Desde el Antiguo Continente llega a las pantallas de cine colombianas uno de los clásicos más importantes de todos los tiempos, Aída de Verdi. Esta es la obra con la que cierra la temporada 2012 en la Metropolitan Ópera de Nueva York.
Bajo la producción de Sonja Frisell se espera que esta sea una puesta en escena inolvidable y fantástica, así lo asegura el gerente general del Met, Peter Gelb. Los colombianos seguidores de la ópera podrán ver Aída este sábado en directo a la una de la tarde y el 2 de febrero en diferido al medio día.
Así mismo, la obra será transmitida en simultánea en 64 países consolidándola como una de las más exitosas en los últimos 25 años. Las enormes columnas adornadas con jeroglíficos, estatuas monumentales de dioses egipcios, carrozas de caballos vivos en escena, procesiones de soldados; en fin, un montaje impresionante y una “experiencia neoyorquina por excelencia” así la calificó The New Yorker.
La voz
Liudmyla Monastyrska, “la voz de Ucrania”, canta por primera vez el papel titular en el Met, por el que diarios norteamericanos le han dedicado párrafos enteros. “Monastyrska fue la principal atracción del reestreno de Aída”, empieza la nota de The Washington Post publicada luego de la primera presentación. “…para Monastyrska, que llevó su sonido voluptuoso al papel de Aída, éste fue un triunfante debut en el Met”, reseñó The New York Times.
Los expertos dicen que una voz como la de Monastyrska es una rareza en estos días. La soprano ucraniana, de 37 años de edad, tiene un sonido redondo capaz de llenar el teatro de 4 mil personas, pero también de mantener el brillo y la variedad de los colores en las notas más suaves; de expresar con delicadeza el sufrimiento de la princesa etíope y también de disparar poderosas notas agudas que sobrepasan los coros.
La historia
Aída es la hija del rey de Etiopía, quien es capturada por los egipcios. En su esclavitud se enamora de Radamés, líder del ejército que luchará contra su tierra natal. Los egipcios no saben que Aída es princesa de Etiopía, ni tampoco que su comandante ama en secreto a la joven esclava. Para complicar la trama, Radamés se ve obligado a comprometerse en matrimonio con la hija del rey de Egipto, Amneris, cuya mano es ofrecida en recompensa por su derrota del ejército etíope. Radamés y Aída tendrán que escoger entre su amor y la lealtad a la patria.