y escuelas de música interpretando, haciendo montajes y valorando esta comunidad tan bonita que tenemos en nuestro país. Hay un campo sembrado demasiado extenso, con el que tenemos la seguridad que en muy pocos años vamos a tener fruto, lo podremos recoger y va a beneficiar al país enormemente.
ENS: ¿Cuál sería esa clave para seguir apoyando esta preservación?
SZ: La clave para preservar el folclore musical está en que los que estamos en esta labor, para la que todos somos vocacionales, sigamos unidos. ¿Qué necesitamos urgentemente? El apoyo gubernamental.
Definitivamente estamos pensando que la música nuestra no es comercial y no es que no sea comercial, simplemente no se da a conocer, y como dice el maestro José Ricardo Bautista de Boyacá, que es un abanderado de todos estos procesos: “Nadie puede amar lo que no conoce”. Si tuviéramos más apoyo del gobierno, de esas entidades oficiales, de los programas gubernamentales que apoyan la cultura, si miraran un poco más hacia estos procesos, con las dificultades que esa falta nos conlleva, estaríamos haciendo que lo nuestro sonara en los medios de comunicación o se viera bonito en la televisión nacional con programas exclusivos para las músicas folclóricas, pero como no los tenemos nos está tocando muy duro de ahí en adelante, pero no quiere decir que vamos a desfallecer. Todos los días estamos más enamorados de esto, más conscientes de los beneficios que trae para las juventudes.