Cuatro papas y una historia | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Abril de 2014

Por Guillermo León Escobar

CIUDAD DEL VATICANO

Especial para EL NUEVO SIGLO

 

No es un evento cualquiera. La solemnidad es pasmosa. Dos Papas del Siglo XX y dos del Siglo XXI.  Dos ya nacidos a la eternidad y los otros dos cargando aún la historia que deben terminar de vivir. El mayor afecto de Francisco es, sin duda, por Juan XXIII quien le cambió el rumbo a la Historia de la Iglesia con el Concilio Vaticano II y de quien es -en casi todo- deudor agradecido papa Bergoglio.

Luego está  Benedicto que nos hizo sufrir la incertidumbre sobre su asistencia hasta última hora. Solo la insistencia de Francisco logró vencer la voluntad del alemán de no estar presente por un enorme sentido de delicadeza personal e institucional. Razones para estar presente se daban más que abundantes, pues el joven Ratzinger participó como consejero de un cardenal en el Concilio y conoció de cerca de Juan XXIII; además fue el gran amigo durante cerca de treinta años de Juan Pablo II  y con quien asumió compromisos doctrinales inolvidables entre los que destaca la elaboración del Catecismo y la gran Encíclica “Fe y Razón”.

Benedicto contento, magro pero  presente como gran testigo de santidad de Woytila sabe que han de continuar juntos en un paraíso que él cree ya cercano. No quiso estar aparte sino estar con los cardenales más ancianos que fueron creados por él y que se encuentran en situación de jubilados.

 Francisco mismo guarda relación con ambos santos.  Juan XXIII fue el inspirador de una renovación que ahora -cincuenta años después- aplica de lleno y a Juan Pablo le debe su vida episcopal y el haberlo creado cardenal en el año 2001.

Nunca antes en la historia de la Iglesia se habían concertado de esta manera los acontecimientos. En efecto aquí se cierra una etapa de la Historia del Cristianismo y se comienza con decisión y alegría la etapa pastoral de quien ha tomado la decisión de convocar a los auténticos “Constructores de una Nueva Humanidad “.

 

El escenario y el libreto

 

Todavía hay en las ceremonias eclesiales vaticanas mucho barroco. Hábitos relumbrantes de cardenales, arzobispos y obispos de occidente y otro tono de elegancia de los ortodoxos repletos muchos de esa joyería de la que lentamente tendrán que liberarse. No hay mezcla posible de categorías , no hay mezclas y el protocolo los agrupa:  cardenales con cardenales  - cerca de 150 –obispos con obispos cerca de  mil y  más de cinco mil curas y diáconos con sotana y roquete como en los mejores tiempos y otros tantos designados dispuestos a dar la comunión a miles y miles de personas.

Los jefes de Estado que supieron medir las dimensiones del evento se hicieron presentes sobre todo si sus países habían tenido el privilegio de tener la visita del Papa polaco peregrino o nombraron delegaciones oficiales de las que hacían parte quienes habían sido embajadores en la época de Juan Pablo o tuvieron alguna relación personal o institucional con él . Por Colombia participó la ministra María Ángela Holguín .

Rafael Correa del Ecuador trajo las flores para el evento y se lució a nombre de su país. Las reinas europeas cumplieron yendo elegantemente vestidas de blanco como el Papa haciendo uso de un viejo privilegio concedido a esas casas reales.

Grupos de oración rezan pero lo hacen ya desde el viernes en las jornadas en las diversas iglesias de Roma pero ayer madrugaron para proteger sus puestos. La organización aparentemente perfecta fue en buena parte desbordada por la espontaneidad de las gentes jóvenes dispuestas a aceptar normas pero no los excesos del protocolo.

Los africanos muy inteligentes decidieron no entender ni el inglés ni el francés, sino que avanzaban cantando hasta donde se pudieron ubicar oportunamente sus gentes.  Y  como en todo el mundo el gendarme o el Guardia ayudan a  saltarse la rigidez de la norma consagrando de esta manera la eficiencia del guiño y el uso del celular.

En una especie de mesa bien adornada un relicario con un fragmento de  piel de Juan XXIII que le fue tomada en la ceremonia de beatificación cuando el traslado de sus restos, pues el cuerpo de un Papa no puede desmembrarse como ocurre con los otros santos y el relicario de Juan Pablo II con aquella sangre suya que quedó luego de las transfusiones finales en la clínica del Gemelli.

Las mujeres favorecidas con los milagros de Juan Pablo II llevaron las reliquias; los campesinos de la región de  Bérgamo aplaudían sin olvidar que en ellos anima hoy como ayer el alma campesina desde cerca del siglo XIII.

Luego en la plaza el gentío que se dimensiona  hacia la Vía De la Conciliación, la de Puerta Angélica y las callejuelas que van hacia la avenida Gregorio VII.  Casi 800.000 personas ( hay quienes calculan con generosa exageración hasta el millón  ) .Un evento así se vivió en el pasado más o menos con la  canonización del Padre Pío y  la de Escrivá de Balaguer, aunque nunca alcanzará las dimensiones de lo que fue el desfile fúnebre ante  Juan Pablo II ni tendrá la misma emotividad . En el mundo moderno el tiempo enfría las noticias y coloca en su puesto los acontecimientos.

Dos gobelinos con la imagen de los papas canonizables – los mismos que se usaron en las ceremonias de beatificación -están a lado y lado de la Puerta Grande de la Basílica. En el centro el gobelino del Papa reinante.

 Todo comienza. Se leen las mini  biografías autorizadas de ambos, se grita, se aplaude, se llora y la gente se estruja. Se cantan las letanías de todos los santos y luego el Papa Francisco aparece solemne, sencillo . Es el día de la Divina Misericordia y ello trae una mayor devoción. El Papa no dice las oraciones, las susurra. Y luego el Cardenal Amato como ministro en el  “Dicasterio de la Causa de los Santos “le pide al Papa que canonice a los dos beatos. Tres veces repite protocolariamente el ruego utilizando los énfasis del lenguaje; el Papa finalmente accede. Entonces se rezan los rituales, se presentan las reliquias, se veneran, se aplaude y los flashes crean un falso universo de estrellas y los teléfonos móviles captan cada acontecimiento , se “tuitea y se wasapea“, se envían imágenes . Es la apoteosis.

La parte jurídico litúrgica dura tan solo  doce minutos. A las 10.15 ya había dos nuevos santos en la Iglesia católica. Y como Roma es Roma, el cardenal Amato pide una última autorización para que la inscripción en el Album de los Santos se haga diligentemente.

Los periodistas y fotógrafos lejos de toda devoción trasmiten desde los edificios cercanos todos de propiedad religiosa  que han sido rentados. Allí se han instalado las cadenas de televisión y radio más potentes del mundo. Ellos filman el acontecimiento pero llevan ya los libretos escritos con lo que les interesa decir según al Papa que se refieran.

Un momento bello estéticamente y significativo espiritualmente es el de la Comunión, que es una obra maestra en la repartición a cientos de miles allí presentes.

Los curas circulan por entre una multitud fatigada pero no exenta de entusiasmo Desde las dos de la mañana hubo gentes ubicándose. Los jóvenes recuerdan que las Jornadas mundiales de la Juventud sembraron la informalidad en las reuniones eclesiales de masa.  

Los enemigos de la canonización de Juan Pablo  intentaron, pero luego de un par de minutos se dieron cuenta que contra la voluntad de jóvenes llenos de emoción no valen las rabietas de quienes  fueron contratados para odiar.

Terminada la misa el folklore del paseo en el descubierto Papamóvil se impone y los niños que han de ser besados “espontáneamente” ya han sido ubicados por los organizadores en sitios estratégicos. A ellos el Papa Francisco -que maneja libreto propio- añadirá otros si fruto de la espontaneidad. La emoción es tanta que el Papa se aventura por el territorio italiano sin autorización, pero con la satisfacción de todos y baja con el Papa móvil hasta las orillas del río Tevere en el Castillo del Santo Ángel.

La ceremonia ha puesto una vez más en evidencia que en el momento definitivo lo que mueve la religiosidad popular no son las ideas sino el corazón.

Salir de Plaza San Pedro y de las calles ocupadas ha sido una tarea de cerca de cuatro horas,  en donde las gentes de todo el mundo allí presentes han dado un ejemplo vivo de alegría y de convivencia.

Ahora – se dice – faltan los otros tres santos. Falta Pablo VI, quien supo llevar adelante el Concilio hasta su final; Juan Pablo I, el Papa de los 33 días a quien se considera cada vez que pasan los acontecimientos más como un mártir y falta Pío XII, si es que se logra mitigar y suavizar la oposición de Israel.

Se hablaba de lluvia pero el cielo se contuvo.

Un mensaje trasmitido por altavoz difundía anécdotas de los Papas . Las risas y aplausos los ganó la respuesta que dio Juan XXIII  a un campesino llamado Bruno que le pedía consejo acerca si debía aspirar a ser Policía o Papa. la respuesta fue genial :

Querido Bruno aprende el oficio de policía porque eso no se improvisa. Lo de Papa se verá después. Cualquiera puede serlo. La prueba soy yo. Si vienes a Roma pasa a verme pues me gustaría hablar de estas cosas contigo” .

Todos dijimos al escuchar la narración…… “Verdad que Francisco se le parece?”-

guilloescobar@yahoo.com

 

 

 

 

Papa Francisco está pendiente de paz en Colombia: Holguín

 

La canciller María Ángela Holguín aseguró que el papa Francisco está pendiente del proceso de paz que negocia el gobierno del presidente Juan Manuel Santos  con las Farc y está a la espera de que tenga resultados positivos.

A través de un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, Holguín indicó que el Pontífice le envió un saludo a Santos y agregó que El Vaticano está pendiente de lo que suceda en las conversaciones con las Farc.

"Me preguntó por los avances en el proceso de paz, esperanzado de que tenga resultados, le mandó un saludo al presidente Santos esperando, igualmente, que le salga bien el proceso", dijo Holguín.

La canciller se reunió brevemente con el papa Francisco luego de la ceremonia de canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, y el sábado había tenido un encuentro con el Secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolín, con quien también habló de la paz en Colombia.

"Ayer tuve una reunión con cardenal Parolín, ellos están muy pendientes del proceso de paz, del avance del proceso, mandando mensajes de paz para que el proceso, pues avance", sostuvo Holguín, quien dijo que El Vaticano está "bastante enterado" sobre el proceso de negociación entre el gobierno colombiano y la guerrilla.

 

 

 

“Dos papas que resistieron las tragedias del siglo XX”

 

El papa Francisco proclamó santos a Juan Pablo II y Juan XXIII, dos pontífices que "no se dejaron abrumar por las tragedias del siglo XX", durante una ceremonia multitudinaria en la plaza de San Pedro a la que asistió también su predecesor Benedicto XVI.

"Declaramos y definimos a los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II santos y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos", fue la fórmula pronunciada en latín por el primer papa latinoamericano de la historia, tras lo cual la muchedumbre estalló en aplausos.

Francisco ingresó a las 10 horas locales a la plaza en procesión, seguido por cardenales y obispos que entonaban la letanía de los santos.

El papa emérito Benedicto XVI, quien renunció al trono de Pedro en 2013, asistió vestido con la sotana blanca a la ceremonia concelebrada por 150 cardenales y mil obispos. A su llegada fue recibido por un caluroso aplauso y saludado con un abrazo especial tanto al inicio como al final de la ceremonia por Francisco, en un gesto de fraternidad.

Por primera vez en dos mil años de historia de la Iglesia una canonización ha sido concelebrada por dos papas vivos para elevar a los altares a dos papas muy diferentes -quizá tan diferentes como ellos-, cuyos pontificados fueron muy populares.

"Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se dejaron abrumar por ellas. Dios fue más fuerte en ellos", recalcó el papa argentino, comprometido con una reforma profunda de la institución tras años de escándalos provocados por el silencio de la Iglesia ante las denuncias de pedofilia de curas, las intrigas internas y turbios manejos financieros.

Juan XXIII y Juan Pablo II "restauraron y actualizaron a la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos", subrayó Francisco.

Las reliquias de los dos nuevos santos, una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII extraída durante su exhumación en el año 2000, fueron colocadas junto al altar.

La mujer costarricense Floribeth Mora, de 5o años, cuya curación de un aneurisma cerebral fue considerado el segundo milagro del papa polaco, fue la encargada de entregar las de Juan Pablo II./AFP