Los constantes cambios de clima son uno de los principales causantes de que circule el virus de la influenza, en especial, en periodo de lluvias donde empieza el aumento de enfermedad respiratoria.
Así, para prevenir la influenza, se recomienda la vacunación antes de que comience la temporada invernal protegiéndose a través de las vacunas que existen contra dicha enfermedad, ofreciendo amplia protección contra las cepas circulantes.
Las vacunas trivalentes clásicas contienen dos cepas del virus de la influenza A y una cepa del virus B. Sin embargo, desde el año 2001, hay dos familias del virus B circulando simultáneamente en el mundo.
Para subsanar este problema, se desarrollaron recientemente vacunas cuadrivalentes que contienen dos cepas del virus B y dos cepas del virus A y que, por lo tanto, ofrecen una amplia cobertura frente a la influenza.
La cepa B representa hasta 40% de las cepas circulando y afecta en particular a niños y adultos jóvenes. En Estados Unidos en 2013 y 2014 fue responsable de la mayoría de las muertes en poblaciones infantiles. La cepa B es frecuente, impredecible, y ocasiona consecuencias graves.
Dosis actualizada
Es importante tener en cuenta que como los virus de la influenza mutan continuamente, dando origen a distintas cepas, las vacunas deben adaptarse a estos cambios y las personas deben recibir cada año una dosis actualizada de vacuna contra la influenza.
En 2012, la OMS recomendó las vacunas cuadrivalentes. A partir de 2013, la vacuna cuadrivalente comenzó a utilizarse en los Estados Unidos para mejorar la protección de niños y adultos, y para reducir los casos de enfermedad y muerte asociados a la influenza B.
La vacuna cuadrivalente está indicada a partir de los 36 meses de edad y, especialmente, para quienes tienen mayor riesgo de complicaciones y muerte. Entre las personas con alto riesgo figuran: niños menores de cinco años de edad y adultos mayores de 65 años, embarazadas, obesos, personas inmunosuprimidas, pacientes con enfermedades crónicas (por ejemplo, asma, diabetes, patologías cardiovasculares, pulmonares, renales) y personal de salud.
Las vacunas son la forma más eficaz y segura de prevenir la enfermedad y de disminuir las complicaciones, las hospitalizaciones y las muertes por influenza. Un estudio reciente en Estados Unidos mostró que la vacuna contra la influenza redujo un 74% el riesgo de admisión de niños en terapia intensiva entre los años 2012 y 2014. Otro estudio mostró que la vacunación se asoció con un 71% de disminución en las hospitalizaciones de adultos en la temporada de influenza 2011-2012.
Sobre la influenza
La influenza es una enfermedad viral respiratoria que se presenta durante la época invernal en forma aguda, con fiebre mayor a 38 grados, tos, congestión nasal, fatiga, dolores de garganta, cabeza y musculares.
El contagio es muy fácil, se produce a través de gotitas de saliva de una persona a otra, y también al tocar superficies de objetos que contengan virus.
Si bien en la mayoría de los casos los síntomas desaparecen al cabo de cinco a siete días, en ocasiones la enfermedad viral se agrava y requiere que el paciente sea internado, incluso, en unidades de cuidado intensivo. Entre las complicaciones más frecuentes de la influenza figuran la neumonía bacteriana, la sinusitis, la otitis y ciertas patologías cardíacas (miocarditis, pericarditis). La influenza cada año provoca hasta 500.000 muertes en el mundo. El 90% de las muertes por influenza se producen en mayores de 65 años.