El maíz y la leche son protagonistas en la obra de Juliana Góngora, Arrullos, una apuesta de la galería Espacio Continuo por los nuevos lenguajes contemporáneos y hace parte de la línea de trabajo que responde al nombramiento de Katy Hernández como directora artística de este centro cultural.
En Arrullos, que se inauguró esta semana, el público podrá caminar entre Los arrulladores, una instalación conformada por largas columnas realizadas con ameros (hoja que cubre la mazorca) que cuelgan del techo.
Cabe destacar que la artista participará en la Bienal de Sídney 2022 y su obra Cuja hace parte de la exposición Ires y Venires que presenta actualmente el Banco de la República.
Esta artista bogotana reconstruye su historia familiar recorriendo los pasos de sus abuelos, camino que la ha acercado a la tradición campesina e indígena. Gracias al intercambio de información con diversas comunidades indígenas, Juliana Góngora ha entendido que el ser humano debe retomar lo esencial para seguir la vida. Es decir, el respeto por sí mismo, por el otro y por la naturaleza.
Justo en este momento en el que el mundo paró y en el que muchas cosas cambiaron, pero otras tantas se reforzaron, Góngora se percata que a las personas les falta arrullo, lo que se traduce en esa pequeña palmada que alguien mayor o más sabio ofrece como consuelo.
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Es así como desde los conceptos arropar y proteger, Juliana Góngora presenta en Arrullos diversas obras que dan cuenta de su pendiente, con las que quiere transmitir confianza.
En Los arrulladores, la pieza principal de la exposición, la artista dibujó en las columnas figuras de color rojo que aluden a los arrulladores, a los abuelos que dicen “tranquilo, tranquilo”. La idea es que quienes transiten entre la instalación puedan sentir ese murmullo, ese roce y esa compañía, el apoyo y el arrullo.
Por su acercamiento con el pueblo indígena Coreguaje, radicado en Florencia (Caquetá) por motivo del desplazamiento forzoso, la escultora relaciona la palabra abuelo con antepasado, no propiamente con la persona que comparte la misma sangre.
No hay que olvidar que la palabra indígena plantea el arrullo como algo más profundo relacionado con los ancestros, por lo que significa esa comunión con lo natural, ya que la tierra es, para ellos, la abuela.
“Después de estos años tan fuertes siento que, ahora más que nunca, nos hace falta un arrullo”, expresa Góngora, quien siente que “no hemos sido lo suficientemente arrullados porque si no, tendríamos más confianza en nosotros mismos y no sentiríamos tanto límite con el otro, ni entre el ser humano y la naturaleza”.
Otra de las obras que el público de Espacio Continuo podrá ver en Arrullos es Cuerpo de leche, la alusión de la tumba del abuelo de la artista, la cual es arropada por una manta elaborada en hilo de leche. Esta metáfora representa la vida y la muerte a través de la leche, el primer alimento que recibe el ser humano y con el que ahora ofrece regocijo a la figura de su abuelo.
Desde hace unos años, Juliana Góngora ha encontrado en el alimento la manera de conectar con su pasado familiar y, es por eso, que en Arrullos trabaja con la leche y el maíz. Este último está presente en las obras colaborativas que realiza junto con la comunidad Koreguaje y con María Buenaventura.
Por un lado, los artesanos del cumare tejieron nidos que semejan a los del pájaro mochilero, que son considerados como los grandes ancestros. Esta obra titulada Arrulladeros contiene en su interior mazorcas pequeñas que, al no poder crecer, generalmente se convierten en semillas. Entonces, finalmente, ahí se está anidando el alimento.
Por otra parte, con la artista, filósofa y docente María Buenaventura, quien tiene un museo del maíz que reconoce las costumbres y tradición campesina, creó los Ofrendatarios, una obra que presenta senos hechos en la cerámica de La Chamba, los cuales tienen, como especie de ofrenda, algunas de las semillas que Buenaventura ha podido conservar y cuidar.
En Espacio Continuo también estará una pared del taller de Juliana Góngora en la que ella lleva el registro de sus procesos escultóricos, por lo que el espectador será testigo de cómo es que la artista plantea una metáfora con el alimento y los conceptos, y cómo la materializa en forma de escultura.