Hoy en día, un gran porcentaje de la población mundial sufre de estrés en la medida que busca la forma de encarar la “nueva normalidad”. Como las familias están todo el día en casa, con horarios laborales y escolares en constante cambio, una rutina diaria inconsistente puede aumentar la ansiedad e interrumpir la nutrición balanceada. Esta incertidumbre puede incrementar el estrés que, a su vez, puede echar por la borda los planes de alimentación nutritiva y pasarle factura al cuerpo.
Así lo afirma Susan Bowerman, directora senior de Educación y Capacitación Mundial sobre Nutrición en Herbalife Nutrition, quien brindará algunas sugerencias para cuidar la salud con una buena alimentación.
La respuesta natural del cuerpo ante el estrés es una sensación de alerta y aceleración. Esta reacción de ‘lucha o huida’ evolucionó como una forma de defenderse contra peligros o amenazas inesperadas. Pero cuando la respuesta ante el estrés se activa constantemente, puede desafiar al sistema inmunológico del cuerpo, dificultando aún más la protección contra enfermedades. Y como un sistema inmunológico saludable depende de una dieta rica en nutrientes, la buena alimentación es una de las mejores defensas, en particular en momentos de tensión permanente.
Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. El estrés también puede provocar fatiga o depresión; por eso, comer saludable podría pasar a un segundo plano frente a las comidas rápidas o reconfortantes, a menudo cargadas de grasa, sal y azúcar. Y si opta por la cafeína para combatir la fatiga, ese recurso también puede fracasar porque altera el sueño.
Esos alimentos reconfortantes con alto contenido calórico pueden estimular la liberación de ciertos químicos en el cerebro que hacen sentir bien, al menos a corto plazo, y provocan seguir comiendo. Pero se forma un círculo vicioso: comer en exceso puede redundar en aumento de peso, que acentúa el estrés psicológico y, a su vez, puede llevar a seguir comiendo en exceso.
Si bien quizás no pueda eliminar el estrés, puede hacer algunas cosas que le ayudarán a manejar su respuesta ante la angustia.
- Elegir comidas balanceadas. Intente incluir proteínas magras, como pollo, huevos, lácteos descremados, carnes magras, pescado, legumbres o productos de soya, en cada comida. Las proteínas sacian el hambre y ayudan a mantenerse mentalmente alerta. Complete la comida con frutas, verduras frescas y cereales.
- Comer periódicamente y no saltarse comidas. Cuando la persona está estresada, es fácil posponer comidas o directamente saltarlas, pero esto reducirá sus niveles de energía y es posible que, cuando finalmente coma, termine haciéndolo en exceso. Si el estrés le quita el apetito, intente comer cantidades más reducidas con mayor frecuencia durante el día.
- Evite recurrir a la comida para reducir el estrés. En su lugar, una caminata enérgica o una taza de té de hierbas pueden ayudar. Si siente necesidad de comer, los alimentos duros y crocantes ayudan a liberar estrés porque hacen trabajar los músculos tensos de la mandíbula. Intente comer un puñado de almendras o zanahorias baby como refrigerio.
- Reduzca la cafeína. Cuando las personas están estresadas, a menudo sienten falta de energía y recurren a la cafeína como energizante, pero esto puede alterar el sueño. Si la cafeína no lo deja dormir por la noche, beba café y té descafeinados.
Intente que la hora de la comida sea un momento agradable, lejos del trabajo y otras fuentes de estrés. Si come en el escritorio mientras trabaja o paga las cuentas durante la cena, algo tiene que cambiar. Tómese un poco más de tiempo para tranquilizarse y relajarse mientras come, así es probable que coma menos y disfrute más.