Imparable y a un ritmo sorprendente se registra el deshielo de la Antártida y los glaciales andinos amenazando con la extinción de muchos de ellos y generando un inédito aumento del nivel de los océanos.
Y, aunque las mediciones de este fenómeno originado por la temperatura planetaria (ha aumentado 0,8ºC desde inicios del siglo XX) datan de apenas dos décadas, evidencian alarmantes datos y una preocupación común: la agonía de estos gigantes “centinelas” del calentamiento global.
Un estudio de la Universidad de California en Irvin y del Jet Propulsion Laboratory de la Nasa sobre la Antártida señala que el derretimiento de los glaciares triplicó su ritmo durante la última década en la zona oeste de esta frío continente, donde ese fenómeno ya era importante.
Los glaciares en el mar de Amundsen, en el oeste de la Antártida, pierden hielo con mayor velocidad que en cualquier otra parte del continente y son los principales responsables de la subida del nivel de los océanos, dicen sus investigadores.
Dos estudios llevados a cabo en mayo pasado concluían que el derretimiento de grandes glaciares del oeste antártico, que contienen suficiente hielo como para que el nivel de los océanos suba un metro, se acelera con el calentamiento global, y el efecto parece irreversible.
Pero este estudio es el primero que evalúa y cruza datos de observaciones hechas mediante cuatro métodos de medición del derretimiento de los glaciares, que permiten establecer una estimación del volumen y del ritmo de pérdida de hielo en dos décadas, explican los científicos cuyo trabajo será publicado mañana en la revista Geophysical Research Letters.
"La pérdida de masa de estos glaciares se acelera a un ritmo sorprendente", destaca Isabella Velicogna, científica en la Universidad de California en Irvin (UCI) y en el JPL, coautora del trabajo.
"Varios estudios anteriores sugerían que esta región del oeste de la Antártida cambiaba muy velozmente desde los años 1990 y quisimos ver cómo las diferentes técnicas medían ese cambio", añade Tyler Sutterley, del UCI, el principal autor.
"El hecho de que cuatro técnicas arrojen los mismos resultados nos conforta en la idea de que nuestras mediciones son exactas", subraya.
El volumen total de hielo que se perdió desde 1992 fue en promedio de 83.000 millones de toneladas anuales. En comparación, los glaciares de la Antártida se derritieron lo equivalente a un monte Everest cada dos años durante los últimos 21 años. El Everest pesa 161.000 millones de toneladas.
El ritmo en la desaparición de estos glaciares también se aceleró un promedio de 6.100 millones de toneladas cada año desde 1992 y entre 2003 y 2009, cuando los cuatro métodos fueron usados en simultáneo, el ritmo de derretimiento de los glaciares creció en 16.300 millones de toneladas anuales, es decir que casi se triplicó en comparación con el conjunto del período de 21 años.
Agonía de los andinos
Pero esa situación no es exclusiva de los casquetes polares. Como gigantes en agonía, los glaciares tropicales andinos también se derriten a toda velocidad, creciendo hacer la sospecha de la responsabilidad humana en este dañino fenómeno.
Centro de atención de la conferencia de la ONU sobre el cambio climático que se realiza hasta el 12 en Lima, la desaparición de estos castillos de hielo, ubicados entre Ecuador, Bolivia, Colombia y Perú en una zona en la cordillera de los Andes que abarca unos 1.700 km2, afecta la disponibilidad de agua dulce y podría aumentar el nivel del mar.
Bolívar Cáceres, uno de los pioneros en la investigación de estos glaciares en Ecuador, donde se reparten entre siete volcanes nevados, entre ellos el Antisana de 5.700 metros de altura, ha sido testigo de la disminución de las nieves tropicales. "Es impresionante cómo en estos pocos años ha retrocedido la superficie glaciar. Lamentablemente, no podemos hacer gran cosa. Muchos glaciares van a desaparecer", dice este experto del ecuatoriano Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología.
Hacia finales de los años 1980, Ecuador tenía 92 km2 de superficie glaciar. Para 2010, había disminuido a 42 km2 y se estima que este año caerá a 38 km2, según Cáceres. Una pérdida de entre 30% y 50%, similar a la que evidencian los glaciares de Bolivia, Colombia y Perú.
Los científicos explican este retroceso por los cambios cíclicos en la naturaleza, pero cada vez hay más evidencia de que detrás de la fusión está el calentamiento global asociado a la actividad humana, específicamente a las emisiones de dióxido de carbono a niveles industriales.
En Bolivia, por ejemplo, las nieves eternas del Chacaltaya, muy próximo a La Paz, desaparecieron hacia 2010. A 5.400 metros sobre el nivel del mar, era la pista de esquí más alta del mundo.
Perú, que acoge un 71% de los glaciares tropicales andinos, tiene nevados como el Pastoruri en vías de extinción, con una consecuencia adicional y potencialmente peligrosa: la formación de más de 1.000 lagunas que pueden desbordarse por la actividad sísmica de la zona. El fenómeno ha alterado incluso ritos indígenas, como el de Qoyllur Rit'i, una festividad antiquísima que supone la recolección de hielo.
Para los nevados en Colombia, la situación es crítica. Según un estudio de 2013, sólo queda el 16% de los que había en 1850.
La disminución de los glaciares de montaña no sólo puede provocar un incremento del nivel oceánico -de 24 cm según un estudio de 2011-, sino afectar el caudal y la composición de los ríos.
"Cuando un glaciar se derrite es como si un pintor, en este caso la naturaleza, perdiera un color de su paleta. Cada color equivale un ecosistema único", asegura Olivier Olivier Dangles, director en Ecuador del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia./EL NUEVO SIGLO con AFP