LA cumbre de Valladolid se explica por el ambiente de la contrarreforma que tanto influjo tuvo en España, que deriva por cuenta de las enseñanzas del padre Francisco de Vitoria, “Relecciones Sobre los indios y el Derecho a la Guerra” en un trato humanitario y sin precedentes hasta entonces para los aborígenes, quienes en algunos casos tenían culturas mágicas más avanzadas en asuntos puntuales que los europeos, como lo reconoce Spengler.
Así, el calendario azteca era más preciso que el más avanzado de Occidente; los incas vivían en una sociedad organizada de manera jerárquica y matemática, ellos estudiaban los astros, tenían en ciertas zonas unas unidades rocosas cóncavas con agua que hacían las veces de un telescopio, lo mismo que un observatorio desde el cual vigilaban las apariciones de Júpiter, planeta que no había sido descubierto por los europeos. Practicaban trepanaciones del cerebro y tenían conocimientos invaluables sobre la cura de varias enfermedades, así como técnicas agrícolas avanzadas, para sus cálculos contaban con el ábaco y el manejo genético de cultivos y avances de conocimiento que en muchos casos se perdieron en el choque de visiones diversas del mundo.
El formidable aporte de Victoria en las controversias de Valladolid, muestra el capital humanista y civilizador de España, la potencia cultural y militar más avanzada de su tiempo. Es el notable inspirador del derecho de gentes, cuyo nombre omiten o desconocen los contestatarios de diversa índole en nuestra región…
De Las Casas y la leyenda negra
Pese al triunfo de las tesis vitorianas en Valladolid, fray Bartolomé de las Casas, en vez de apaciguarse, como predicador se deja llevar por la furia de su instinto semita que dio aliento a los grandes profetas bíblicos y despotrica desde el púlpito contra los encomenderos.
Antes de vestir los hábitos, de Las Casas tienta a la fortuna como conquistador. En esas faenas se le ocurre la idea de dejar una colonia española desarmada en el Oriente de Venezuela, pensando en la docilidad natural de los naturales. Su sorpresa es mayúscula cuando al retornar de Dominica con víveres, encuentra con un panorama sangriento y desolador: los indómitos caribes habían dado cuenta de los colonos y no dejaron ni uno vivo.
Si Rousseau hubiese conocido ese pasaje de la vida del iracundo dominico, es posible que no hubiese lanzado la teoría del buen salvaje de estas inmensas regiones, al que, supuestamente, la sociedad corrompe. Cuando lo determinante es que en el plano de la evolución los separaban cinco mil años de historia. Sin que, en el mismo tiempo transcurrido, entre ambas sociedades se logren avances similares, quizá por el clima y la tupida selva como por el uso de alucinógenos entre las tribus, que viven bajo el constante temor de la naturaleza y la creencia que los rayos o los terremotos son castigos enviados por los dioses. Incluso, inicialmente, se toma a los españoles de a caballo como seres sobrenaturales. Los incas, avanzados en algunos campos, ordenan los sacrificios de cientos de doncellas para calmar a los dioses.
En cuanto a de Las Casas, tal vez, los excesos de unos cuantos colonos abusadores, en un medio rudo y en formación, más el terrible complejo de culpa y la frustración que le corroe el corazón, lo mueven a combatir a los suyos e intentar limpiar su conciencia de la responsabilidad de dejar inermes a los colonos sacrificados. Esa trágica, dolorosa y angustiosa experiencia lo impulsa a dejar la espada y volverse fraile.
Las diatribas del fraile las difunden los enemigos de España que fomentan la leyenda negra y desconocen la tarea misional que cumplió la Iglesia en cuanto a la protección de los indígenas, así como la valiosa experiencia de la Compañía de Jesús, en su esfuerzo por catequizar a los indígenas a su cargo en varias regiones de Hispanoamérica, en especial en Paraguay, donde consiguen notables avances educativos con los guaraníes.
La tradición
En el Nuevo Mundo la tradición caballeresca española se aposenta entre los que forman pueblos y desarrollos, hasta dar, finalmente, al más grande Quijote de carne y hueso de la historia universal: Simón Bolívar.
En la Nueva Granada algunos sostienen que la vida un tanto quijotesca de Don Gonzalo Jiménez de Quezada inspira a Don Miguel de Cervantes a escribir El Quijote. El Adelantado y fundador de Santa Fe de Bogotá, persigue El Dorado, sin conseguirlo.
Así se forman las sociedades que un día serán arcilla en manos del Libertador Simón Bolívar. Lo cierto es que desde los comienzos de la conquista y colonización, en la Nueva Granada, tiende a prevalecer la ley, la civilidad en procura del orden, junto con el comercio y las faenas agrícolas y mineras. En tanto en Venezuela, por su misma ubicación geográfica, la nobleza local privilegia al terrateniente y el empleo de las armas, y considera lesivo a su buen nombre la actividad de pulpero o comerciante.
Entonces se entendía por nobles a los de buen linaje, como a los ennoblecidos de diverso pelambre que se destacan como fundadores de ciudades y viven en solar conocido. Incluso Felipe II, va más lejos y les pide a algunos de sus capitanes del Perú, que se casen con princesas incas, para aliviar los gastos militares.
El rey Felipe II, que era licenciado en derecho, figura entre los primeros y más notables estadistas europeos. Se ocupa en detalle de las instituciones y la administración que garanticen la gobernabilidad en América, así como de la defensa militar del Imperio mediante la modernización de la flota de guerra y erige grandes fortalezas militares como las murallas de Cartagena que, por su costo, pretendía que se deberían ver desde El Escorial.
Las tertulias literarias y la lectura, junto con la asistencia familiar a misa varias veces al día marcan la cotidianidad de las familias, como de la vida aldeana hispanoamericana.
La élite familiar venezolana se familiariza en el uso de las armas y la espada, dado que la Capitanía solía ser víctima de continuos asaltos de los bucaneros ingleses y de otras nacionalidades. El sabio Humboldt se asombra de que en Caracas se cuentan tantos militares que a diario se mueven con la espada al cinto, en tanto los que no lo son usan un disfraz o traje típico al estilo castrense. A su vez, anota que por estos lares los campesinos viven mejor que sus pares en algunos países europeos.
La sociedad hispanoamericana se beneficia del nuevo orden legal imperante durante tres siglos que son fuente de la tradición que influye hasta nuestros días: la religión que premia a unos y otros en el más allá; el afán por la cultura, la extensión del castellano y la Universidad, gracias a la multiplicación planificada de las ciudades y un progreso sorprendente para su tiempo, dentro de enormes desafíos, contradicciones y un cierto aislamiento conmovedor frente a las nuevas corrientes del pensamiento mundial.