Luego de estar inmersa en el mundo de las artes plásticas, su sensibilidad, frescura y naturalismo hicieron que Alejandra Sarria se sumergiera en la industria cinematográfica con la película Litigante del director colombiano Franco Lolli, donde interpreta a María José, la hija menor de Leticia y hermana de Silvia (Carolina Sanín).
En el ámbito artístico colombiano Alejandra Sarria es conocida por su trayectoria como curadora de arte en prestigiosas ferias e instituciones como Artbo, Campo y Odeón. Fue precisamente en ese medio artístico donde supo de la convocatoria para participar en la película Litigante, que se estrena este 21 de noviembre en las salas de cine.
¿Siendo actriz no profesional, cómo construyó su personaje?
En la manera en que trabaja Franco yo no siento que sea tan evidente la idea de construir un personaje. Nunca recibí un guion para saber anticipadamente que pasaba con Majo, fue más una cosa de ir construyéndolo con pequeñas piezas y confiando en que Franco nos iría llevando a buen puerto. Diría que más que construir a María José, la fui conociendo semana tras semana.
La carga emocional de la película es bastante fuerte, ¿cómo lo manejó?
La manera cómo se filmó la película me ayudó, porque se rodó de lo menos a lo más dramático, así que después de varias semanas estábamos listos para esa intensidad. Lo otro es que mucho de lo que ocurre en la historia, tanto en la relación familiar como con la enfermedad me era conocido.
¿Cómo es eso?
Vinculé mucho a Leticia con mi papá, quien falleció de una enfermedad pulmonar y yo fui la persona que lo acompañó y lo cuidó en todo ese proceso. Hay momentos en la película que se tuvieron que hacer con mucho afecto y fueron muy reales para mí porque me recordaron mi experiencia con él. Además mi papá también fue abogado y tenía un carácter muy fuerte. Yo encontré en Leticia a alguien muy dulce.
Y sin duda las relaciones familiares tampoco se alejan de la realidad…
Exacto. Yo vengo de una familia donde somos tres mujeres, mi mamá es separada desde que yo tengo cinco años, al final yo terminé cuidando a mi papá a pesar de no ser una figura paterna muy presente, así como en la película, que no hay un padre. Además, la relación entre mi mamá y mi hermana siempre fue muy conflictiva y yo siempre fui la mediadora. Por eso creo que a la final, mi personaje se fue transformando, dada mi experiencia personal.
¿Qué tanta libertad le dio Franco para ayudar en esa construcción?
Durante el rodaje hubo momentos en que le expresé qué cosas no me parecía que se sintieran naturales, como lo que podía decir un médico o la reacción que uno puede tener en un momento dado, porque realmente las viví. Siempre me escuchó y supo recibir mi retroalimentación.
¿En qué momento el director supo de su experiencia con su padre?
Él me escogió sin saber eso, sin conocer las otras afinidades que yo tenía con María José. No sé si es coincidencia o que por su experiencia tiene esa intuición, así no se le haya dicho nada. Creo de verdad que él tiene una capacidad impresionante para leerlo a uno. Cuando ya me había escogido nos sentamos un día a tomarnos un café y ahí le conté.
¿Cómo se fue desarrollando su relación con Silvia, la hermana, interpretada por Carolina Sanín?
Carolina y yo nos la llevamos muy bien desde el principio y nos vimos como unas aliadas para enfrentar algo –la actuación– en lo que ninguna de las dos tenía experiencia, ni sabía en realidad en qué se estaba metiendo. La primera escena del rodaje fue en una piscina, nos hicimos chistes y formamos una amistad desde el principio, de alguna manera logramos esa complicidad que existe entre los hermanos a pesar de los conflictos y la distancia que se pueda generar entre ellos. Se nota el afecto que hay entre ellas.
A usted le correspondió rapar la cabeza de Leticia Gómez, ¿cómo lo vivió?
Fue horrible porque era un momento muy emotivo para Leticia, quien ya había pasado por esa experiencia, así que me sentía un poco culpable. Se sentía la energía de lo fuerte que era revivir ese momento para madre e hijo (el director Franco Lolli). Me temblaban las manos. Ese día me fui para mi casa y no quise verme con nadie más.