Armando Romero lleva a Cali en la piel, en el alma, en su cotidianidad, en sus versos, en sus metáforas. Pero aún más, lleva en el alma a Buenaventura, un lugar lleno de contenedores, barcos, una ciudad que jamás duerme, en donde no hay horarios, si que menos calendarios como dice el joropo.
Estando en Estados Unidos lo sorprendió la publicación de Calambre (B) que, como publicara la revista Aleph, “es un muy profesional acto publicitario, para los que siempre estamos dispuestos a realizar turismo cultural, a viajar para aprender, intercambiar, preguntar. Cajambre es una investigación antropológica digna del mejor folclorista, un estudio sin prejuicios racistas o citadinos de una enquistada comunidad afrocolombiana, asentada en una zona inhóspita y llena de peligros naturales y sociales”.
Cajambrees una argumentada denuncia de las abismales desigualdades que engendran tanta violencia y corrupción, guerrilla y paramilitares, duelo y miedo. Cajambre es un texto que se inscribe en la sinécdoque –parte por el todo— de la microhistoria, donde su más conocido referente es Carlo Ginzburg y su fascinante estudio – El queso y los ratones— Entonces…buscamos a Armando Romero, lo “llamamos” y vía Internet nos respondió. Veamos.
¿Hubo épocas en que el mundo leía más?
Tal vez antes de la Internet estábamos menos atolondrados por el ruido de una palabrería fugaz, de utilización inmediata. No sé si hoy se lee menos o más, sólo siento que se lee sin mucha profundidad. Casi podemos decir, con tristeza, que Rayuela es una novela impublicable hoy. Mucho de esto se debe a la falta de una buena crítica literaria, que se desprenda por fin del esoterismo que inauguraron los franceses con el estructuralismo y su saga nefasta. Así, el canon literario ha quedado en manos de los editores, y ellos velan por sus intereses económicos, no muchas veces por lo creativo literario.
¿Cómo hacer para que el mundo quiera más el libro?
Hoy somos menos táctiles, más visuales. Si esto se ve claro en el amor, ¿por qué no en el libro? Regresemos al cuerpo, y probablemente allí encontraremos como compañero el libro. He visto con horror que ya casi muchos jóvenes no saben escribir a mano. Si ya no hay placer en la grafía poco a poco tendremos más dificultad en sostener el libro en las manos. ¿Será esto inevitable? No lo sé. Tal vez debemos volver a Fahrenheit 451 de Bradbury y meditar.
¿Por qué decidió volverse escritor?
Ser escritor siempre estuvo en mí desde niño, aunque en un principio no entendía bien estos impulsos. Quería ser arquitecto, pero nunca podía visualizar el espacio real, fue así como descubrí que las palabras construirían para mí un espacio virtual en el cual pudiera habitar mi imaginación. Sin embargo, a esta idea de quietud se unía una de viajar, de movimiento. Soñaba de niño con otras regiones, otros ámbitos. Mi entorno no era suficiente.
¿Cómo surgió la primera imagen de Cajambre?
Mis tíos tenían aserríos en Cajambre, al sur de Buenaventura, y me invitaron a pasar cortas temporadas con ellos. Eran unas vacaciones de pura aventura, no de un mar azul sino de ríos marrones y mares tempestuosos. No era ir a pescar con Hemingway en el Caribe, era ir al corazón de los ríos con Conrad. De allí vienen mis primeras imágenes. Pero lo que me motiva a escribir la novela es que un día, hace muchos años, llego a la conclusión que uno de mis tíos se había convertido en un negro, había dado el salto de una cultura a la otra de cuerpo entero. Esa idea me fascinó pero en definitiva no fue el eje de la novela. La novela es Cajambre, ese ser de nuestra Colombia escondida y maravillosa, dura y triste, alegre y sabia.
¿Cajambre es una buena aventura literaria para leer y compartir?
Sí. Tengo mucha confianza en esta novela. Sé que el lector me va a acompañar en este viaje, lo digo sin pretensiones, porque tiene el encanto de ese mundo tan especial que es Cajambre, su cultura, su gente toda, negros y blancos, mestizos, y como novela de suspenso mantendrá su atención.
¿Puede ser leída por un lector especial? ¿Jóvenes? ¿Adultos?
Yo no veo distinciones de edad para la lectura de esta novela. Los jóvenes se sentirán cercanos a ella porque la narración se hace desde la visión de un hombre joven, casi un muchacho podríamos decir, pero la novela va mucho más allá. En definitiva es una historia de amor, y eso nos toca a todos.
CAJAMBREES una argumentada denuncia de las abismales desigualdades que engendran tanta violencia y corrupción, guerrilla y paramilitares, duelo y miedo.