Vía crucis griego | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Febrero de 2015

De la “embriaguez” del inédito triunfo de la izquierda radical en las legislativas griegas, hace tan sólo 15 días, se pasó rápidamente a la resaca. Hoy la preocupación ronda por igual a gobierno y ciudadanos del país helénico.

El insistente discurso anti-austeridad y olvido a la “troika” que le dio el poder a Alexis Tsipras lo tiene hoy ad portas de una tragedia griega porque no logró convencer a sus acreedores europeos de, sin contraprestación alguna,  renegociar la colosal deuda.

De la fuerte retórica del líder de Syriza y de su radical ministro de finanzas rápidamente se “aterrizó” a la más que dura, preocupante realidad: sin medidas de urgencia, en otras palabras ajuste, no habrá posibilidad alguna del más mínimo acuerdo.

Tras una semana de gira por el Viejo Continente, múltiples reuniones con representantes de la “troika” y reiterados pronunciamientos en contra de la inevitable austeridad que ésta impuso, Tsipras y su equipo regresaron a Atenas con las manos vacías.

Mucha diplomacia, diálogo y voluntad política es lo único para mostrar. Y si bien es cierto que nadie quiere ser el responsable o empujar a Grecia hacia  el precipicio financiero, también lo es que mientras el gobierno helénico no esté dispuesto a cumplir con unas mínimas condiciones de apretón económico no habrá un nuevo salvavidas.

En el último día de entrevistas con sus socios europeos, el ministro de finanzas Yanis Varoufakis se entrevistó con su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, dejando patente el reinante y total desacuerdo frente a una posible renegociación,

"Todavía no estamos realmente de acuerdo en lo que tenemos que hacer ahora", reconoció Schäuble al término de una reunión con su homólogo griego, pero "estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo", manifestó.

Schäuble pensaba tener por lo menos este punto en común con su homólogo griego, pero éste le corrigió. "En mi opinión, ni siquiera nos pusimos de acuerdo sobre el hecho de no estar de acuerdo", dijo Varoufakis.

"Estamos de acuerdo en iniciar las deliberaciones, en tanto que socios", apostilló. Pero eso, ante la situación financiera en la que se encuentra Grecia tras la decisión del BCE de poner fin al trato de favor que concedía a los bancos griegos que avalaban los créditos con deuda de dudosa calidad, es algo muy vago y lejano.

No obstante, según fuentes del BCE, éste podría conceder a los bancos griegos hasta 60.000 millones de euros de préstamos de carácter de emergencia mediante el programa ELA, para que el Estado heleno mantenga sus señales vitales con respiración asistida.

Este sistema ya mantuvo a flote los bancos helenos durante varios meses en 2012.

Señal política

 Con esta generosa decisión, el BCE ha enviado una señal política a Atenas y garantiza que en las próximas semanas el sistema seguirá teniendo fondos.

El BCE "no quiere en absoluto asumir la responsabilidad de empujar a Grecia fuera del euro" cortándole todos los grifos del crédito, explicó Dario Perkins, economista de Lombard Street Research.

En Berlín, Varoufakis aseguró que su gobierno está haciendo "todo lo posible para evitar un default" del país.

En medio de todas estas señales, la Bolsa de Atenas perdió el 3,37% a 819,50 puntos, tras haber llegado a perder más del 9%. Los bancos perdieron más del 10%, tras caídas del 20% durante la sesión, mientras que el rendimiento de la deuda superó el 10%.

"Grecia se va a acercar al precipicio antes de que surja una solución favorable", pronostican los analistas de Aurel BGC.

Schäuble, veterano político europeo y ardiente defensor de la ortodoxia presupuestaria, no escondió su "escepticismo" con las medidas anunciadas por el nuevo gobierno griego de Alexis Tsipras, de la izquierda radical, que ha decidido poner fin a las privatizaciones y contratar a funcionarios despedidos, lo que en su opinión, no "van necesariamente en la buena dirección".

Antes de Berlín, Varoufakis había visitado Fráncfort, Roma, París y Londres mientras el primer ministro fue a Roma, Bruselas y también la capital francesa con el objetivo de convencer a los socios europeos a renegociar los 300.000 millones de la deuda griega (175% del PIB), de los que cerca de 200.000 los han proporcionado aquéllos, y poner fin a la austeridad en Grecia que socava el crecimiento.

Pero al final de esta cruzada, el balance no es muy prometedor. Una quita de la deuda griega "no está en discusión", recordó Schäuble en una conferencia conjunta con sus homólogo griego.

Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no dijo ni media palabra al término de su encuentro con Tsipras el miércoles, y el presidente francés, François Hollande insistió tanto sobre "la solidaridad" como sobre "el respeto de los compromisos adquiridos".

El Fondo Monetario Internacional (FMI), importante acreedor del país, también ha dejado claro que "no hay ninguna discusión" con Atenas.

Schäuble instó a Atenas a seguir negociando con la troika de acreedores, (UE, BCE, FMI) de Grecia, lo que sin duda va a contrariar a las nuevas autoridades de Grecia que anunciaron que no los reconocían como interlocutores.

Sin duda, la fecha clave para Atenas puede ser la semana próxima, con motivo de la cumbre europea de Bruselas del 12. En Atenas, una fuente gubernamental aseguró que Grecia "no desea chantajear a nadie pero tampoco tiene intención de permitir que la chantajeen".

La preocupación ciudadana por la fallida con la troika se hizo evidente en las calles de la capital griega. Ayer, unas 5 mil personas se congregaron en silencio y sin pancartas en la plaza Syntagma, otrora escenario de las mega-concentraciones antiausteridad. Y, según analistas, el mutismo más que una protesta lo que reflejaba era su desasosiego por un futuro cada vez más incierto./EL NUEVO SIGLO – AFP