Aunque es una fecha de alegría y entusiasmo para chicos y grandes, la celebración de Halloween puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza por los riesgos asociados a esta fecha, que parecen inofensivos, y no lo son tanto.
De acuerdo con el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS), organismo especialista en seguridad integral y prevención, la comunidad debe tener en cuenta que por lo menos 6 tipos de riesgos amenazan la integridad de niños y adultos como son riesgo de asfixia, de alergia, riesgo por el tipo de materiales, así como por el exceso de consumo de dulces, riesgo de accidentes viales y el riesgo físico.
El CCS recomendó a los padres, colegios, a las administraciones de los centros comerciales, al comercio en general y a los adultos exceder los cuidados ya que los accidentes se presentan por cualquier motivo.
Uno de los riesgos que más llama la atención es el de asfixia porque en ocasiones se utilizan disfraces con máscaras o caretas sin ventilación que además, a veces impiden la visibilidad, al igual que aquellos que hacen uso de accesorios como collares, piedras o aretes porque al introducirlos en la boca puede generarse un atoramiento. Tampoco es recomendable el uso de cordones, especialmente en la zona del cuello, por el riesgo de estrangulamiento, así como de plumas o lazos.
Para la elección de los materiales, el principal factor a tener en cuenta es el clima en el que será usado el disfraz por el niño. Por ejemplo, los animales fabricados con peluche son los menos adecuados para climas cálidos, mientras que resultan ideales para climas fríos o templados.
Igualmente es necesario que si se alquila un disfraz para grande o chico, observar que no sea de un material al que sea alérgico o que no se encuentre limpio. Hay que lavarlos. Las alergias pueden presentarse también por el maquillaje, por lo que se debe verificar que las pinturas no sean tóxicas.
Frente al material de los disfraces, el principal peligro es el alto riesgo de inflamabilidad, y por tanto el riesgo de quemaduras. Se recomienda elegir materiales no inflamables, preferentemente algodón, para evitar además reacciones alérgicas, y de igual manera, mantener al niño alejado de cualquier fuente de calor intenso (llamas, estufas, bengalas, cigarrillos, fuegos artificiales, etc.).
Se deben evitar telas pesadas y vestidos con largas caídas que puedan producir accidentes, especialmente en las escaleras eléctricas, ascensores o juegos mecánicos, eligiendo previamente la talla adecuada para evitar tropezones y caídas. Lo ideal es que el niño pueda ver, comer, moverse y comunicarse sin problema. Para los bebés, se aconsejan trajes estilo pijama, especialmente si viven en clima frío.
Otro de los riesgos en Halloween es aquel derivado de la emoción de los niños por pedir caramelos ya que en ocasiones cruzan las calles sin la compañía de un adulto. Hay que enseñar a losniños a hacer contacto visual con los conductores antes de cruzar delante de ellos y procurar que siempre camine por las aceras.
A su turno, los conductores deben manejar con extrema precaución en Halloween, reducir la velocidad y estar alerta en las zonas residenciales, y movilizarse con lentitud en los conjuntos residenciales.
No debe olvidarse el riesgo físico y se aconseja acompañar siempre a los niños, así como llevarlos a sitios conocidos como centros comerciales o espacios residenciales. Si los niños son lo suficientemente grandes como para estar sin supervisión, deben permanecer en áreas conocidas que estén bien iluminadas y pedir caramelos en grupos.
Finalmente, uno de los que más preocupa es el consumo de caramelos. Hay que señalar que los menores de 4 años no deben consumir dulces duros, redondos ni pequeños (aquellos que les quepan en la boca), pues podrían atorarse con ellos. Se aconsejan chocolates y colombinas grandes.
Se hace necesario inspeccionar los dulces fijándose en signos de manipulación antes de permitir que sus hijos los consuman. Los dulces deben estar en su envoltorio original y sin abrir. Los padres deben mirar qué clase de golosinas les ofrecen a sus hijos. Observar si la envoltura está sellada y en buen estado; que el dulce no esté adulterado, roto, vencido o el empaque húmedo.
Guardar únicamente los dulces que no estén abiertos. Si al pequeño le brindan alimentos de preparación casera, rechazarlos si se ven en mal estado. Un dulce debe tener olor, color, sabor y textura característicos. No es normal que luzca decolorado, deteriorado y con sabor rancio.