El reajuste en la cúpula gubernamental, la terna para la Fiscalía General y la cuenta regresiva para el arranque de una tempranera campaña presidencial en 2017, si bien es cierto que no acabarán con la coalición de Unidad Nacional, sí le acortarán su ya corta vida.
Esa puede ser la conclusión del impacto que han tenido en el país político los cambios que el presidente Santos aplicó en siete carteras ministeriales, varios viceministerios, la eliminación de cuatro ministerios-consejeros, así como los relevos en secretarías, unidades, direcciones y agencias de la Casa de Nariño y el gobierno nacional central, quedando todavía pendientes más cambios de titular en superintendencias y otros altos cargos del Ejecutivo. Todo ello sumado a la integración de la terna para la jefatura del ente acusador, siendo postulados los exministros Néstor Humberto Martínez y Yesid Reyes, así como la exasesora jurídica del proceso de paz, Mónica Cifuentes.
Es claro que a los partidos de La U y Liberal no les satisfizo la nueva milimetría política en la cúpula gubernamental, como tampoco, según algunos de sus voceros y parlamentarios, se sienten representados en la terna para la Fiscalía.
Por ello mismo, dirigentes de ambas colectividades han puesto, tanto en público pero más en privado, sobre la mesa la posibilidad de marchitar la coalición que se creó para impulsar la reelección de Santos en 2014, teniendo como soportes básicos a La U, liberales y Cambio Radical -el partido del vicepresidente Germán Vargas Lleras- y un sector de los conservadores.
En blanco y negro
Frente a ese escenario, son cuatro los interrogantes que es necesario hacerse.1.¿Hay riesgo real de ruptura de la coalición en este preciso lugar y hora?
La respuesta es que no hay tal. En realidad las tres colectividades tienen una alta participación en el Gobierno y difícilmente van a renunciar a esas cuotas de un día para otro para pasarse al desierto burocrático de la oposición.
Es más, ya en varias ocasiones se ha impulsado desde La U y los liberales intentos de marchitar la Unidad Nacional para crear una coalición de “Unidad por la paz”, tratando de dejar a Cambio Radical en la otra orilla, pero la maniobra no ha podido concretarse en una realidad política tangible y definitiva, ni siquiera en el Congreso en donde tanto esas tres colectividades como el Polo, la Alianza Verde, conservadores, Opción Ciudadana y hasta el uribismo en algunos casos –como el de la reforma a la Ley de Orden Público- han terminado apoyando en mayor o menor medida los proyectos que tienen que ver con el proceso de paz.
2. ¿Cuál es la causa real de las tensiones en la coalición?
Hay que ser claros: el problema no es tanto la milimetría sobre cuál colectividad tiene más ministerios, viceministerios o altos cargos, pues a la hora de la verdad los desequilibrios de representación no son tan altos como lo quieren hacer ver algunos sectores en La U y los liberales, sino que el telón de fondo real es que arrancó de forma tempranera el posicionamiento partidista hacia la campaña presidencial de 2018.
Resultaría apenas ingenuo negar que en el alto gobierno hay varios candidatos o precandidatos presidenciales en ciernes, como Vargas Lleras, el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, el del Interior Juan Fernando Cristo o el jefe negociador gubernamental en La Habana, Humberto de la Calle Lombana.
Y para nadie es un secreto que el Vicepresidente renunciará a comienzos de 2017 para no inhabilitarse y que a partir de ese día la campaña por la sucesión de Santos arrancará. Y tampoco es un secreto que poco a poco se ha venido configurando un bloque entre La U y los liberales para hacerle contrapeso a Vargas Lleras, que no sólo es el alto funcionario con mejor calificación en las encuestas, sino que maneja el sector de la infraestructura que está jalonando la gestión gubernamental.
A ello se suma que Cambio Radical fue el partido que más avanzó en las pasadas elecciones regionales y que en las encuestas que se han realizado recientemente sobre preferencias para la Casa de Nariño en 2018 el hoy Vicepresidente se disputa la punta de los sondeos con el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, en tanto que los posibles presidenciables de La U y los liberales están muy descolgados en esos sondeos.
3. ¿Cuándo, entonces, dejará de funcionar la coalición de Unidad Nacional?
La lógica política indica que la fecha de caducidad de esta plataforma partidista de apoyo gubernamental será la misma del arranque en forma la campaña presidencial. En otras palabras, a comienzos de 2017.
Allí cada partido empezará a poner en práctica su propia estrategia y ello se reflejará no sólo en las posturas en el Congreso sino en decisiones, allí sí, de fondo sobre la permanencia o no de sus cuotas más representativas en ministerios, institutos y otros altos cargos.
4. ¿Qué tan grave será para el Gobierno que se rompa la Unidad Nacional?
En realidad el propio presidente Santos ya sabe que le quedan pocos meses a la coalición, pero también es consciente de que después de haber acompañado a su gobierno por varios años, ni La U, los liberales o Cambio Radical se van a lanzar a la oposición abierta y férrea a la Casa de Nariño, ni mucho menos van a alinearse cien por ciento con las tesis críticas del uribismo, que, a su vez, será su competidor en la puja por la Presidencia.
En ese orden de ideas, Santos confía en que la coalición o sus rezagos seguirán funcionando en temas relativos al proceso de paz o asuntos de primer orden nacional, y en otros, menos trascendentales o con un alto costo político de cara a las urnas (como una reforma tributaria, por ejemplo) habrá negativas, aunque amigables y sin rompimientos extremos.
Visto todo lo anterior, es claro que la coalición tiene los meses contados pero que, contrario a los alarmismos políticos de algunos sectores, su marchitamiento no será más crítico ni polarizante que la propia campaña presidencial que arrancará de forma tempranera y que tiene ya un partidor de candidaturas y precandidaturas con muchos nombres. Gajes normales de la política.