Las calles de Cali y el universo de los grafiteros entraron el jueves en el certamen de Biarritz con "Los Hongos", un "canto a la vida y a la libertad", vibrante de ritmo y colorido, de Óscar Ruiz Navia, que propone un cine muy personal, hecho "en la periferia".
La gran sala de Biarritz estaba totalmente llena para la presentación del segundo largometraje del joven cineasta colombiano, que compite por el máximo galardón de este festival con películas de México, Chile, Uruguay, Argentina, y con "Gente de bien", también de Colombia.
El punto de partida de la cinta fue una historia personal, dolorosa, contó el realizador en una entrevista con la AFP tras la aplaudida proyección de su película, que transcurre en las calles de Cali, suroeste de Colombia.
"El detonante fue la enfermedad y luego la muerte de mi abuela, lo que me hizo regresar a Cali y plantearme una película que mezclara esas vivencias con la experiencia de los jóvenes grafiteros".
"El título es una metáfora: los hongos son seres vivos que surgen en contexto de tremenda descomposición. Y el título se refiere a ellos, a esos seres que surgen en esos contextos no muy puros, y que resisten", señaló Ruiz Navia, que se dio a conocer hace cuatro años con "El vuelco del cangrejo".
Su intención no era hacer un filme realista, sino una combinación de realidad y ficción, donde las imágenes y el sonido tienen un rol preponderante, y donde los personajes se interpretan a si mismos.
- Cine de la periferia -
"Los Hongos", dice, "es una película sobre la resistencia en medio del caos, que trata de transmitir esperanza y vida, pero sin adormecer la rebeldía, la irreverencia".
La película no oculta la violencia. "Pero quería en esta película ir más lejos, recordar que el arte, la cultura, es la manera mejor de resistir", subraya
El realizador ha fundado una productora, Contravía, para producir el tipo de cine no convencional que él quiere hacer, y que resume bajo el término de "filmar en la periferia".
"El término periférico no se refiere a una situación geográfica, sino a un estado del alma, a una manera de ver el cine. Es un cine que se aparta del hegemónico, que busca otras formas de narración, de representación. Un cine que surja de la vida misma", señaló.
"Y creo que el público puede ser sensible a ese tipo de propuesta", dijo.
El certamen de Biarritz, que se estrenó el lunes con la cinta argentina "Relatos Salvajes", de Damián Szifron -a la que se pronostica al menos el Premio del Público- ya ofreció otro filme colombiano, "Gente de bien", de Franco Lolli, que se estrenó mundialmente en mayo pasado, en la Semana de la Crítica, una de las secciones paralelas del Festival de Cannes.
En ese filme, Lolli retrata, con una sensibilidad particular, teñida de pesimismo, la diferencia insuperable de clases en Colombia, a través de la mirada de Eric, un niño de diez años.
Un niño está también en el centro de la película "Refugiados", del argentino Diego Lerman, que se exhibió la noche del jueves en Biarritz, tras cosechar aplausos en la pasada Quincena de Realizadores de Cannes.
La película, el cuarto largometraje del realizador y guionista argentino, aborda la violencia de género, que en Argentina equivale a un "genocidio diario", dijo. Pero en su cinta, la violencia queda fuera de campo.
"Lo que me interesa no es mostrar la violencia, sino las consecuencias de la violencia", dijo el realizador, cuya película es una de las de las tres argentinas en el certamen, que anuncia el sábado sus premios.
El viernes, último día del certamen en este hermoso balneario vascofrancés, entrará en liza Uruguay con "Mr Kaplan", de Álvaro Brechner.