La exposición es un acercamiento bidimensional a la caligrafía japonesa y a la simbología precolombina y estará en las salas de la Universidad de los Andes
La naturaleza y la cultura se fusionan en Ascensión, la exposición de la artista Nobu Takehisa, que presenta en sus obras una fuerte conexión entre las estéticas orientales y las americanas, proponiendo un acercamiento a la caligrafía japonesa y la simbología precolombina.
La exposición de la japonesa, quien ha vivido en Colombia desde 1968 y ha demostrado en sus trabajos el interés por el país compenetrándose en el entorno físico y cultural, estará abierta al público de lunes a viernes hasta el 28 de septiembre en el Centro Japón en la Universidad de los Andes.
La obra de Nobu hay que observarla desde diversos perfiles. Ante todo, desde su producción de pintura y dibujo, sus instalaciones e intervenciones in situ, hasta la práctica no menos importante del jardín japonés. Este último es un género que en dicha cultura obedece a lógicas paisajísticas de representación que involucra aspectos espirituales, biológicos, cromáticos y espaciales. Elementos que en su trabajo se reúnen alrededor de ideas transcendentales frente al dualismo cultura y naturaleza.
En su trabajo bidimensional Nobu ha recreado un constante interés en emparentar ciertas nociones estéticas orientales con aquellas propias de culturas americanas. Un acercamiento a la caligrafía oriental y a la simbología precolombina. Sin embargo, su repertorio visual no recurre a la traslación literal de signos y patrones simbólicos. Su interés se sitúa en un estado pretextual de impulsos gestuales que no se constituyen en caracteres absolutos. Aquí podríamos anotar una condición arquetípica del símbolo, lo cual propicia que la acción gestual subsista en un estado de latencia expresiva. El gesto es el vehículo generador y liberador de impulsos que no pretenden crear algo concreto, simplemente se justifican en la efectividad de su acción sin alcanzar un valor cognoscitivo.
“Jugar con Fique” señala una línea de trabajo tridimensional consecuente con su lineamiento estético. De nuevo la condición dual se impone. El fique aparece denotado en su condición física y también como denominador cultural. Un elemento propio de nuestra cultura con fuertes resonancias idiosincráticas. Material que aparece ya en su instalación “experiencia de clústeres” de 1983 en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá. Allí intervino el espacio con lazos de diversos calibres y colores destacando la fisicalidad, potencial significativo y la conectividad transcultural del fique.
De hecho, Nobu trazó una conexión con el lazo de fibra natural utilizado en la cultura milenaria japonesa conocida como Joumon, (Jou, Cuerda; Mon, huella) el cual era utilizado para imprimir huellas decorativas en piezas de cerámica utilitaria. En instalaciones realizadas en el Museo de Tokushima (2013), en la Galería Onward en Sendai y el Museo Yumeji en Kanazawa (2015) en Japón, el fique gana autonomía y se expande hacia el espacio expositivo.
El carácter lúdico expresado por “Jugar con Fique” es aparente, sin embargo, obedece a actitudes más profundas. Si bien es cierto que el fique como material natural tiene en el contexto americano referentes culturales históricamente fundamentados en su aplicación artesanal e industrial, este ha sido desplazado por materiales sintéticos de la industria moderna. Para Nobu, el fique la remite a una posición de resistencia al rescatarlo como material natural y ecológico.
En sus manos su carácter primordial adquiere un valor transcendental. No obstante, al ser utilizado como material escultórico hay que asumirlo por sus cualidades físicas en sí mismas. De hecho, el fique modelado como materia escultórica retiene algo de la condición gestual de sus pinturas y dibujos, para concentrarse en el estado mismo del material natural. Nobu examina el fique en su condición de levedad, ingravidez y transparencia. Al ser instalados estos cúmulos de materia y color suspendidos en el espacio desafían la gravedad y de paso nos obligan a experimentar activamente el espacio expositivo.
Estos acumulados no esculpidos sino articulados como masas por líneas de materiales industriales, se relacionan con un tipo de situacionismo que enfoca en el lugar, en el espacio y sus relaciones sensoriales y corpóreas. Los Trabajos de Nobu, ya sean pinturas, dibujos o instalaciones se interesan por los valores físicos de la materia y las cualidades gestuales de elementos que se mueven en el espacio y desde allí buscan siempre rebasar su aparente lenguaje abstracto, para instalarse como significantes de transcendencia personal y cultural.